miércoles, 31 de octubre de 2012

LA HOGUERA DE LOS SANTOS



La noche del Día de Todos los Santos, la noche del 1 al 2 de noviembre, se encendía una gran hoguera al lado de la iglesia, frente a la fachada del campanario. Los mozos (en exclusiva, "aquí las mozas no pintaban nada", -ojo, lo decía la gente, no yo-) se encargaban de todos los menesteres. Acarreaban la leña - leña verde de encina - y los mañizos de paja larga (mangados de los mederos que había en Traslugar - el dueño los echaría en falta al día siguiente y casi seguro que habría retronca (bronca) -). Disponían la leña formando como un gran cono, colocada de tal modo que no se desmoronase hasta que se fuera consumiendo. Los mañizos de paja hacían de yesca y avivaban el fuego.

A la salida del rosario (la novena de las Ánimas) la gente se congregaba alrededor de la hoguera y el mozo más veterano o el más avispado (a mí me suena como que existía la figura del "alcalde de los mozos") prendía el fuego y de allí no se movía nadie hasta que las llamas amainaban y la leña se había convertido en burrayo (brasas). Los rapaces seguíamos boquiabiertos el rumbo de las chispas o pavesas, porque nos habían dicho que aquéllas eran las ánimas del purgatorio que se dirigían hacia el cielo, una vez purificadas de todos sus pecados. Nos lo creíamos a pies juntillas y no terminábamos de entender por qué, una vez que se apagaban, regresaban de nuevo y caían sobre los tejados o en el suelo, deshaciendo de ese modo el hechizo o la gracia del cuento.

La hoguera estaba ligada con la celebración de la noche de Ánimas. En el rosario de esas noches se leía una historia "ejemplar" relacionada con el tema: "...se quedaron aterrados ante la visión... ardiendo en llamas... consumiéndose en el fuego... retorciéndose en aquel terrible... era su propia hija... su hija del alma que había muerto en... aprended, cristianos, la lección... estad alerta, porque... " Cuando había cura en el pueblo, celebraba misa por la noche, salían en procesión y bendecía la hoguera, mientras entonaban los cantos monocordes y monótonos, apropiados al momento: 
"Romped, romped mis cadenas,
 alcanzad mi libertad,
¡cuán terribles son mis penas!
Piedad, Señor, piedad.

Ese fuego tenebroso,
fuentes y mares furiosos..."

De acuerdo, era lo que entonces había y no hay más vueltas que darle. Sinqueasí (que dirían los más viejos), es decir, de cualquier modo, podemos hacer un pequeño esfuerzo y ponernos en situación para entender mejor la cosa, me refiero al acojono, al canguelo. Entonces no había luz eléctrica. La luz  en la iglesia era la que proyectaban las velas (velas en los altares y los velandones de los hacheros -velas gordas y altas parecidas a los cirios pascuales-) y en la calle alumbraba la luna, cuando la había. Bien, pues imaginaos a los rapacicos, que podrían estar distraídos en el rosario (que era lo más lógico y normal), pero seguro que no se perdían ni una coma de esas "historias para no dormir", de manera que al salir de la iglesia iban cosidos a la saya de su madre por la calle arriba o por la calle abajo hasta llegar a encender el candil de petróleo en la cocina de su casa, luego llegarían los sueños cargados de fantasmas... (Me viene a la memoria una anécdota que tiene que ver con esto de la falta de luz en las calles y, además, por estos mismos días. Cuentan que uno de esos días de novena, un mozo -que no diré el nombre- se fue, como solía hacer todas las noches a la salida de la iglesia, tras la moza de sus sueños. La noche estaba oscura como la boca del lobo y él siguió los mismos pasos y el mismo recorrido de siempre. Las mujeres solían ir al rosario arropadas con el típico mantón negro, la cabeza cubierta con pañuelo del mismo color o con velo, aunque en estas noches ya frías  la tapasen también con el mantón. El mozo al que me refiero divisó un bulto negro que se movía delante de él y allá que se fue. Cuando le dio alcance hizo lo de siempre - hizo lo que hacían todos, ¡qué narices!, aquí que nadie se escaquee ahora -, la abrazó por detrás  -la apechugó- y se puso a rebecarla con pasión (tocarle, apretarle las tetas). Aquel bulto negro, que el mozo confundía con su moza del alma, se echó a reír a carcajadas y le dijo, desternillándose de risa: "Aprieta, aprieta bien, hijo, que si te parece que las chupaste poco..." (¡Menudo chasco!).

