martes, 31 de diciembre de 2013

FELIZ 2014





"LOS COLORES DE LA TARDE", en RNE, un programa de música clásica. Así se titula, tal cual.

Los colores de una tarde cualquiera, en las inmediaciones de Valleluengo. Respirando paz.






 La luz mortecina, más allá de la Veiga. Los colores cálidos que pintan la tarde de sosiego y auguran una mañana despejada -sin sobresaltos-. (Un mañana sin la pena negra de la crisis maldita, de los malditos especuladores. Un mañana que prometa la justicia y reparta el justo merecido para todos...)


Cae la noche.
 Se cierra el telón. 
2013.

Haya paz, amigos y amigas.
FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS

viernes, 20 de diciembre de 2013

LOS PUEBLOS DE LA CONTORNA.- II.- SANTA EULALIA DEL RÍO NEGRO




Santa Eulalia del Río Negro es otro de los pueblos más cercanos -próximo en la distancia y cercano en el trato y en el afecto-. Comparte ayuntamiento con Valleluengo y ése es ya un motivo suficiente para llevarnos bien o, por lo menos, para tener una relación correcta y cordial. En general creo que siempre ha habido un buen rollo entre los dos pueblos, descontando, claro está, las pequeñas batallitas campales que se daban de vez en cuando, de las que daré cuenta aquí mismo.

NOS SITUAMOS


Santa Eulalia ocupa las tierras situadas al NO del municipio de Rionegro, que se extienden a uno y otro lado del río. Y es el río Negro el que le da prestancia, prestigio y color. Las aguas de cristal, remontando la ribera hacia las lindes de Peque, por arriba del refugio de pescadores, un lugar para perderse en las tardes soleadas de cualquier día de cualquier verano. Allí el silencio, el abandono al paso del tiempo, el contacto cara a cara con la naturaleza viva y exultante, sin máscaras ni apariencias. Es el río el que le presta las mejores estampas paisajísticas, aguas abajo del puente: el entorno de la Peñota, al lado de la Fragua, el pequeño puente peatonal que enlaza con el camino de San Mamés, la ribera de "humeros", de alisios, a ambas márgenes del río, que nos llevan hasta Las Salgueras, el límite con Valleluengo.


El pueblo se asienta escalonado subiendo la ladera por la margen derecha del río.


 Humean las chimeneas, atestiguando que aún queda vida por estos rincones. (Wikipedia nos da una cifra de 111 habitantes para el año 2012).

Al pie de la iglesia, a la sombra agradecida de las acacias o, tal vez, del moral -o de la moral-  se reúne puntual el corrillo mañanero y se repite la escena en la plaza de la entrada, en el otro extremo del pueblo. Esas también son muestras de vida.

 Los que componen los corrillos se muestran solícitos con el visitante y dan a entender en el acto el carácter hospitalario y acogedor de la gente que habita en el pueblo.

111 habitantes -más o menos- es mucha gente, si nos comparamos, por ejemplo, con Valleluengo. Sin embargo, Santa Eulalia no ha sido una excepción y ha sufrido también las dentelladas de la emigración. Sus gentes también han conocido y han recorrido todos los atajos en busca del cocido y tienen, por tanto, la piel y el alma curtidas por los aires de otras cumbres: de Francia o Suiza, el País Vasco o Cataluña o  Madrid. 

SANTA EULALIA / VALLELUENGO

 En apenas 45 minutos, te plantas en Santa Eulalia. Es un paseo. A mitad de camino pasamos La Raya, el valle de Palazuelo y la ermita de San Mamés - lugares de encuentro y de abrazos entre los dos pueblos, pero también lugares de desencuentro y de más de algún follón -. Es lo más normal, pasa en las mejores familias. Los conflictos más frecuentes se daban entre los propietarios de fincas colindantes: ("me has comido más de un suco... que me echas el agua pa la mi tierra..."). Pues aquí pasaba otro tanto de lo mismo. Aunque, en este caso, entre Valleluengo y Santa Eulalia había sus cosas que ya venían de muy atrás o eso es lo que dicen... (Cuentan que hubo una época en que Palazuelo era un pueblo, que estaba asentado posiblemente en el entorno de la ermita de San Mamés y que el tal pueblo desapareció por causa de la peste. Sólo sobrevivieron dos viejecitas, a las que les tiraban los tejos tanto los de Valleluengo como los de Santa Eulalia, que fueron los que consiguieron llevarse el gato al agua y, por tanto, heredar con todos los honores las propiedades de Palazuelo...)


