miércoles, 8 de abril de 2020

"CUANDO LA TORMENTA PASE..." (VALLELUENGO EN ARGENTINA"









Eduardo Velaz Toledo vive en Buenos Aires, en Ramos Mejía, para ser más exactos. D. Paco, su abuelo materno, descendía de Valleluengo. Era hermano de la ti Obdulia y de Esperanza. En el año 1924, recién llegado de la guerra de Marruecos, se embarcó para Buenos Aires.

Bien, pues Eduardo me acaba de enviar un poema y me propone su publicación en este blog. Dice que es un poema bello, que merece que lo compartamos y que hagamos juntos la reflexión que nos sugiere para cuando "pase la tormenta". Se ajusta a los tiempos que corren. En estos momentos todos llevamos el nudo en el estómago, la angustia,  el pesar... En España, en Argentina, en todo el mundo... Ahora más que nunca necesitamos el abrazo y la comprensión, la empatía (ponernos en el lugar del otro) y la compasión.



Acompaño el texto del poema con imágenes de una primavera desbordante en Valleluengo (primavera pasada, año 2019), junto a las jacarandás que dan el color característico a los parques y calles de Buenos Aires. Hermanados y esperanzados: Primavera = explosión de vida y color


Cuando la tormenta pase
y se amansen los caminos
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.


Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
y de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.


Ya no tendremos envidia,
pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia,
seremos más comprensivos.
Valdrá más lo que es de todos
que lo jamás conseguido.
Seremos más generosos
y mucho más comprometidos.


Foto: Prensa-latina.cu

Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos.
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado,
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.


Y quizás el viejo pobre
era tu Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre
porque estabas apurado.
Y todo será un milagro.
Y todo será un legado.
Y se respetará la vida,
la vida que hemos ganado.


Cuando la tormenta pase
te pido Dios apenado,
que nos devuelvas mejores
como nos habías soñado.


(Alexis Valdés. La Habana, 1963)



 Gracias, Eduardo, por este regalo.
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Aprovecho la ocasión para refrescar algunos recuerdos y amistades que pude atesorar en aquella tierra tan querida. Tuve la fortuna de conocer en Buenos Aires a tanta gente extraordinaria, tantos descendientes de emigrantes que añoraban y agradecían el saludo de la tierra de sus ancestros. Llevaban el corazón a flor de piel, los sentimientos y los afectos desbordados, la añoranza.

Los nietos de D. Paco sienten a Valleluengo como algo propio. Sienten el orgullo de pertenencia, el arraigo  y la querencia por la tierra de sus abuelos (Dª Genoveva, la esposa de D. Paco, era de Olleros de Tera).



Eduardo al fondo. Sentados: Miguel A., José Alberto y Hugo. Detrás Miriam, Miriam, Silvia, Liliana y la joven Camila.  (Falta Andrés, hijo de Eduardo, que hizo de fotógrafo)



Una imagen vale más que mil palabras. He aquí la muestra. Eduardo tuvo el detalle de enmarcar y colocar en un lugar destacado de la casa la remera (camiseta) y el pañuelo de la Asociación "Amigos de San Blas", como si de una reliquia se tratara. Cuidar y mantener los símbolos del pueblo (sus raíces) como oro en paño.
Un abrazo para tod@s, con el deseo de que "pasemos" cuanto antes
"la tormenta".