Los mozos tenían que velar para que el fuego no se apagara en toda la noche y deberían subir al campanario cada cierto tiempo para encordar (tocar a muerto). En compensación tenían al lado la garrafa de cántaro del buen vino del Gato y una caja entera de sardinas, que asaban sobre las brasas de la hoguera. El resto de la noche se apaciguaba con castañas asadas y aguardiente. (Y aquí viene otra anécdota a cuento: Parece ser que a Celestino los mozos le quisieron jugar la típica broma del momento. Había subido a encordar y cuando ya bajaba la escalera se dio de bruces con un fantasma que apareció de improviso en el primer rellano. El susto fue mayúsculo, pero reaccionó y se dirigió al fantasma con una voz trémula y temblorosa, que apenas le salía de la garganta: "si eres ánima del otro mundo vete, pero si eres de éste, ahí te va - y lo dijo con más fuerza en la voz, estirando el brazo derecho, con intención de lanzarle una teja que cogió de una esquina del tejado de la iglesia - ". Naturalmente, el ánima puso pies en polvorosa y el pobre de Celestino tuvo que disipar el miedo pegándole un buen lingotazo a la botella de aguardiente.


Esas tradiciones se repiten en otros pueblos de La Carballeda, Aliste y Sayago, aunque la hoguera sólo la encuentro por la zona de Tábara. Se repite la velada de los mozos encordando, comiendo castañas, rezando en la iglesia, echando logas, etc. Son costumbres que se pierden en la noche de los tiempos y que provienen de ritos paganos, anteriores al cristianismo, posiblemente de los celtas. La hoguera, por ejemplo, tiene su origen en la cultura celta, lo mismo que el halloween (All Hallows´Evening = víspera de Todos los Santos. De origen irlandés, de origen celta o gaélico)Para los celtas el año tenía dos estaciones, el verano y el invierno. El año comenzaba el día 1 de noviembre (fin del verano e inicio del invierno) y ese día lo celebraban como un día de acción de gracias a los dioses por la cosecha recogida, por haber concluido felizmente la sementera y para pedirles se apiadasen de ellos y les concediesen una buena cosecha para el próximo año. Los tres últimos días del año eran proclives a la entrada en el poblado de los espíritus de los antepasados (las ánimas) y también de los espíritus malignos, contra los que habría que luchar. Por ese motivo se apagaban todos los fuegos, lámparas y teas en las casas, para no dar pistas a los espíritus que llegasen con malas intenciones. Si las almas de los difuntos regresaban al poblado era -pensaban ellos- para buscar a sus familiares y amigos y, entonces, eso suponía que se había acabado el ciclo de la vida y, tal vez, el fin del mundo. Si el día 1 de noviembre amanecía como siempre, aparecía de nuevo el sol en el horizonte y no se percibían signos de ningún fin de nada, entonces era señal de que empezaba un nuevo año, un nuevo ciclo, una nueva vida y la alegría se desbordaba. Para celebrarlo se encendían todos los fuegos de todas las casas y una gran hoguera en honor del dios sol, el dios de la vida, en torno a la cual todos los habitantes del poblado celebraban un gran banquete.

La última hoguera que se hizo en el pueblo fue en el año 1970. Doy fe porque yo intervine en el evento (No sé si se acordarán Angelito, Paco y Domingo. Que conste, en cualquier caso, que la bronca me la llevé yo. Claro, yo tenía entonces 23 añitos y ellos apenas 18).

sábado, 27 de octubre de 2012

II.- VALLELUENGO EN LA EMIGRACIÓN. LOS QUE SE FUERON A AMÉRICA


No debiera arrancarse a la gente de su tierra o país, no a la fuerza.
La gente queda dolorida, la tierra queda dolorida.
Nacemos y nos cortan el cordón umbilical.
Nos destierran y nadie nos corta la memoria, la lengua, las calores.
Tenemos que aprender a vivir como el clavel del aire, propiamente del aire.

