viernes, 22 de noviembre de 2019

TARDE DE OTOÑO EN VALLELUENGO



Llueve,
 detrás de los cristales, llueve y llueve
sobre los chopos medio deshojados,
sobre los pardos tejados,
sobre los campos, llueve.
Antonio Machado


Lloran las hojas
lágrimas de lluvia,
sangre de lluvia,
sobre una tarde de otoño.

Gotean las pardas hojas
de la higuera y de la peral grande,
de los negrillos, el manzano y el nogal.

Arrecia la lluvia
y golpea con saña los cristales.
Mi corazón late
y siente el sabor amargo
de la soledad.

Tan solo el viento
(y algún que otro perro suelto)
ocupan las calles,
 murmurando(o ladrando)
al silencio que dejó la ausencia.

No da abasto esta lluvia compasiva 
para cerrar el boquete de la herida, 
la hemorragia
incontenible de los que se fueron.

Es tarde de otoño en Valleluengo.


Recupero aquí unas líneas que escribí y publiqué en este blog en el otoño de 2012. Los mismos síntomas, los mismos sentimientos y las mismas inquietudes ahora y entonces.




Desnuda está la tierra,
y el alma aúlla al horizonte pálido
como loba famélica. ¿Qué buscas,
poeta, en el ocaso?
¡Amargo caminar, porque el camino
pesa en el corazón! ¡El viento helado,
y la noche que llega, y la amargura
de la distancia!... En el camino blanco
algunos yertos árboles negrean;
en los montes lejanos
hay oro y sangre... El sol murió... ¿Qué buscas, 
poeta, en el ocaso?
Antonio Machado


                                             
                                       
         


El viento helado... la noche... la amargura... y la distancia... El sol murió y el ocaso anegó de sombras la noche callada. (El poeta A.Machado expresa en estos versos su dolor por la pérdida de su amada Leonor. Yo se los pido prestados para expresar el sentir y la pena; para soltar los amarres del dolor y romper los cercos del silencio ... para declarar una lucha sin cuartel contra el destino.)
La lluvia, pegada a los cristales, rememora estampas de otros tiempos. La lluvia mansa, que serena las nostalgias. La lluvia como bálsamo.