sábado, 19 de enero de 2013

X.- NOS VAMOS AL TEATRO.

Escena de la obra "Mi pueblo no muere" (Además de los que aparecen en la foto
participaron también: Tránsito Gallego, Irene Felipe (hermana de Juan), Ignacio Fuente y  José Miguel)
Igual que en un escenario
finges tu dolor barato,
tu drama no es necesario,
ya conozco ese teatro.

Teatro.
Lo tuyo es puro teatro,
falsedad bien ensayada,
estudiado simulacro.
(Canción. Letra: Tite Curet Alonso)

Ahí está la letra de la canción: "Tu drama no es necesario / ya conozco ese teatro..." Pues, efectivamente, así era la cosa. Todo el mundo conocía de siete sobras todo aquello que gritábamos, que nos desgañitábamos la garganta a grito pelao, para denunciar lo que nos rebullía a todos por dentro. Sin embargo, había que decirlo, había que expresarlo, porque lo que se deja dentro, luego fermenta y es malo, explota. Y lo dijimos desde el escenario, a través de la voz de la comedia o del drama..., del teatro. Hubo tres representaciones en tres años diferentes. Primero en 1977. Sobre un escenario improvisado y, ante un público distraído, algunos jóvenes se atrevieron y fueron haciendo repaso de las cosas que le ocurrían al pueblo (echando culpas a los que eran los culpables...), mientras la mayoría de la gente asentía y unos pocos se escandalizaban. En el año 1979 se representó "Mi pueblo no muere", sobre la situación en que había quedado el pueblo por el hecho de la emigración y se proponían posibles soluciones para que la gente regresara. En 1980, "Carballeda, comarca olvidada". Me parece que refleja bien los acontecimientos y las penas de entonces, por eso la traigo aquí (Aunque sea un poquito larga, creo que merece la pena echarle un vistazo).

Montábamos el escenario en los prados. Aprovechando el soporte de los fresnos, fijábamos un entablado y con cuatro sábanas o colchas ya estaba. Me acuerdo bien de lo espabilados y hábiles que eran algunos espectadores, que se subían a las cañas de los fresnos y convertían aquel asiento en palco o tribuna.


Carballeda, comarca olvidada

REPARTO: 

CARBALLEDA.-        Ana María Gallego
SR. ALFONSO.-       Tomás Abad (Rionegro)
LA TI DOLORES.-    Tránsito Gallego
ANGEL.-                 José Fuente
ANTONIO.-             José Miguel Toledo
JUANA.-                 Chelo Mateos (Rionegro)
PEPE.-                    Jesús Fuente
VOZ EN OFF
(GRABACIÓN).-           Fernando Martínez Charro.
          
(Debería citar también a los que hicieron el trabajo técnico, que fueron unos cuantos (los y las que montaron el escenario, el maquillaje, vestuario, iluminación y sonido, etc.)  pero corro el riesgo de dejarme alguno fuera, aunque me acuerdo perfectamente de casi todos/as. Tenéis que perdonar.)


Iº ACTO

ESCENARIO.- A campo abierto, el paisaje de la comarca. Hay algunas piedras repartidas, sobre las que se sentarán en algunos momentos los actores. Sobre el fondo hay una pintada - simulando una pintada de protesta sobre una pared -  está a medio terminar y  da título a la obra. En la 3ª escena cambiará y aparecerá como representación de una de las calles del pueblo.

1ª ESCENA.- (Angel se dirige al público, a modo de presentación de la obra. El Sr. Alfonso se encuentra camuflado entre el público y, desde allí reacciona ante lo que dice Angel y le contesta. Pepe, Juana y Antonio están sentados sobre las piedras, separados, cada uno absorto en sus pensamientos).

ANGEL.- Buenas noches. Bienvenidos a Valleluengo y gracias a todos por haber venido. La obra que presentamos se titula "Carballeda, comarca olvidada", un título que lo dice todo, sin necesidad de más explicaciones. Y es que este año hemos elegido como lema de las fiestas el de "Carballeda, nuestra comarca". En Valleluengo llevamos ya algunos años peleando por nuestros derechos y siempre hemos aprovechado la celebración del "Día del Emigrante" como plataforma o escaparate de nuestras reivindicaciones. ¿Quiere decir que este año nos olvidamos de lo nuestro o que resulta que ya lo tenemos todo resuelto? No, todo lo contrario. Quiere decir que hemos llegado a la conclusión de que solos somos pocos y podemos poco. Quiere decir que unidos sumamos más y podemos con todo y con todos.
El mal que aqueja a mi pueblo es de la misma naturaleza que el que sufre el tuyo y el de cada uno de los cincuenta pueblos que aparecen escritos sobre el mapa de la comarca de La Carballeda. La comarca entera está infectada con el mismo virus. Es el virus de la arrogancia y el despotismo de los que mandan y es el virus de la apatía y del desánimo ya crónico de las gentes que nos movemos por estos caminos cubiertos de silencio.
Amigos, Valleluengo es un pueblo que late dentro del mismo corazón de esta comarca. Sentimos los problemas, leemos la realidad, dibujada sobre los caminos, las calles, los servicios públicos en cada pueblo, el cansancio y la resignación en los ojos de  los vecinos. Miramos esa realidad, marcada en los mapas y  ahí  nos vemos señalados entre las zonas más atrasadas y peor tratadas, no sólo de la provincia, sino de toda España. 
Y, sin embargo, apostamos por su recuperación. Llamadnos locos o ilusionistas o pobres ingenuos, llamadnos lo que queráis, pero escuchad, porque nosotros esta noche, reclamamos desde la paz y el sosiego de estos prados, el derecho de los carballeses al pataleo y a la rabia desbordada, el derecho y el deber. Hacemos un llamamiento a los paisanos que pueblan estas tierras y les decimos, os decimos que, si no despertamos a tiempo, las mismas peñas que crecen por estos montes nos echarán en cara nuestros propios miedos, nuestra pereza o nuestra falta de interés.
En la obra que presentamos decimos que esta comarca se nos muere, asfixiada entre el desprecio de los de arriba y el miedo de siglos de los propios carballeses. Tenemos mil pruebas que demuestran la cruda y vergonzosa realidad de ese desprecio. Los políticos buscan los votos y, mientras las urnas descansan, ya nadie habla de esta tierra. Los caciques - fauna abundante por estos parajes - siguen llevando la voz cantante - y contante - (levanta la mano derecha frotando los dedos índice y pulgar) y sólo aspiran a mantener sus prebendas y privilegios, mientras conjuran la maldición y el desprecio sobre su propia tierra. La gente -nuestra gente-, envejecida a causa de la despiadada y cruel emigración, no se queja, sino que vota al que "promete", abanica al espabilado de turno y se calla cuando ve cosas con las que no está de acuerdo, porque  aquí aún existe el "por si acaso".
Esta tierra...

SR. ALFONSO.- (Viste traje, corbata, sombrero de fieltro. Lleva un bastón de mando. Se mueve con aires de prepotencia, autoritario, erguido, la vista siempre al frente, nunca mira a la cara. Ha estado de incógnito entre el público, por eso provoca la sorpresa de éste cuando interviene. Alza el bastón y lo blande en el aire amenazando hacia el escenario). Cállate de una puñetera vez, maldito charlatán Ya está bien de tanta prédica y de tanta retórica. Estamos de fiesta, tenemos la intención de divertirnos todos y vienes tú ahora con esos panfletos a darnos la murga y a aguarnos la fiesta, muchacho.