Juan Gelman

Foto: Museo de la Emigración (Colombres - Asturias)


En el mes de julio (1/07/2012), con el título de I.- "VALLELUENGO EN LA EMIGRACIÓN", decía que quería contar la historia del pueblo emigrante, la historia de los que se fueron a otras tierras en busca del sustento. Decía también que la emigración ha sido algo consustancial con la historia del pueblo, algo que todos, quien más quien menos, hemos llevado pegada a la piel, igual que llevan los pollos de perdiz la cáscara del huevo pegada al culo.
Avancé entonces la idea de hacer tres apartados o capítulos : 1º.- Los que se fueron a América (Cuba y Argentina, 1920-1950). 2º.- La emigración a Europa (1950 - 1970). 3º.- La emigración interior (País Vasco, 1950 ... Valladolid 1970...). Del mismo modo me refería a la posibilidad de que cada uno pudiera traer aquí su propia historia, la de su familia o la de personas conocidas, aportando todos los datos que tenga a mano, con el fin de que, entre todos pudiéramos reconstruir la historia viva y candente de nuestro pueblo.

Antes de empezar, creo que es obligado hacer un reconocimiento público, rendir un homenaje merecido a todos los hombres y mujeres que tuvieron la valentía, el coraje de arriesgarse, de recorrer esos mundos de Dios, de poner en peligro su salud y, a veces, sus propias vidas, para buscar unas condiciones más humanas y más dignas para sus hijos. Sirvan estos versos como un sentido y cariñoso recuerdo hacia ellos/as.


SOMOS LOS HIJOS DE AQUELLOS


Somos los hijos de aquellos que partieron
cargados con el fardo de la pena,
venciendo los pesares y los llantos,
remontaron en vuelo el horizonte.


Somos los hijos de aquellos que se fueron
buscando dignamente el sustento,
la cabeza bien alta, qué valientes,
en sus ojos un nido de esperanza.


Somos los hijos de aquellos que nacieron
en esta tierra pobre, empobrecida,
tratada injustamente, despreciada,
borrada de los mapas catastrales.


Somos los hijos de aquellos que bebieron
sin rencores las aguas de otros ríos,
sin olvidar las fuentes que regaban
las raíces profundas de su tierra.


Memoria gráfica de la emigración española (Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración)


1.- LOS QUE SE FUERON A AMÉRICA

Antes de entrar en el tema, quizás sea conveniente ver el contexto general en el que se desarrollan los procesos migratorios. ¿Por qué ha emigrado la gente? ¿Qué les ha llevado a esos hombres y mujeres a emprender esos caminos tan arriesgados, a exponerse de esa manera, dejando atrás la familia, el pueblo, la tierra, las nostalgias...?
¿Por qué se marcha la gente? Recuerdo que en los libros de texto de la escuela (años 60-80) se referían a la emigración como un proceso natural: "...de la misma manera que emigran las aves en busca de aquellos lugares más aptos para sus costumbres, así ocurre con las personas, que buscan un mejor acomodo y mejores medios de vida..." Bien, pues yo niego rotundamente esa explicación de la emigración. Digo que la gente no hemos emigrado por gusto, hemos sido forzados, obligados. Claro, claro que a nadie se le puso una pistola al pecho y se le indicó el camino que tenía que seguir. Lo que sí se hizo fue crear las condiciones necesarias en nuestros pueblos y regiones para que nos fuese imposible la vida en ellos y no tuviéramos más remedio que largarnos.
Los capitalistas (terratenientes - banqueros - grandes propietarios - grandes empresas - los caciques de nuestras propias regiones de origen...), todos ellos unidos, han utilizado al emigrante como si se tratara de una marioneta que puedan mover a su antojo, de un lugar a otro del mapa, según de dónde o hacia dónde soplaran los aires de sus intereses (los intereses del capital, eso siempre). El  proceso de la emigración a lo largo de la Historia siempre discurre paralelo a las zonas donde se sitúen los intereses del capital -el dinero o el capital no tiene fronteras- (América - Europa - País Vasco - Cataluña...)

1.1.- CUBA
Memoria gráfica de la emigración española (Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración)




Foto: Museo de la Emigración (Colombres - Asturias)

En los años 20 la situación en España era muy preocupante. El nivel de vida empeoraba de día en día, aumentaban los precios y la inflación. Escaseaban los alimentos, tanto en variedad como en cantidad. España vivía una crisis de pobreza. Algunos datos: 
Salarios.- salarios industriales, año 1925...........49,26 ptas/semana
                                                  año 1930...........44,16    "        "
               - peones                     año 1930...........  4,72     "/día
               - en el campo el salario medio era......   2,80    "   "
(La mujer gana dos veces menos que el hombre por el mismo trabajo)
Gastos.-  pan....................................................0,80 ptas/día
            -  1/2 libra de garbanzos.......................0,15   " (una comida)  
(Datos extraídos de "La España del siglo XX".  M. Tuñón de Lara. Akal 2.000)
Hubo años de hambruna. A todo esto se añadía la inestabilidad social y política: huelgas generales (1916 - 1917), guerra de Marruecos (1911-1927), dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1929). En definitiva fueron años turbulentos, muy duros.