Pontón a la salida del pueblo hacia Peque, por el que pasaba el camino antes
 de existir la carrettera actual.
Eso es lo que cuentan. El caso es que los de Santa Eulalia, celosos de esas propiedades, encargaban la vigilancia de los montes y praderas a la tutela de dos guardas y raro era el año que no le echaran el alto y la multa correspondiente a más de un ganado, que se adentraba en los pastos del valle o a más de algún cuitadico de Valleluengo, que se atrevía a entresacar entre los robles el mejor tirante para el trillo o para el arado. Las anécdotas al respecto son muchas y jugosas.
( Una, como ejemplo: Parece ser que ocurrió con el ti Josejito. Acababa de cortar dos de los robles más derechos y fornidos y en el momento en que se disponía a descañarlos aparecieron los dos guardas: - ¡Alto!... Lo sentimos, ti José, pero tenemos que multarlo, es un duro de multa. - Bueno, pues vos lo tendréi que pagar, espaeraime aquí que voy a buscar las perras.  Se dirigió en busca de la chaqueta que la tenía tirada sobre una carqueisa. Sacó la escopeta, escondida debajo de la chaqueta , encañonó a los guardas y los obligó a que cargaran con los palos y se los llevaran hasta casa. Eso sí, una vez en casa, sacó la jarra y los chorizos y no los dejó salir hasta que no se apiparon bien y se quedaron "convencidos" de que el duro de la multa era mejor olvidarlo... Porque el ti Josejito sería lo que fuere, pero a persona cumplidora y hospitalaria no le ganaba nadie).
Y, del mismo modo, por mor de la vecindad ocurría cada año que en el tiempo de las castañas siempre había alguna gresca. Casi siempre era cosa de rapaces, sobre todo los domingos por la tarde. Era una manera de gastar el tiempo. Nos escondíamos nosotros en el barranco, a la espera de los posibles furtivos. En el mismo momento en que asomaban ellos el morro por los primeros castaños de la Raya, el más espabilado del grupo saltaba "escopetao" y empezaba la lluvia de piedras de un lado para otro. La escena se repetía en los castaños de la carretera con los de Rionegro. No, en ninguno de los dos escenarios las cosas fueron nunca a mayores ni, desde luego, en ningún momento llegó la sangre al río, pero, bueno, el pique existía y permanecía de un año para otro. Y, además, era divertido... total, una pedrada más o menos, pues... 


SAN MAMÉS

Sanamede o Sanamés para los amigos. San Mamés significaba el encuentro, la reconcialición -por si hubiere habido alguna refriega anterior entre ambos pueblos-. No fallábamos. La tradición mandaba que había que "cumplir" con el santo: Valleluengo debía devoción a San Mamés, así como Santa Eulalia y otros pueblos deberían hacer lo propio con San Blas. Pactos no escritos, pero que estaban ahí y se cumplían a rajatabla.