ANGEL.- (Angel se ha sorprendido con la intervención del Sr.Alfonso. Se ha cortado. Hace un gesto levantando la mano, en actitud defensiva. Se queda parado, mirando el avance de ese personaje. No muestra miedo. Le mira a la cara, con la cabeza alta y se dirige a él con una pizca de ironía). Hombre, el Sr. Alfonso. Parece que se ha picao por lo que acabo de decir. Pues lo siento, señor. Siento que sea usted tan sensible y delicado de oídos. Pero ya sabe, que el que se pica, ajos come.


SR. ALFONSO.- (Enérgico, aunque pausado. Decidido, pero tranquilo, sin mostrar enfado). Un poco más de respeto y un poco más de educación, eso es lo que debes de tener para dirigirte a mí. Eso lo primero y después saber tras lo que andas, porque a vosotros os da la ventolera, sacáis la lengua de paseo y no sabéis si vais o venís, si acariciáis o arañáis, os es lo mismo, con tal de que haya alguien que se deje engañar. Sois igual que las corrilleras, ésas que están todo el santo día en la calle, dándole al pico, que si fueran gallinas no ponían un huevo en casa. Así sois vosotros.


ANTONIO.- (Al aparecer el Sr.Alfonso, en el momento en que éste  pronunció la palabra "Cállate", los tres personajes que están en escena, sentados sobre las piedras, reaccionan. Salen de su mutismo. Dirigen la mirada -sincronizados los tres- hacia el Sr.Alfonso. Se levantan y se quedan sin moverse, mostrándose indecisos y con miedo. No se atreven aún a dar el paso necesario para enfrentarse a los problemas que tienen sobre sus espaldas, entre ellos el propio Sr. Alfonso). Señor, con el debido respeto, tengo que decirle que nosotros también tenemos derecho a hablar.


JUANA.- (En la misma postura y actitud que Antonio). Y, aunque a usted le moleste, nosotros vamos a defender y a luchar por nuestra tierra.


SR. ALFONSO.- ¿Y a vosotros qué coños os importa esta tierra? A vosotros lo único que os importa es armar gresca. No sois más que unos alborotadores, unos folloneros, unos agitadores que queréis aguarnos la fiesta. Porque os pagan por revolver el pastel. Sí, hombre, sí y...¡perdón por lo de hombres!...A vosotros os soban el bolsillo y, si no de qué vais a preocuparos tanto de esta pobre gente, de esta tierra m a l d i t a  y   d e s p r e c i a d a, como decís vosotros...¡Malditos vosotros!, engañadores, especuladores de las conciencias de esta pobre y humilde gente,...¡falsos profetas...!

PEPE.- Esta tierra es nuestra tierra. Aquí nacimos y aquí crecimos.

JUANA.- La tierra de uno es como la propia madre. Si la vida de la madre está en peligro, hay que buscar los remedios. No se puede dejar morir a una madre, tirada, abandonada, despreciada.

ANTONIO.- Por eso, señor, aunque a usted no le guste, nosotros lucharemos por sacar a esta tierra de su postración. Vamos a denunciar sin pelos en la lengua los males que la aquejan. Es nuestra tierra y...(pausa)...es también su tierra, s e ñ o r, ... ¿o no?

SR. ALFONSO.- ¡¿Mi tierra?!... ¡Mi leche!...Peñas,... piedras,... robles,... ¡cómo se puede pretender querer a una tierra como ésta!...

2ª ESCENA.-  (Los mismos personajes que en la anterior. Aparece Carballeda)

CARBALLEDA.- (Entra por un lateral, suave, lentamente. Empieza a entrar cuando el Sr. Alfonso - en la escena anterior - dice: "...cómo se puede querer..." Carballeda es una joven con apariencia de vieja. Se la nota cansada, abatida, afligida. Un amago de sonrisa con una sombra de tristeza le da el carácter de madre buena abandonada. Al hablar lo hace como si estuviera soñando. No se dirige directamente al público. Habla como para sí. Habla desde la esquina por donde aparece en el escenario. Mientras habla, los demás personajes se la quedan mirando... El Sr. Alfonso se muestra indiferente al principio y, al escucharla, se va mostrando irónico y burlón. Los jóvenes la observan con admiración y se van influyendo, poco a poco, por la tristeza que destilan sus palabras.)

...Peñas, piedras, robles,
tierra gris, tomillo y escobas
conforman mi paisaje pobre.
Pobre nací y en la pobreza agonizo
lentamente.

Las aguas del Negro y del Tera
no matan esta sed de madre llena,
no ahogan la pena tan profunda
que me anega la garganta.

Mi pobreza espanta a mis hijos
esparcidos por tierras de nadie.
Mis hijos, arrancados
de las entrañas de su tierra.
Mis hijos se mueren solos,
lejos del calor del regazo
de su madre.

(Música lenta)

Me falta la voz y mis ojos
se nublan de la pena honda
y no podré gritarles a esos hijos
que su madre sin ellos
se muere.
Me falta el aliento,
mi vida se agota...
...¡Hijos míos!... (Hace ademán de desmayarse. Acuden rápidamente los tres jóvenes. Ayudan a Carballeda y la sacan lentamente por el mismo lateral por donde había entrado).

3ª ESCENA.- (Angel, el Sr.Alfonso y la ti Dolores). Angel sigue con la vista la salida de Carballeda y, como influido por la escena, se deja caer sobre una piedra. Queda pensativo. El Sr.Alfonso se pasea indiferente por el escenario, fuma un cigarro puro echando bocanadas de humo, como burlándose de la escena. Cambia el escenario. Ahora se transforma en una calle del pueblo).

LA TI DOLORES.- (Aparece después de una breve pausa, una vez que ha dejado de sonar la música. Aparece por el lateral contrario al que salieron Carballeda y los tres jóvenes. Sale de casa. Es de mañana, por tanto, se santigua devotamente). Buenos días nos dé Dios.

ANGEL.- (Un tanto sorprendido, como saliendo de su ensimismamiento. Vuelve en sí de su mutismo.) Buenos días, ti Dolores.

LA TI DOLORES.- ¿Descansaste?

ANGEL.- Bien, ¿y usté?

LA TI DOLORES.-  Bien, gracias a Dios.

ANGEL.- Madruga, usté mucho.

LA TI DOLORES.- ¡Uy, hijo! Ya no. Ya no puedo. Antes sí. Antes era la primera en tirarme de la cama. ¡Buenooo...!, cuando se levantaba el ti Ambrosio, que en paz esté el pobre hombre, ya tenía yo despachada la hacienda y las sopas en la cazuela, ¿qué te parece?

SR. ALFONSO.- (Ha escuchado sin dejar de pasear. Habla con autosuficiencia, lentamente, como remachando lo que dice, dándole la mayor importancia del mundo a lo que dice, como dando a entender que lo que él dice es incuestionable). Si, hombre, sí. Esta mujer siempre ha trabajado mucho. Ha trabajado de sol a sol, como lo manda la ley. Ha trabajado más que diez señoritingas juntas de las de hoy. Sí, hombre, sí. Porque hoy mucho mover el esqueleto, mucho porro y mucha gaita... y al final, ¿qué?...trabajan cuatro y los demás a vivir del cuento. Vagos y maleantes, eso es lo que hay, ¿no es verdad, señora?