En esa situación los trabajadores no tienen otra opción que buscarse la vida donde puedan. En Valleluengo es posible que la gente sacara para vivir, para ir tirando. La cosecha (centeno y trigo), legumbres (alubias y garbanzos), el huerto (verduras y hortalizas), las gallinas (carne y huevos), el tagayico de ovejas (entre 10 y 20), la matanza (un cerdo, tal vez dos)... Era una economía de subsistencia. Es posible que en esas condiciones los problemas de la gente para sobrevivir fueran menores que en la ciudad. Pero, ¿y si el año venía malo?, ¿y si había en casa más bocas de las que se podían alimentar?

Cuba se había independizado de España tras la guerra de 1895/1898 y en el año 1902 se convirtió en la República Independiente de Cuba. A partir de esos años hasta 1933 se desarrolla la industria azucarera, en manos de la oligarquía de Estados Unidos. Pocos años antes se había abolido la esclavitud (1886) en la isla, por lo que se necesita mano de obra en grandes cantidades para el trabajo del azúcar y para la construcción de ferrocarriles y carreteras. Entre los años 1903 y 1933 llegan a Cuba 723.381 españoles. (Emigración española a Cuba (1903-1933. Luis Gómez y Amador. El Nuevo Herald, julio 15, 2003).

Tengo noticia de dos personas del pueblo que se fueron a trabajar allí. Avelino Fuente Fuente (hijo de la ti Obdulia y del ti Martino) y Benigno Gallego Fuente (hijo de la ti Vitoria y del ti Baltasar). No sé qué tipo de trabajo tuvieron ni el tiempo que permanecieron allí. Me dicen que..."parece ser que a Benigno le debió tocar algo de lotería y entonces vino y puso la tienda en Mombuey..." (la tienda o supermercado que actualmente tienen los Lobato). Avelino se vino también y más tarde emigraría a Buenos Aires (ése será el próximo capítulo).



jueves, 18 de octubre de 2012

A LA RICA CASTAÑA






    Decían los viejos del lugar, con su pícara y honda sabiduría, que el mes de octubre era el mejor mes del año.
    - ¿Y por qué?
    - Porque se abre la castaña y crece el nabo.

    Bien, pues, hablando de castañas y, recordando el mes de octubre, ese mes envuelto ya en el halo romántico del otoño, con el fantasma de las nieblas mañaneras, el arco iris de colores posado sobre las hojas de los árboles, el refugio amoroso de la lumbre, las castañas asadas en el tostador (un caldero de lata con el culo perforado). Las noches largas, que se acortaban degustando las castañas con la jarra de vino o -eso ya era para nota- con el "moja/moja" de la blanca. Todo eso y mucho más era octubre y todo eso aflora ahora en el recuerdo.


Parque Casas del Hogar (Palencia)

    Y aflora también, porque quedó muy grabado, el trajín de cada día, el dale que dale a la vida para salir adelante como se podía. Era muy poco romántico para las mujeres, por poner sólo un ejemplo, tener que levantarse a primera hora de la mañana, cargar la carreta hasta arriba de abono del corral o de la cuadra, acarrearlo hasta sabe Dios dónde, hasta el Revuelo, mismamente, arramarlo (derramarlo), volver de regreso y llenar de nuevo la carreta, esta vez de paja en la era para echarla de cama para las ovejas en el corral o en la cuadra para las vacas...(aunque esta tarea correspondía más bien a la segunda quincena de septiembre). Ahora, en octubre, irían a sembrar, era la sementera. Un suco (surco) y otro y otro más, siguiendo los pasos lentos y pesados de la pareja de vacas. Arar, sembrar y arar de nuevo para cubrir la semilla esparcida. Una tarea ingrata, dura y, muchas veces, inhumana, tratándose de aquellas pobres y arrastradas mujeres, (pero qué podían hacer las pobres, si se habían quedado ellas solas cargadas con todo el peso de la faena, porque los hombres, ¡ay qué pobres también ellos!, habían tenido que emigrar - generalmente lo hacían desde septiembre hasta la siega de la hierba - Años 1950 a 1975, más o menos).
  Los rapaces también teníamos nuestra ración de ese romanticismo tan particular, que sólo anidaba en la casa de los pobres. Por la mañana bien tempranico, con el morro arrugado, las lagañas pegadas a los ojos y los mocos colgando, cogíamos el caldero o el cesto y nos íbamos a disgusto a recoger las castañas que habían caído esa noche. Empezaban las primeras heladas y las manos se convertían en puros témpanos de hielo, o sea, de carámbano. Los picos de los pellizos se clavaban entre las uñas y eso dolía, ¡coño que si dolía! Podéis probarlo, ya sabes los ingredientes: frío de helada y picos de pellizo entre carne y uña, ¡es una gozada! A las 10 a la escuela y, por la tarde, a partir de la salida de la escuela - a las cinco - de vuelta de nuevo a la tarea. A esas horas habría que varear (golpear las ramas con una vara larga para tirar los pellizos). Con los zapatos de madera (botas con el piso de madera y la cubierta de cuero, atados con correas también de cuero) se pisaba y restregaba sobre el suelo el pellizo para que se abriese. Las castañas se sacaban con la mano y de ahí que los picos, pues lo dicho.



