domingo, 22 de octubre de 2023

ODRES Y ALMAZARAS CON CONTENIDO VIEJO



No permitas que se derrame el odre
donde se contiene el mejor vino viejo
o que se vacíe la almazara donde conservas
la mejor de las aceites extras.
Tú juega siempre con las esencias,
 no te salgas de tus papeles.
Cumple con tu roll.

  No desperdicies 
ni siquiera una miaja.
No están los tiempos para permitirnos
esas ligerezas.
No perderás el honor y la honra
porque desahogues tu llanto
a la vuelta de la esquina o
porque se te vea compungido
sentado a la puerta de tu casa.

Entrégame lo mejor de tu ser
y ríete conmigo.
Unge mi cuerpo con un perfume
sencillo, barato, No con un perfume
del caro, no con marto,
 guardado en piedras de alabastro.
 Más ligero, más, más sencillo.
Para que, igual que el poeta,
no nos pese el equipaje
-ligeros de equipo, amigo-
libres de cargo.





jueves, 19 de octubre de 2023

NO ME GUSTA EL SUFRIMIENTO

No al sufrimiento


Lo siento, pero a mí no me atrae especialmente la práctica del sacrificio. No me consuela verle la cara al dolor, aunque sea un dolor consentido. Aunque sea ese dolor el fruto resultante de la sumisión...,  más difícil de dominar... (¡qué le vamos a hacer, qué sea lo que Dios quiera!, que era en lo que concluía siempre mi abuela.)
Trataré siempre de alejarme de las situaciones que impliquen el contacto irracional de quienes buscan la violencia para recrearse en ella. Son muchas las veces en las que la vida misma te invita amablemente a que te relajes, y a que abras el abanico de tus sueños y te eches a volar. Y condenses en esos sueños la vida: lo que te ha dado y lo que no. La vida: lo que esperas y lo que ya has olvidado, los triunfos y los fracasos. De que adoptes esa aptitud estoica que implica cargar con todo, avanzar con carros
y carretas, vayamos o no contra corriente. O de hacer caso de esos ruidos que te rondan por dentro y que, sin darte cuenta y, por tanto, sin quererlo, te van restregando la fibra más sensible del alma. En esos momentos de eufórica desesperación, sabes que estarías dispuesto/a a apostar por todo y por todos ya que en esos momentos fluyen instantes placenteros cargados muchas veces de vientos traicioneros y que harías lo que no está escrito (por retorcerle el cuello, por ejemplo, la imaginación es muy atrevida y se da cita con todos . No eres dueño de ti mismo y, por tanto, no dominas la situación).
No me gusta el dolor, ni el que me puedan prodigar a mi ni el que se cebe sobre los demás.
Más allá de los mensajes ideológicos o religiosos (con todos mis respetos, por supuesto) intento traspasar la barrera casi infranqueable de esas posiciones y permanecer siendo fiel a mí mismo. Está claro que yo prefiero la luz del día y la brisa mañanera antes que la oscuridad de la noche. Y es que uno tiene 
las competencias suficientes como para poder convertir el ambiente, tu dominio, en aquello que tú quieras ser y transmitir: quieres ser esa luz azul de libertad?; si esa es tu opción, y la quieres transmitir a los cuatro vientos, prefiero eso que esparcir el sufrimiento, ¿con sonrisas?, pues claro, siempre con sonrisas.

 Dicen que el dolor dignifica, que nos hace mejores. Bueno, cada cual tendrá sus motivos. A mi no me convencen. Más allá de los mensajes ideológicos o religiosos, yo trato de situarme en una posición estoica, porque, tal vez, es en  la que encuentro más equilibrio y algo más de paz.

                           
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Y una cosa que no dejaré de admirar siempre es esa sonrisa permanente y fresca, cariñosa, que se te mete por el rabillo del ojo cada vez que acude a un hospital, y que siempre intuyo que me llaman por mi nombre. Eso, para mi es, además de un saludo de bienvenida, es un signo claro de amistad, que se agradece. Y en esas circunstancias se agradece todo: se nota ese ánimo que traspasa la mirada,  las palabras cargadas de aliento y el tacto tierno y suave de esas manos.
Y esa es una actitud de amor, de compasión, empatía. Esa es la grandeza de la vocación tan grande y siempre con categoría de EXCELENTE, que yo quiero poner sobre el tablero esta tarde, sobre la cama de este hospital, que me resulta ya tan familiar.
Muchas gracias a todas y a todos. Os prometo que estaréis siempre conmigo. Un abrazo.

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Extiendo este reconocimiento y agradecimiento sincero a todo el personal del centro; limpieza, celadores, y al personal médico, por su competencia y disponibilidad.  (Cuando me refiero a todos los centros hospitalarios me refiero a los centros de Palencia, que son los que más he pateado).

José Fuente Ferrero.