LA TI DOLORES.- Verdá de más, hijo, sí siñor.

SR. ALFONSO.- ¿Y a que antes no protestaban nunca?

LA TI DOLORES.- Nunca, no siñor. Nos conformábamos. ¡Uy de mí, si le levantaba yo la voz a mi padre! No, siñor, no. Lo que decían los padres, el siñor cura y el siñor maestro era como si lo mandara el mismico Dios... Y...¡cómo podía ser de otra manera!, ¿verdá usté?

SR. ALFONSO.- Eso digo yo. Pero estos parece que han aprendido mejor el catecismo que nosotros. Se creen con derecho a todo. Ni trabajan ni obedecen ni respetan. ¡Lo que ha cambiado el mundo, señora!

ANGEL.- Pues no. Yo creo que no han cambiado tanto las cosas. Antes se trabajaba mucho y hoy en día se sigue trabajando mucho. Antes cada uno trabajaba en su casa para él mismo, arreglándoselas como podía para poder sacar adelante a su mujer y a sus hijos. Se las veía y se las deseaba para poder vivir, porque su sudor más de cuatro veces, por no decir casi siempre, servía para llenar la panza de los ricos. Hoy la mayoría de la gente se rompe el espinazo en las fábricas para llenar el bolsillo de los mandamases de este país. En el fondo las cosas siguen siendo igual que antes, lo único que ha ocurrido es que antes la gente tenía los ojos cerrados, igual que los gatos cuando nacen y ahora los tenemos bien abiertos... y las uñas afiladas..., por si acaso.

LA TI DOLORES.- Sí, hijo, sí. Al ti Ambrosio, que en paz esté, y a mí nos tocó trabajar mucho. Ibamos a segar a la salida el sol. El año que nació Benitín estaba yo de siete meses y llevaba la sucada al pie del ti Ambrosio, ¡qué te parece! Tuvimos ocho hijos y todos comían con un hambre...¡pobrecicos..! Ahora, gracias a Dios, están todos bien colocaos..., menos Benitín, el pobre, que está en el paro... Claro, es un rapá que no se sabe callar... y velo ahí, lo echaron de la fábrica...

ANGEL.- Por eso digo yo que las cosas no han cambiado nada. Todavía hoy el que se va de la lengua..., bueno, usted lo ha dicho..., lo echan de la fábrica o, lo que puede ser peor, lo encierran por malo.

SR. ALFONSO.- (Ofendido por lo último que ha dicho Angel). Me da a mí que se está usted pasando un poco. ¿No le parece? La señora sabe muy bien que las cosas han cambiado todo para peor. Antes había paz, se comía y se bebía sin sobresaltos. Nadie protestaba y todos trabajaban de sol a sol, contentos por poder trabajar y ganar lo suficiente para el cocido. Ahora a todo el mundo le ha dado por chillar, todo el mundo se siente con derecho a reclamar lo suyo. ¿A dónde vamos a llegar? Encima, vienen aquí cuatro mocosos y nos quieren revolver el único rincón de la Tierra donde todavía se vive en paz y en armonía. Eso no se puede consentir, no señor.

LA TI DOLORES.- Y ya no se reza el rosario ni se va a misa ni se cree en Dios ni nada. El mi Benitín me entierra cada vez que viene al pueblo. Claro, la gente se marchó toda, cada uno por su lao y, como no esté la madre o el siñor cura detrás, se quedan en la cama y no pisan la iglesia. ¡Dios mío!, si hasta parece mentira. Si veo yo esto hace unos años (levanta la voz un tanto excitada) van todos a misa como me llamo Dolores, ¡demontre!

SR. ALFONSO.- Tiene usted razón, señora, toda la razón. Pero, mire, la culpa de todo esto la tiene la política. Ahora, todo el mundo habla de política, se hace político. Todos se creen con derecho a opinar y todos quieren tener razón. Antes, ¿verdad, usted?, sólo había un jefe, una política, una idea, un pensamiento, una religión, los Principios Fundamentales y... ¡sanseacabó! Eramos como un solo rebaño y un solo pastor. Ahora cada oveja anda por su sitio y no quiere saber nada de ningún pastor, ¿ve usted? Y así no se puede. Está todo el mundo extraviado y así anda todo... ¡patas arriba!

ANTONIO.- (Entra con un cubo y una brocha con pintura. Entra como distraído, pensando en su trabajo, Se queda mirando a la pintada).


LA TI DOLORES.- (Mira a Antonio un tanto sorprendida y curiosa. Se fija en el cubo). Antoñín, ¿y luego?, ¿qué haces tú con esos menesteres en la mano? ¿No estarás encalando la casa ahora?


ANTONIO.- No, ti Dolores, estoy haciendo pintadas.


LA TI DOLORES.- Y, ¿qué pintas, hijo? A ver, que yo me entere.


SR. ALFONSO.- Ya puede usted ver, señora (señala la pintada). Cuando el diablo no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo. Algo tienen que inventar estos mequetrefes. Y ahora no se les ocurre otra cosa que embadurnarnos  las paredes, llenándolas de mierda... Se les podía ocurrir, por ejemplo, arreglar el camino, hacer las zanjas para meter el agua o yo qué sé..., podían tirar piedras en la Veiga Redonda... Pero no esto. ¡Por favor!, esto no, ¡ que no me amuelen! ¡Hombre, por el amor de Dios!


ANTONIO.- Perdone usted, s e ñ o r,  (Se muestra decidido. Se dirige hasta el lugar donde está el Sr.Alfonso. Dice señor marcando y estirando las sílabas en plan irónico) pero me parece que la ti Dolores me ha pedido opinión a mí, no a usted, señor sabelotodo... Mire, ti Dolores, yo y otros compañeros más escribimos en las paredes para que todo el mundo lo lea, lea los problemas que tiene la comarca de la Carballeda, que es nuestra tierra. Usted sabe mejor que nosotros, porque ha vivido más años, que esta tierra nuestra está abandonada, que nadie nos hace caso. Usted está cansada de tener que ir todos los días a por agua a la fuente y tenemos derecho, como todo el mundo, a tener agua en casa. Agua corriente, ti Dolores. Usted es vieja ya y no puede con los cántaros. Usted merece tener un grifo en casa. ¿No le parece? Claro, este señor ve en nosotros al mismo diablo. ¿Por qué será? No le haga caso, ti Dolores. Seguro que él vive a sus anchas, en algún chalet por ahí. Igual ni siquiera es paisano nuestro. Igual ni siquiera ha nacido en esta tierra. En cualquier caso, seguro que él, además de los grifos que quiera, tiene una buena piscina y todas las comodidades del mundo... Y, entonces, ¿hay derecho a que él nade en la abundancia y nosotros nos pudramos en la necesidad? ¿Es que no estamos él y nosotros hechos con la misma carne y con los mismos huesos?


LA TI DOLORES.- Bueno, hijo, bueno. ¡Dios aprieta, pero no ahoga! Hay que tener paciencia. Mira, antes, cuando había mucha sequía sacábamos a los santos de la iglesia y los llevábamos hasta las tierras cantando las letanías de todos los Santos con ellos y ¡hay que ver las ruciadas que caían después!, ya lo creo. Y eso mismo teníais que hacer vosotros: teníais que tener más fe y teníais que ir más a la iglesia, a misa y al rosario. Dios y los santos benditos lo pueden todo, san Antonio, san Roque, san Blas...¡Ay san Blasico hermoso...! Pero qué me digo, si vosotros ya no creéis ni siquiera en los santos, ¿a que no?