    Valleluengo está rodeado de castaños. No parece un pueblo asentado en plena comarca de La Carballeda, precisamente porque los castaños son más propios de Sanabria. Dicen en el pueblo que fue un cura, yo no sé si sería D. Toribio o quizás el anterior a él, D, Eulogio, (los dos, anteriores a los años 50). Digo que uno de los dos procedía de un pueblo de Sanabria y fue el que introdujo estas plantas en el pueblo. Convenció a la gente para que las plantara porque eso supondría un pequeño ingreso con la venta de las castañas y también porque la madera se podría aprovechar y era muy apreciada. Los pueblos de alrededor no tienen castaños y eso originaba ciertas desavenencias y algún conflicto que otro. Los de Santa Eulalia, entonces Garrapatas, asomaban el morro por los castaños de La Raya y en más de una ocasión se encontraron con alguna piedra suelta que los rapaces, escondidos en el Barranco, les soltábamos como "bienvenida". Lo mismo les sucedía a los de Rionegro con los castaños de las Viñas, al lado de la carretera. Pues, claro, lo que decía la gente: el que quiera castañas, que plante  castaños.
Castañera en la C/ Mayor de Palencia

Escultura en los soportales de la C/ Mayor de Palencia

Destaco el rasgo de "ciego" del autor de la escultura.

jueves, 11 de octubre de 2012

LO QUE VALE UNA HEMINA






Dos heminas colgadas

La hemina - vale también emina - es una medida de capacidad, volumen o de superficie. En Valleluengo se ha utilizado, sobre todo, para las medidas del trigo y del centeno. Una hemina equivale a 14 kgs de trigo o de centeno, más o menos. La hemina estaba establecida como unidad, de modo que, a partir de ella, se derivaban otras medidas, con múltiplos y submúltiplos o divisores, igual que ocurre con el sistema métrico decimal (¡Vaya rollo eso de los múltiplos y divisores allá en la escuela!, el que no se acuerde que levante la mano). 

 MEDIDAS DERIVADAS                


  •   LA FANEGA                      3 heminas             42  kgs
  •   LA CARGA                      12 heminas           168    “
  •   EL CELEMÍN                 1/4 de hemina           3,5 “                                                            
(Una cuenta rápida con estas medidas nos puede dar la idea de la situación de pobreza en la que se vivía en el pueblo. Podéis hacer el cálculo: quien más quien menos recogía entre 5 y 10 cargas de trigo y entre 10 y 20 de centeno. Ese era el pan para todo el año y el pienso para las vacas y demás animales que había que mantener en casa. Echad cuentas y decidme si se puede vivir en esas condiciones.)

La hemina era también una medida de superficie, que equivalía aproximadamente a 1000 m2. El cálculo de esta medida estaba asociado a la cantidad de grano que se empleaba en la sembradura o sementera de esa finca. En Valleluengo se contaban con los dedos de una mano las tierras que tuvieran esa extensión. Y es que estamos hablando del minifundio, de fincas muy pequeñas, demasiado pequeñas para poderles sacar el rendimiento adecuado.

