jueves, 31 de diciembre de 2015

CAMPANADAS A MEDIA NOCHE

Esta noche, a las 12 en punto de la noche, repicarán de nuevo las campanas en Valleluengo. Sonarán campanas de gloria, campanas de fiesta. Y el pueblo cobrará vida, porque, si las campanas repican, es que el pueblo sigue vivo.
Y habrá repique de campanas porque Fernando (el hijo de Evangelina y de Valentín) se ha comprometido y repetirá el ritual de los dos últimos años (- Esas cosas no se tienen que perder y yo, mientras pueda...) Gracias, Fernando.

"AMIGOS DE SAN BLAS" OS DESEA A TODOS/AS UNAS FELICES FIESTAS.
Felices días, pero sin que nadie se pase, que ha de quedar cuerda y ganas para encarar el nuevo año. Tenemos algunas cosas ya previstas y en marcha para los próximos meses. Id tomando nota de la primera: Un San Blas (6 y 7 de febrero) por todo lo alto, con matanza incorporada. Ahí es nada. En breve daremos más detalles sobre el programa. 




viernes, 18 de diciembre de 2015

ALGUNAS MEJORAS

Volverán los tiempos de las rosas,
 mes de abril henchido en primaveras,
margaritas, campanillas y azaleas,
volverán a bailar las mariposas.
Valdiguicia, el Puzancón en madreselvas,
brotes verdes germinando la Ribera.
Foto: Tito Meschini (Buenos Aires)
(HE DE INSISTIR EN QUE LAS FOTOS HAY QUE VERLAS EN PANTALLA COMPLETA. PINCHAR EN LA PRIMERA Y VAN SALIENDO TODAS, UNA DETRAS DE OTRA...)



Estos días se respiraba más silencio, más soledad, en el pueblo. Como en años anteriores, a partir del puente de la Constitución se han quedado  sólo quienes residen allí durante todo el año, 10 personas en estos momentos. Las calles más vacías, la noche más noche aún, una noche negra como "la boca del lobo", envuelta en una niebla espesa y meona y en un cierto halo de misterio que, sin llegar a sentir el miedo, te invita a ponerte al recaudo siempre agradecido de la lumbre. Algún que otro ladrido de los perros te da cuenta de la existencia de vida y, aunque los ladridos sean persistentes a las tantas de la noche, quebrándote la tranquilidad del sueño, casi que se agradecen, por sentirse uno protegido o, al menos, acompañado.
¡Qué sería de la vida sin rosas!
Una senda sin ritmo ni sangre,
un abismo sin noche ni día.
Ellas prestan al alma sus alas,
que sin ellas el alma moría.
sin estrellas, sin fe, sin las claras
ilusiones que el alma quería.
(Federido García Lorca)
Pero la vida sigue y, cuando a media mañana la niebla remonta más allá del Rebollal, las cosas se ven de otra manera. "Mañana de niebla, tarde de paseo"; una tarde de sol que anima y confunde hasta la propia naturaleza: florecen las rosas como en pleno mes de abril, liban las abejas y las avispas sobre la flor del romero y sabe a primavera la cabezadica al "abrigao" placentero de aquel rincón  que se aloja entre la pared de tapia y el pajar.


HABLAMOS DE REFORMAS

Limpieza de las Pozas de riego.- 













Es algo que se venía pidiendo desde hace años y este año, allá por septiembre, entraron las máquinas.
Efectivamente, ahora quedan las pozas como desnudas, desangeladas, más feas, si cabe. Se han plantado algunos árboles y habrá que buscar la forma de cubrir el entorno de más vegetación: plantas, arbustos, parterres de flores... Dependerá de la imaginación y de la buena voluntad de todos/as.












La reforma del bar.-

Nueva construcción

Otro paso más y una razón más para el optimismo. Avanzamos, luego estamos en la buena senda. Ha habido participación y ganas. Ha habido perseverancia y el resultado está ahí: el techo del bar construido con el mismo estilo que el de la cocina/comedor. ¡Menuda diferencia con el que tenía antes!




La barra. Falta por colocar la encimera.
Ventanas nuevas
Como un niño con zapatos nuevos, estrena canalones.

El carballo de Retaduña.-



¿Qué le pasa a nuestro árbol por antonomasia, a nuestra insignia, nuestro símbolo del pueblo, nuestro roble más mimado? Y qué le va a pasar que no sea fruto de los años, los achaques propios de los robles centenarios. Nuestro buque-insignia va perdiendo fuerzas y va perdiendo ramas, como el hombre o la mujer ya achacoso/a que pierde los dientes, que un buen día se le caen y el pobre hombre o la pobre mujer no se da cuenta de ello. Esta vez han sido tres ramas de una tacada, una de ellas la más larga y resistente. Allí le quedan las cicatrices marcadas sobre la corteza del tronco, como tres condecoraciones de guerra en la lucha por la vida.