ANGEL.- Mire, ti Dolores, escuche. No se trata de creer o no en los santos. Se trata de ver a quién le toca arreglar los problemas. Si lo dejamos todo en manos de san Antonio o de san Blas, entonces ¿qué pintamos nosotros? Yo creo que la gente de antes ha sido siempre muy cómoda, lo dejaba todo en manos de los santos y éstos lo mismo se encargaban de quitarle la oveja de la boca del lobo que de curar todas las enfermedades habidas o por haber. Se ha confiado más en los santos que en los médicos. Los ojeos contra el lobo se suplían con el responso a san Antonio y, naturalmente, en el monte todos los días se ven esqueletos de ovejas merendadas por los lobos... Los santos, por más que nos empeñemos, no nos solucionarán nunca nuestros problemas, ti Dolores. Tenemos que ser nosotros, nosotros unidos, los que les busquemos la solución. Claro, para eso nos tenemos que romper la cabeza, tenemos que perder tiempo y, sobre todo, tenemos que perder parte de nuestro egoísmo, de nuestro amor propio. Porque unirse con los demás, eso sí que es difícil, cuando cada cual quiere llevar siempre la razón y piensa que los demás nunca la tienen... ¿Rezar y todo eso...? Bueno, el que crea que rece, pero que no se olvide nunca de que con eso no basta o ¿no dice el refrán que a Dios rogando y con el mazo dando? Pues por eso a mí me parece que la cosa no está entre los que van a misa, entre los que creen o no creen en los santos o en Dios, sino entre los que realmente se preocupan o no de los problemas suyos, los de su gente, los de su pueblo, los de su tierra, en definitiva, de los problemas de los demás... y esto se lo digo, sobre todo, a usted... señor Alfonso... ¿de acuerdo?


LA TI DOLORES.- ¡Que sea lo que Dios quiera, hijo!


SR. ALFONSO.- ¡Que va, señora! Estos no se conforman con eso. Ellos se creen más importantes que el mismo Dios. Pregúnteles, pregúnteles a ver si ellos creen en Dios.


ANGEL.- Aquí el único que pretende estar contra Dios es usted mismo, puesto que lo único que está demostrando preocuparle realmente es su propia felicidad, no la de los demás. Lo único importante para usted es su propia comodidad, su bienestar y, para conseguirlo, no le importa atropellar la felicidad y los propios derechos de los demás. Y, sepa usted, que el que niega el derecho de los demás a ser felices está negando, renegando de Dios.


ANTONIO.- (Habla ensimismado) El lío está en que si, cuando se dice: -que sea lo que Dios quiera-, no querrá decir que nos echemos a dormir la siesta y, mientras tanto, los listillos de siempre se aprovechen del asunto. Porque, ¡qué casualidad! (se dirige al Sr.Alfonso), ¿verdá, usted?, que sean precisamente los tíos vivos, los listillos (hace un ademán con la mano, figurando robo y se la lleva al bolsillo) los que más usan y abusan de esta muletilla.


SR. ALFONSO.- (Impaciente, dándose por aludido). Bueno, señores, tengamos la fiesta en paz. No me interesa el tema. Allá ustedes con sus problemas. Lo único que les pido es que me dejen en paz. Lárguense y que no les vuelva a ver. Ah, y mucho cuidadito con lo que dicen y hacen. Cuidado, porque yo sólo tengo que hacer una llamadita y, entonces, les aseguro que no vuelven a dar más la lata para el resto de sus días. ¡He dicho! (Sale entre majestuoso, enfadado y cínico). (SUENA UNA MÚSICA FUERTE, ESTRUENDOSA)




IIº ACTO

ESCENARIO.- En mitad del escenario una mesa con cuatro sillas. Sobre la mesa una botella de wiski, cuatro vasos y una baraja de cartas. A un lado una cómoda y sobre ella una radio vieja.

(Entra el Sr.Alfonso con otros tres personajes. Visten todos igual: -traje, corbata, botas militares por fuera del pantalón-. Entran alegres, triunfantes, fumando un puro cada uno, se sientan a la mesa. El Sr.Alfonso sirve a cada uno un vaso de wiski. Da una mano de cartas. Juegan al mus. Cantan en alto las jugadas: mus, paso, quiero, dos más... Están indiferentes a lo que vaya pasando en la escena, a su alrededor, ellos siguen jugando como si no ocurriera nada...)


1ª ESCENA.- CARBALLEDA, Y ACOMPAÑANTES.- (Carballeda sube por la escalera central. Paso corto, avanza con dificultad. Angel, Antonio, Juan y Pepe suben por los laterales y se arrastran, reptan por el suelo del escenario. Avanzan con la cabeza erguida, mirando fijamente a los jugadores).


CARBALLEDA.- (En el centro del escenario. Está de lado, dirige la mirada alternativamente hacia los jugadores y al público).

Vivir así no es vivir,
malvivir y morir en silencio,
acurrucada junto al árbol seco.

Mis hijos arrastrados,

ante la mirada indiferente
del tiempo perdido.

ANGEL.- (Se arrastra reptando) Arrastrados como culebras.


ANTONIO.- (Idem) Pisoteados como alimañas.


PEPE.- (Idem) Olvidados desde siempre.


JUANA.- (Idem) Despreciados por siglos de indiferencia.


TODOS.- ¡DESPRECIADOS!


CARBALLEDA.-

 Mirad esta tierra callada,
vosotros, que dormís
con la conciencia tranquila,
con la conciencia encallecida.

Esta tierra que suplica,

que mendiga
compasión.

ANTONIO.- No podemos seguir viviendo olvidados, despreciados.


ANGEL.- Vuestra indiferencia es un fardo demasiado pesado para nuestras espaldas, doloridas por tantos siglos de desprecio.


JUANA.- (Intenta incorporarse, queda semiarrodillada). Si hemos de morir, lo haremos mirando de frente, pero nunca arrodillados.


PEPE.- (Se ha ido arrastrando hasta abrazarse prácticamente a las botas del Sr.Alfonso). Seremos capaces de sacudirnos el peso de vuestras botas.


SR. ALFONSO.- (Enojado, intenta desasirse de las manos de Pepe). Dejadnos en paz, miserables.


ANGEL.- (Semiarrodillado). Nosotros también queremos paz, pero no podremos tenerla si no se nos reconocen nuestros justos derechos.


ANTONIO.- (Se va incorporando también). Queremos vivir dignamente.


SR. ALFONSO.- (Bebe, apurando la copa. Tira las cartas y se incorpora con ademán de largarse).Vosotros no merecéis ni el aire que respiráis, largaos de aquí.


PEPE.- (Se incorpora casi del todo, queda medio agachado, encorvado). Esta es nuestra tierra.


JUANA.- ( Igual que Pepe). Vosotros sois forasteros, extranjeros de esta tierra.


ANTONIO.- (Igual que los anteriores). Mancháis nuestra tierra con vuestra mirada de serpientes venenosas.


ANGEL.- (Igual) Fuera de esta tierra, ¡malditas sanguijuelas! Chupáis nuestra sangre y, cuando os habéis hartado, con el estómago lleno, os divertís tragándonos bajo las herraduras de vuestras botas.