He subrayado a propósito las palabras con las que me refiero a la aproximación de las medidas, porque éstas, al traducirlas al sistema métrico no eran exactas al cien por cien. Y no eran exactas porque antes de establecerse con carácter universal el sistema métrico decimal (año 1889[1]), cada país y, dentro de España, cada región, tenía su propio sistema y, aunque, a veces, podían coincidir los nombres de las medidas, como en este caso, la hemina, no valía lo mismo en cada lugar[2]

Las dos heminas de la foto anterior
Pero yo no quería liarme con estas historias de si vale tanto o cuanto la hemina o el celemín. Con el título de este capítulo me quiero referir al valor de la hemina como pago de servicios varios, de las faenas más variopintas que marcaban el trajín cotidiano de las gentes del pueblo. Veamos:

POR AGUZAR[3] LAS REJAS.- (En el pueblo había varias fraguas: la fragua del pueblo – la fragua de Jesús el Cojo – la de Isidoro Toledo – la de Lorenzo y la de Ernesto. Más adelante, finales de los años 70, tenían que acudir a los herreros de Santa Eulalia o de Molezuelas. Cada vecino contrataba los servicios con el herrero que le pareciese, para aguzar las rejas u otros menesteres del oficio)
PRECIO.- Cada vecino entregaba una hemina de centeno al año por pareja de vacas.
Antigua fragua del pueblo, al lado de la fuente.


Restos de la fragua de Jesús el Cojo
Restos de la fragua de Lorenzo

POR LLEVAR LA VACA AL TORO.- (Cuando una vaca “andaba a bueis” – así se decía – o sea, que estaba salida y, por tanto, había que procurarle la asistencia del toro, pues se la llevaba hasta el pueblo o lugar donde éste estuviese. Que yo recuerde, casi siempre se llevaban a Rionegro, al toro del Tostón. También a La Milla y Molezuelas. Hubo algunos años que el pueblo contó con uno para uso exclusivo de su propia vacada y lo tenían alojado en la fragua del pueblo. Creo recordar que el ti Antolino tuvo uno también. En cualquier caso esto del toro se merece un capítulo aparte, ahora no toca.)
PRECIO.- Una hemina de centeno por cada cubrición bien hecha. Vamos a ver, que no es broma. Con lo de la cubrición bien hecha me estoy refiriendo a la garantía de las cosas bien hechas. En este caso a que la vaca debería haberse quedado preñada. Entonces decían "ha quedao o no ha quedao". En el segundo caso se volvía a llevar la vaca, se intentaba de nuevo y vamos a ver qué pasa.

POR LOS SERVICIOS DEL CURA.- El cura cobraba en especie los servicios que prestaba por su labor de párroco. Lo mandaba el quinto mandamiento de la Santa Madre Iglesia: “pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios”. Los diezmos, que eran la décima parte de los bienes o ingresos de la gente, ya fueran en cosecha, de producción agrícola o ganadera o lo que fuere. Esas cantidades quedaron relegadas a otras épocas y en los tiempos de los que estamos hablando se fue quedando en la hemina, lisa y lironda, la hemina rasa.
PRECIO.- Cada vecino le entregaba una hemina de centeno al año. (Algunos en el pueblo me dicen que, por tratarse del cura, le llevaban la hemina bien colmada – bien llena – Otros, a los que yo doy más crédito, lo niegan y dicen que, ¡leches!, que le pasaban el rasero[4] más de una vez para no llevar ni un grano de más.

ADEMÁS(SEGUIMOS CON EL CURA)

Por los oficios de Semana Santa.- Cada vecino le daba una arroba de patatas (entre 11 y 12 kgs). Yo no llegué a conocer este pago.
Tras el nacimiento de un hijo/a.- La madre se “presentaba” en la iglesia, después de cuarenta días de haber dado a luz. A la entrada de la iglesia, en el portalico, el cura la recibía, la bendecía, la “purificaba” y, una vez limpia y pura, podía entrar en la iglesia.
PRECIO.- Una gallina ponedora.

COMO RECOMPENSA O LIMOSNA.- Es el caso de San Mamés. No sé si habría algún otro santo que se lo mereciese tanto. ¿Acaso las vírgenes romeras, como La Peregrina o La de Los Remedios?, no lo sé. Hombre, aquí no se llegaba a tanto como para soltar así sin más una hemina de centeno, aunque el favor que se le pedía al santo o a la virgen o aquel favor ya recibido, pongamos por caso, lo exigiese. – “Bueno, con una mostadica o dos iba aviao – me contesta alguien que se acuerda bien de todas esas cosas. Había algunos que sí le llevaban, igual hasta la “himina” entera, no te digo que no, pero eran los menos”.