Aún no ha llegado mayo y ya hay una primavera desbordada por los campos salvajes (sin cultivo / campos libres) de Valleluengo. Una primavera henchida de vida y de color. El aire perfumado del olor de las urces, la flor de la carqueisa y algunos sanjuanes que asoman tímidos sus primeros brotes.
Huele el aire a primavera, aromas de nostalgias de primaveras pasadas, fragancias que animan el espíritu, bocanadas de aire fresco que justifican las largas caminatas por el monte, por las orillas del río, por los caminos y sendas perdidos.
Manto de margaritas al pie de la Fuente de la Iglesia
La flor morada, rosa o blanca de la urz,
amarilla la de la carqueisa, blanca la de la escoba.
amarilla la de la carqueisa, blanca la de la escoba.
Poco a poco se desmelena la flor de la jara
El quirulín se extiende como una alfombra a lo largo del camino
Jardines colgantes sobre los barrancos
Una escarcha de flores cubre amorosamente
las pozas de Valdiguicia
las pozas de Valdiguicia
Diente de león - gatinas de flor amarilla - lino de raposa -
margaritas y milenrama en las Fontaninas
margaritas y milenrama en las Fontaninas
Mayas -también las mayas- en los Cuestos Tendales,
en el Camino Viejo y en la Veiga.
en el Camino Viejo y en la Veiga.
Corales en los Prados.
Lilas - romero y árboles frutales.
Enhiestos y altivos los álamos de Jaco
Tristes los castaños, desnudos, lastimeros (tal vez enfermos).
Cocas de San Juan que estrenan nueva vida.
Bullicio, rapaces y alegría esparcida por las plazas y las calles.
Es Semana Santa y el pueblo cobra vida.
Es Semana Santa y el pueblo cobra vida.
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