TODOS.- (Se incorporan del todo, valientes, decididos. Gritan). 

¡ F U E R A!

JUGADORES.- (Desde que Pepe habló se van retirando poco a poco de la mesa de juego. Al ver que los demás avanzan hacia ellos se van refugiando sobre las tablas del fondo)


SR. ALFONSO.- (Con miedo, algo tembloroso ante el avance de los demás). Nosotros sólo queremos vuestro bien. (Sigue retrocediendo ante el avance de los demás, hasta perderse tras el telón del fondo. Le siguen del mismo modo los demás jugadores.)

SUENA MÚSICA DE VICTORIA.

2ª ESCENA.-  (Mientras sonaba la música, todos los personajes han ido ocupando el centro del escenario)


PEPE.- (Dirigiéndose al público) En esta tierra estamos tan acostumbrados a los lobos, que los reconoceríamos, aunque se vistan con piel de corderos.


JUANA.- No hay peores lobos que los mansos, los que se meten en casa sin llamar, camuflados entre las ovejas.


CARBALLEDA.- (Ha estado quieta, observando la escena)

¡Qué dura es la vida del arrastrado!,
morder el polvo y escupir la hiel,
hermano, ¡qué amargo el pan
que mendigas!, ¿quién te apalea?

Aprietas los dientes y en tus ojos

la mirada inquieta de tu destino.

No mendigues, no pidas compasión,

no alargues la mano a quienes
engordan su risa con tu miseria.

ÚNETE, tierra. 

Vosotros, los hijos de esta tierra,
como una espiga de trigo,
UNÍOS
y abrid brecha.

Levantad los brazos caídos

y abrid el camino.

Seréis libres, UNIDOS, 

sólo UNIDOS.
Vuestra madre, la tierra Carballeda,
os necesita UNIDOS,
porque os quiere LIBRES.

(Sale lentamente. Los demás se la quedan mirando, fijos en ella, mientras sale).


ANTONIO.- (Sentado, habla para sí).Tierra despreciada, abandonada, pisoteada, burlada... Bueno, pero...y esto por qué... No lo entiendo. Le doy vueltas y no lo consigo entender... ¿Porque es una tierra pobre?...¿Porque comos gente ruin y maldita?...¿Seremos una raza diferente?...¿Porque...? ¿Qué hemos hecho nosotros para que se nos trate de manera diferente al resto de las comarcas?...¿No pagamos religiosamente, céntimo a céntimo, lo que nos corresponde por la contribución y el consumo?...¿Es que seremos menos capaces, tendremos más miedo o vergüenza de ir a reclamar a donde haya que ir y...así, el que...no llora..., pues ya se sabe...? ¿Por qué será?... Igual es que somos más feos, menos simpáticos... o igual es por todo un poco. (Entra la ti Dolores)


LA TI DOLORES.- (Se muestra cansada). ¡Ay qué cansada estoy, hijos! ¿Me puedo sentar, verdá? (Se sienta rendida y suspira hondamente). ¡Ay de mina! (Habla entrecortada, como si le faltara el aliento). Acabo de llevar cuatro viajes de agua y las herradas ya me pesan demasiao. Antes llevaba los cántaros y hasta el bidón, como una vulandera, pero ahora ya no. Ya lo creo, ya. (Mira a Antonio). Si tuviera un grifo de esos en casa... (Suspira), pero eso nosotros no podemos pedirlo, somos demasiao pobres y por eso no nos harán caso.


ANGEL.- Pero, ti Dolores, los pobres también tenemos nuestros derechos. Somos también personas.


LA TI DOLORES.- Sí, hijo, sí, pero no nos oyen.


PEPE.- No nos quieren oír, que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Nosotros, como somos pobres y esta tierra no da mucho, pues no interesamos pa nada a los que mandan. Como no pueden sacar mucha tajada, pues que nos den morcilla.


JUANA.- Aquí sólo se fijan en nosotros cuando hay que votar. Todo el mundo da vueltas por aquí y promete el oro y el moro. Cuando se pasan las elecciones, a esperar sentados. Si les pisas un poco y les dices que prometieron tal o cual cosa, te dicen que ¡narices!, que hay que tener un poco de paciencia, que son muchos a pedir y que la olla no da para todos. Al final con quedamos con las migajas o...sin nada, que es lo más seguro.


ANTONIO.- (Manipula en la radio. Suena ruido de interferencias de distintas emisoras).


LA TI DOLORES.- ¿Y qué hora es?


ANTONIO.- (Mira el reloj) Van a dar las ocho.


LA TI DOLORES.- Pues pon el arradio, hijo, que el de María da el rosario a las ocho en punto.


ANTONIO.- Pero, ¿en qué emisora, en Radio Nacional, en la SER...?


LA TI DOLORES.- No, hijo, en el arradio mismo... Claro, igual éste no es como el de María, y no dice lo mismo...


(Antonio, mientras tanto, ha ido dando vueltas al dial hasta que suena la grabación del MITIN, en el momento en que termina de hablar la ti Dolores.)


GRABACIÓN.- Ha llegado la hora, carballeses, de que salgáis del olvido. Ha llegado la hora de vuestra liberación. Vuestra tierra será tenida en cuenta. Tenemos un proyecto, un plan de estructuración económica de toda la comarca, de tal manera, que se crearán a corto y medio plazo un número de puestos de trabajo suficientes, que eviten el paro y la emigración. Ni un emigrante más fuera de esta tierra. Estos pueblos, que se debatían entre la vida y la muerte, en una agonía lenta y silenciosa, enterrados en el olvido, serán recuperados para la Historia. Carballeses, vuestro voto es la carta de garantía que avala vuestro futuro. No desperdiciéis la ocasión. Ahora o nunca. No habrá una segunda oportunidad. Yo os prometo, mi partido os promete garantizaros vuestros derechos de ciudadanos españoles, reconocidos en nuestra Carta Magna. Agua en vuestros pueblos, servicios públicos en vuestros pueblos, progreso y vida en vuestra tierra.

Carballeses, nosotros prometemos y nosotros cumplimos. Dadnos vuestro voto y transformaremos la faz de esta tierra.
(SIGUE MÚSICA DE CAMPAÑA ELECTORAL)

LA TI DOLORES.- ¿Y quién es ése que habla?... ¡Hay que ver qué bien se explica! Tal como si fuera D. Melquiades.


PEPE.- ¿Y quién era el tal D. Melquiades?


LA TI DOLORES.- Sí, hijo, tienes que haber oído hablar de él. Le traían todos los años pa que predicara en la fiesta del pueblo. ¡Uy, cómo hablaba! Daba gloria oírlo.


ANTONIO.- Sí, señora, sí. Aquí todos hablan bien. Todo el mundo suelta el rollo y se quedan tan anchos. Curas, políticos, todos han intentado desde siempre comer el coco a esta pobre gente, los unos metiendo miedo con la cosa del pecado y del infierno para así tener a la gente en el bote. Los otros, prometiendo siempre para, de ese modo, tener a los chupatintas y a los jamones asegurados. Mientras tanto, nosotros, aquí, nos hemos dejado llevar. Hemos creído a ciegas a los unos y a los otros y... así nos luce el pelo.


LA TI DOLORES.- Bueno, hijo, en teniendo pa comer...


ANGEL.- Pa comer y para algo más, que no sólo de pan vive el hombre. Somos la comarca más atrasada de la provincia.


3ª ESCENA.-
(Todas las intervenciones ahora son rápidas, como ráfagas, sin pausas entre cada intervención. Son frases-relámpago, dichas en voz alta, con sentido de denuncia. Todos los personajes que están en escena se convierten en denunciantes. Todos ellos están  de pie sobre el fondo y los laterales. Van desfilando con rapidez hacia el centro del escenario, donde sueltan las frases de denuncia con energía).

JUANA.- Somos más de cincuenta pueblos con los mismos o parecidos problemas.


PEPE.- Prácticamente ninguno de los pueblos de la comarca cuenta con la red completa de calles pavimentadas.

ANTONIO.- Tenemos los mismos derechos que el resto de las comarcas de la provincia y que el resto de los pueblos de España, y pedimos justicia.


JUANA.- En muchos pueblos falta el alumbrado público y donde éste funciona es totalmente insuficiente.


ANGEL.- Zamora es una de las provincias que produce más energía y es una de las que menos gasta.


PEPE.- El teléfono llega a nuestros pueblos tarde, mal y nunca.


CARBALLEDA.- (Se ha transformado en una joven más del grupo de denunciantes. Aparece en escena por un lateral.) ¡Justicia y no compasión!


ANTONIO.- Algunos pueblos no cuentan tan siquiera con carretera de acceso. Los caminos vecinales se hacen intransitables en época de lluvia.


ANGEL.- Los repartos de los Planes Provinciales se hacen sólo con criterios políticos y no de justicia distributiva. Pesan más los votos que las necesidades de las poblaciones. Los dineros se van a otras comarcas más pobladas, con mayor censo de votos.


JUANA.- En el reparto del año pasado, sólo cinco pueblos de la comarca recibieron algo de lo que habían solicitado.


DOLORES.- (Se ha transformado también en una joven denunciante). Más del setenta por ciento de nuestra gente ha tenido que emigrar.


PEPE.- ¡Justicia y no promesas incumplidas!


CARBALLEDA.- La agricultura está abandonada y la ganadería no recibe ningún tipo de ayuda estatal.


ANTONIO.- El paro se extiende cada vez más y amenaza con paralizar todos nuestros pueblos, al cerrarse la válvula de escape de la emigración.


ANGEL.- ¡Justicia y no más limosnas!


JUANA.- Somos una comarca discriminada.


DOLORES.- Somos una comarca perdida en el mapa de la indiferencia.


CARBALLEDA.- Se nos niega el pan y la sal.


PEPE.- Queremos el mismo trato de igualdad y de justicia.


TODOS.- (Apiñados en el centro. Levantan los brazos). IGUALDAD Y JUSTICIA. (Bajan los brazos poco a poco y salen lentamente de escena, mientras va sonando una CANCIÓN PROTESTA).




IIIº. ACTO

1ª ESCENA.- (Se celebra concejo en la plaza del pueblo. Se ha sacado fuera del escenario la mesa, las sillas y la radio).

(Los personajes se colocan todos alrededor del escenario, dando la sensación de que participa todo el público en el concejo)

SR. ALFONSO.- (Se sube sobre un altillo en el centro del escenario. Lleva unas cuartillas en las manos  y lee). 

A los supervivientes de la comarca de la Carballeda. Instituto Geográfico. Sección de Cartografía. Mapas. Madrid.
Estudiadas a fondo las condiciones económicas, sociales y políticas en que ha vivido y sigue viviendo la población de esa comarca, hemos constatado lo que sigue:
1º.- Los recursos económicos de que disponen no les permiten en absoluto llevar una vida mínimamente digna y que, desde luego, no se ajusta en absoluto a las mínimas condiciones exigibles por la sociedad actual para ser acreedor del buen nombre del progreso y de la sociedad de consumo de la que todos dignamente disfrutamos.
2º.- Las condiciones de habitabilidad de las que actualmente disponen los pueblos de esa comarca, siguiendo infame y vergonzosamente sin servicios públicos mínimos, exigidos actualmente por la nueva sociedad, les aparta a ustedes irremisiblemente del mundo civilizado, máxime si, como nos tememos, al leer este escrito, ni uno solo de ustedes que lo escuchan, se sonrojan hasta las orejas de vergüenza.
3º.- Para colmo de nuestra sorpresa e indignación, hemos podido confirmar la ausencia, prácticamente masiva, de la mayor parte de los habitantes de esa tierra. Dicen ser emigrantes en busca del cocido por esas tierras de Dios. Gente despreocupada, alejada, aventurera, despilfarradora, soñadores incapaces de una vida digna y en paz con el progreso de su tierra.
4º.- La agricultura y la ganadería, tradicionales medios de producción de esa zona, están en franca decadencia. Razón ésta para pensar en la dejadez y despreocupación de esas gentes, incapaces de sacar el fruto debido a las tierras y demás bienes que posean.
5º.- Nos hemos dado cuenta de que, a pesar de estos hechos, que por sí solos debieran constituir flagrante delito, en una sociedad ideal y cuasi perfecta como la nuestra, esa gente de la Carballeda, de un tiempo a esta parte vienen levantando impunemente la bandera de la discordia y de la protesta callejera, hecho éste inadmisible, si se tienen en cuenta los delitos detallados con anterioridad.

Por todo ello, este Instituto, en nombre propio y en el buen nombre de la sociedad a la que pertenece y defiende, ha decidido condenar y CONDENA A ESA COMARCA DE LA CARBALLEDA A DESAPARECER DEL MAPA PARA SIEMPRE.

Madrid a tantos de tantos del año de gracia, etc., etc.

ANTONIO.- ¡Pero, coño! Esto es una tomadura de pelo o (mira a los demás) ¿no lo es?


PEPE.- Sí, claro. O sea, que ahora resulta que somos nosotros los culpables.


JUANA.- ¡Encima de Dios, candela!


ANGEL.- Esto es intolerable. Se ríen de nosotros. (Se dirige a los demás) No podemos quedarnos con los brazos cruzados.


PEPE.- (Decaído). ¡Y qué quieres que hagamos!


JUANA.- Lo que sea, pero no quedarnos quietos. ¿Tú te das cuenta de lo que esto significa?


PEPE.- Claro que sí, que de ahora en adelante los que se han olvidado desde siempre de nosotros no van a tener ni siquiera un mapa que les recuerde que nosotros existimos de verdad.

ANTONIO.- Exacto. Eso es, sí, señor. De ahora en adelante poco nos vale protestar o no. Nos pongamos como nos pongamos, como si es patas arriba, nos va a dar igual. No nos harán ni caso.


LA TI DOLORES.- Pero, hijo, y pa qué queremos nosotros estar pintamos en un mapa. ¡Pa la gente que somos!...¡Quién se va a acordar de nosotros!?


ANGEL.- No, ti Dolores, no. Somos pocos y somos pobres. Pocos y mal avenidos. Pocos y cada uno por su lado. Pobres y nos conformamos con el cacho de pan duro que tengamos. Pero no tiene que ser así. De ahora en adelante (lo dice decidido, mirando a los demás como un reto) tenemos que cambiar, tenemos que hacer algo.


SR. ALFONSO.- (Se había quedado como a la expectativa, escuchando las consideraciones del concejo. De brazos cruzados. Fuma indiferente. Habla pausadamente, con ironía, no directamente). Habló Blas, punto redondo. Ya está. ¡Qué coños de caso queréis que hagan los de arriba a estas peñas, a estas piedras, a esta tierra miserable, que por no dar no da ni cardos. ¿Por qué se marcha la gente? Si las tierras fueran buenas no se marcharían, ¿no? Pues, entonces, ¿a qué viene esa manía vuestra de protestar y de ver fantasmas en todas partes?


ANGEL.- Oiga, señor, ¿qué carta es la que está intentado jugar usted? ¿Qué malditos intereses está usted defendiendo? Le diré una cosa: estas peñas, estas piedras, esta tierra miserable, es nuestra tierra, ¡¡es nuestra!! y, como cosa nuestra, la defenderemos. Aquí nacimos, aquí ganamos a duras penas el mendrugo de pan que nos permite seguir viviendo aquí y aquí dejaremos, posiblemente, nuestros huesos. ¡Cómo pretende usted querer convencernos de que nos crucemos de brazos!


JUANA.- (Se dirige al público) Supongo que todos vosotros os habréis dado perfecta cuenta de los intereses que representa este señor, de sombrero de fieltro, corbata y cuello alto. El, claro, cansado de hacer desde siempre la pelota a los de arriba para poder mantener la corbata en su sitio, pues, naturalmente, chilla y patalea contra los que piensen al revés de él, contra los que no pongan la vela al mismo santo de su devoción. Y esto no puede seguir así, no, señor.


PEPE.- (Se dirige a Ángel) Yo también creo que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Hay que hacer algo.


LA TI DOLORES.- Hacei lo que queráis, hijos, pero no os peleéis. No, hijos, no, pa guerras ya himos tenío bastantes en España. El mi Ambrosio, que en paz esté, estuvo cuatro años movilizao. ¡Ay de mí qué tiempos aquellos! Yo, con tres bocas pidiéndome pan y sin saber qué hacer... No riñáis. Vosotros, que sois todavía mozos, podéis llevaros bien.


SR. ALFONSO.- No, señora, no. Estos señores y yo somos de cosechas distintas. Si fuéramos nacidos en la misma tierra, ellos serían el joleo y la avena loca. Usted sabe que no se puede mezclar el buen trigo, el trigo limpio, con las malas hierbas, con la cizaña.


LA TI DOLORES.- ¡Caray con el hombre este!


ANGEL.- Déjelo, ti Dolores. Menos mal que él se da cuenta de que no está hecho de la misma madera que nosotros. ¿No sabe usted que cuando sale un buen vino se suele decir que de bueno que es rompe la botella? Pues nosotros queremos conservar la botella entera, que no se nos rompa. Que no se malogre esta tierra con un trigo tan...(hace una mueca irónica, de desprecio, mirando hacia el Sr.Alfonso)...limpio.


ANTONIO.- (Ha estado medio apartado, meditabundo, a veces se sentaba con la cabeza entre las manos). ¡Ya está! Este tío y todos los que opinan y actúan como él son los causantes principales de nuestras desgracias. Siempre que alguien intenta levantar cabeza, levanta la voz, protesta, ¡ya está!, se cagan la pata abajo, porque se sienten culpables, tienen mala conciencia y, con el miedo metido en el cuerpo, no tienen tiempo de correr a chivarse a los de arriba. Esto es lo que ha pasado ahora. Si nosotros nos quedamos quietos  pronto nos darán una patada en el culo y nos mandarán a echar raíces a otra parte.


PEPE.- ¿Qué propones tú, entonces?


ANTONIO.- Actuar. Echarle a él, antes de que nos echen a nosotros. 

(Las miradas de todos se dirigen como flechas, clavadas todas sobre la cara del Sr.Alfonso. Nadie demuestra tener miedo. No lo hacen con odio. Están decididos a liberar a su tierra de los culpables de su miseria, de los caciques. El Sr.Alfonso, ante la actitud un tanto repentina de sus acusadores se va achicando, pero sin perder la compostura del todo. Da un paso atrás, pero sigue firme aún y con actitud retadora...)

JUANA.- Si esta tierra necesita hombres y mujeres decididos, aquí están nuestros brazos.


ANGEL.- (Se dirige al público) Carballeda no pide ni necesita héroes, no quiere quijotes. Sólo quiere hombres y mujeres decididos, sin miedo, que se rompan los brazos en la lucha por sacar a esta tierra de su abandono.


2ª ESCENA.- 
CARBALLEDA.- (Se dirige al público desde un lado del escenario. Se muestra más decidida, más animada).
Más bien prefiero trigo firme
que no limpio.
(Los demás dan un paso atrás y se la quedan mirando. El Sr.Alfonso también da un paso, pero adelante, en plan irónico, mordaz, chulesco, de autosuficiencia).
Raíces profundas y tallos
zarandeados por el viento.

No os fiéis nunca de los hombres

que tienen la boca llena de virtudes,
el color del vino es lo de menos,
aunque rompa el vidrio,
puede contener un veneno invisible.

Yo prefiero a estos hijos (Recorre con la vista a cada uno de ellos, les mira con dulzura. No se fija en el Sr.Alfonso, le pasa por alto)

con las manos manchadas de sudor
y con la bandera de la libertad
limpia en el viento,
con la cabeza muy alta
y con los pies en el suelo,
con las raíces del roble
penetrando, manteniendo
a esta tierra, vuestra tierra.

PEPE.- ¡Raíces de roble!


TODOS.- (Decididos, se dirigen hacia el Sr.Alfonso) ¡¡FUERA!! (El Sr.Alfonso retrocede)


JUANA.- No queremos trigo limpio.


ANTONIO.- (Señala con el dedo al Sr.Alfonso). Queremos la botella entera, que no se rompa con ese vino maldito.


TODOS.- ¡¡FUERA, TRIGO LIMPIO!! (Avanzan hacia el Sr.Alfonso y éste retrocede)


ANGEL.- Esta tierra está cansada de los hombres virtuosos.


SR.ALFONSO.- (Ahora se muestra con miedo, arrinconado en una esquina del escenario). No podréis hacer nada sin mí. Yo he sido bueno con vosotros. Os he ayudado siempre.


LA TI DOLORES.- (Se ha quedado junto a Carballeda, en el lado opuesto de los anteriores). ¿Y a qué viene tanta griesca ahora?


ANTONIO.- Mire, ti Dolores, éste es uno de los culpables de que usted se deslome acarreando cada día los cántaros y las herradas llenas de agua desde la fuente hasta su casa.


PEPE.- A éste no le preocupa en absoluto cómo vivan los demás. El va a lo suyo, sólo se preocupa de su estómago y de su taburete.


ANGEL.- Tenía engañada a toda la gente. Decía a todo el mundo que no se preocuparan, que él tenía buenos agarraderos con los de arriba, y ya ve usted lo que ha conseguido, si acaso, hundirnos aún más. Y él tan feliz.


LA TI DOLORES.- ¡Ah, bribón! (Se dirige hacia él, da unos pasos. El Sr.Alfonso retrocede más).

SR. ALFONSO.- Pero, señora. Mire bien lo que hace. ¿Pero, no se acuerda de cuando...?


LA TI DOLORES.- Pícaro, que es usté un pícaro. Yo también le echo a usté, ¡demontre!


TODOS.- ¡¡FUERA!!


SR.ALFONSO.- Nooo....(Dice una frase ininteligible y sale del escenario con estruendo, como si se hubiese caído por la escalera lateral...) (SUENA MÚSICA DE VICTORIA -"EN UN MUNDO NUEVO"-)


(Siguen unos momentos de silencio, mientras continúa la música. Los personajes aprovechan para ir tomando posiciones: Carballeda en el centro, de pie. Los demás se reparten por el escenario, unos de pie, otros sentados sobre el suelo o sobre las piedras... Todos están con la cabeza muy alta, orgullosos. Tanto Carballeda como el resto se muestran vencedores, pero sin arrogancia, con humildad. Se van moviendo lentamente, mostrando en esos movimientos los sentimientos que les embargan a todos. ¡Lo han conseguido!)


CARBALLEDA.- (Sonríe abiertamente, se le desparrama la vida por el rostro, la mirada, la voz, la decisión y entereza en el habla...)

Ahora soy libre,
me llega el olor del tomillo
con la fuerza penetrante
de esta tierra.

Libre, y mis hijos

comerán ahora el pan
sin que nadie les repita lo que cuesta
el pan de los pobres.

Mis hijos, UNIDOS,

harán un frente común
y descubrirán a los lobos,
aunque se vistan con piel de cordero.

(Empieza a sonar "CON TU QUIERO, de Luis Pastor -letra de Mario Benedetti-

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos, compañero.
La historia tañe sonora,
su lección como campana,
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora.
Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos, compañero.)

(Todos, incluida Carballeda cantan dando signos de alegría, se abrazan. Baja el sonido para que se oigan las últimas palabras de Carballeda)

Juntos todos,

cantando de frente
nuestra libertad.

Juntos todos,

queriendo, bebiendo
nuestra libertad.
Gritando a voces
nuestra LIBERTAD.

TODOS.- (Levantan los brazos lentamente e invitan al público a que participe y haga lo mismo. Gritan a todo pulmón) 

¡¡N U E S T R A   L I B E R T A D!!

(SUENA FUERTE LA CANCIÓN ANTERIOR. EL PÚBLICO SE UNE Y CANTA TAMBIÉN. A CONTINUACIÓN CANTAN TODOS EL "CANTO A LA LIBERTAD" DE LABORDETA:


Habrá un día 
en que todos,
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.

Sonarán las campanas
desde los campanarios,
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan.)

FINAL


José Fuente Ferrero
Valleluengo, agosto 1980



viernes, 11 de enero de 2013

IX.- LAS FIESTAS

Representación de la obra "Mi pueblo no muere" (año 1979)
A comienzos de los años 70 se empezó a celebrar el "Día del Emigrante". Valleluengo fue el primero en hacerlo. Continuarían otros pueblos, como Villanueva de Valrojo, Fresno, etc. Una fiesta por todo lo alto. Una fiesta amenizada por las mejores orquestas (la recaudación que se obtenía del bar lo permitía con creces), con un programa cargado de actividades, dirigido a todos los públicos. Fiestas llenas de diversión, pero también que trascendían la diversión del momento y  buscaban algo más. 
Chocolatada, a la puerta de Rogelio
Fueron fiestas llenas de contenido. Encajadas en aquella época, en el contexto de aquellos años, las fiestas eran una forma de acercamiento entre los que se habían ido y los que quedaban aún en el pueblo. Eran un llamamiento a todos los pueblos del entorno (que pasaban por el mismo túnel de dificultades y de abandonos) a la unidad. Se buscaban vías de convivencia entre todos, esa era la base. Y, luego, aprovechábamos la ocasión - ¡faltaría más! - para reclamar lo nuestro. Esa era una puntada más y eso nos unía más. Todas las cosas que veníamos reclamando para el pueblo y todas las cosas que planteábamos para la comarca (la comarca de La Carballeda) estaban presentes en el programa de cada fiesta (ver como muestra el próximo capítulo).

Las mozas invitan a primeras horas de la mañana.
 Después del chocolate venía la alborada,
 recorriendo con la gaita y las gargantas "afinadas"
 las calles del pueblo: "Levántate morenita..."
(En cualquier caso, no me digas que con estas mozas
tan airosas hacía falta hacer publicidad de las fiestas...)

LA ORGANIZACIÓN

Pienso que ahí estuvo la clave del éxito. Eso y la implicación de la gente (de la mayoría de la gente...). Cuando aparecían las vacaciones de agosto el programa de las fiestas ya estaba aderezado, precocinado y consensuado. Antes de agosto nos habíamos movido (¡lo que hubieran hecho entonces todo esto de las redes, del facebook, etc!), había ya orquesta contratada, gaitero, responsables de organizar esto o lo otro, las fechas, prácticamente todo. La labor que hicieron las personas (los enlaces, que casi siempre eran las mismas), que coordinaban cada una de las zonas donde vivía la gente del pueblo, fue fundamental.

Estilo no les falta. ¡Si se enteran Los Beatles...!
Una vez en el pueblo (los primeros días de agosto, a veces a finales de julio, con la gente que hubiera. Daos cuenta de que la fiesta se hacía siempre en torno al día 10/12) nos juntábamos para una primera reunión y se hacía una puesta en común de lo que se había preparado, se repartían las actividades por comisiones y responsables y se ponía todo en marcha. No faltaban los encargados de repartir los programas de fiesta por todos los pueblos, panfletos, carteles, etc. Se anunciaban en la radio y en la prensa, invitando a todo el mundo. 

EL PROGRAMA


El último burro..., pero llegó...,
  de eso se trataba.
En el programa se incluían actividades para todos: gaita y tamboril para la alborada y las jotas (recuperar raíces y conectar y ganar a nuestros viejos), juegos infantiles, bailes y verbenas..., juegos populares (el marro, la calva, los bolos...), juegos de mesa, concursos de cartas, el fútbol (solteros contra casados), carreras pedestres (en calzoncillos a las 10 de la noche por las calles del pueblo, ante el estupor y el "deleite" de la gente que tomaba el fresco a la puerta de su casa), carreras de burros (yo tuve el honor de llegar el último una vez que participé, pero que conste que la culpa no fue mía, fue del burro)..., concursos gastronómicos, teatro en vivo y en directo (próximo capítulo)...


Diversión y mucha, ahí están las caras.
Los mozos por los suelos...debió de ser
por el chocolate...
Un programa variado, que exigía mucho esfuerzo y la colaboración de todos. Ahí estaba el secreto del éxito: en la colaboración de la mayoría. 

Y aprovechábamos las fiestas para reclamar. No dábamos puntada sin hilo. Eran el mejor escaparate para mostrar y denunciar lo que nos estaba ocurriendo. Tengo delante una octavilla con el programa de las fiestas del año 1980 (que las repartíamos por todos los pueblos y termina recordando las reivindicaciones con las que dábamos la matraca todos los días de agosto y durante todos los agostos: (1º Puesto de trabajo en nuestra tierra. 2º Industrias derivadas del campo. 3º Reforma Agraria. 4º Inversión obligatoria de Bancos y Cajas en el desarrollo del campo. 5º Fuera caciques e intermediarios. Precios justos.). 
Pegatina que el GTE (Grupo de Trabajadores Emigrantes en el País Vasco), sacó en el año 1976.
 (Este Grupo  se constituyó en Oñate (1974) y se extendió por otras localidades, sobre todo de Guipúzcoa
(Mondragón, Aretxabaleta, Vergara) y Vitoria.