En el momento en que asomaban los primeros burros cargados con las talegas de las primeras peras del año, del Valle del Tera -que atravesaban el pueblo y escumbrían por Traslugar- ya los rapaces nos poníamos nerviosos y exigíamos de malas maneras a nuestros mayores que se diesen prisa porque nos iban a quitar el "sitio". Y al "sitio" de todos los años nos dirigíamos, al lado de la fuente de los Curas, allí montábamos el tendal, la manta en el suelo, los capazos abiertos en canal, las tajadas de pollo estofado (el pollo del corral...¡ojito!), el vino puesto a refrescar en el agua de la fuente..., las risas, ¡que aproveche! - gracias...si gustas...la copita de terry -el de las mallas-..
Suenan las gaitas, empieza el baile, el baile agarrado (el bueno, el de verdad, el otro... el que inventaron años más tarde -saltar y brincar...- eran "mariconadas"...). El baile "agarrao", "robao o fiao". Al atardecer, mozos y mozas en sana y "santa" armonía nos dirigíamos en tropel, por entre los ramajos, las viñas y las huertas hasta el pueblo de Santa Eulalia. Ïbamos haciendo "precalentamiento" por el camino para luego entrar con buen pie en la verbena de la noche, allí a la orilla del río, en el lugar de la Fragua. Y hacíamos también "precalentamiento" para lo mismo -quedar libres de inhibiciones, complejos y cosas de esas raras- recorriendo las cantinas -las dos o tres que había (años 70). 
(Os cuento sólo una anécdota -una de tantas-: Sería el año 1972 ó 73. Los de Valleluengo siempre íbamos juntos, todo el grupo, 20 ó más. Yo creo que ese San Mamés habíamos cargado las "pilas" más que nunca y nos pasamos un pelín de rosca. El hecho fue que a las 3 de la noche ("...las 3 de la noche han dado, / corazón, y no dormís...") la orquesta terminó la actuación y se dispuso a recoger los bártulos. El público protestó y, al amparo de la protesta, nosotros -los mozos bizarros y aguerridos de Valleluengo- la armamos. Cruzamos unas vigas de unas obras en la calle para que el camión que había de trasladar los instrumentos no pudiera salir.

Tocamos las campanas a arrebato y la liamos parda porque al lado de la iglesia dormían los feriantes en sus respectivas caravanas. Se cabrearon estos, salieron detrás de nosotros y nos untaron la piel a palos. Preguntadle a Nazario, que tiene buena memoria y eso no se le ha olvidado... Desde luego que no nos quedó "rincura"  de volver a las andadas...)
                     Ermita de San Roque

CON EL DEBIDO RESPETO

Hasta finales de los años 50, Santa Eulalia se llamaba Garrapatas. El cura del pueblo, D. Lorenzo, propuso el cambio del nombre por el de la santa patrona del pueblo y así se hizo. No hubo mayores complicaciones, salvo las reticencias y las resistencias de los pueblos de al lado, que no terminaban de acostumbrarse al cambio. Así que hubo sus más y sus menos. Sus más y sus menos, de un lado y del otro, a la greña (sin tampoco exagerar ni cargar las tintas, que siempre era en plan de chufla y de medio en broma): que si ¡¡portugueses!! y tú ¡¡garrapatudo!! (también los ¡¡peicudos!! Había para todos). Sin embargo, vamos a estar de acuerdo en que los nombres son siempre inocentes y no tienen tinte ni color, ni son ofensivos ni nada por el estilo, que la ofensa -si la hay- estará siempre en la intención de quien los pronuncia o en la aprensión y desconfianza del que los recibe, ¿o no?, pues, claro.
 En el caso del cambio del nombre de Santa Eulalia las opiniones son diversas. Acabo de leer dos en internet y las traigo aquí como muestra:: 1º.- (Ver en: ocio.laopiniondezamora.es. Senderos de San Mamés en Santa Eulalia del Río Negro. "...esta hermosa localidad fue conocida con el "aspero" nombre de Garrapatas. Debido a ello, se producían fuertes contrastes entre tan "adusto" calificativo con la intensa belleza del propio pueblo..."). 2º.- (Ver en Hoy.es. Badajoz. Garrapatas de Santa Eulalia. "Hoy hace 33 años que me fuí con los amigos de camping a Garrapatas de Santa Eulalia. Instalamos la tienda a orillas de un río llamado Negro... A mí me gusta más lo de Garrapatas, pero los pueblos se avergüenzan de su nombre, si no son líricos y, entonces los edulcoran y pierden su encanto...")













jueves, 12 de diciembre de 2013

LA SENDA DE URSI - LA SENDA DEL ESCULTOR

Ursi, Ursicino, era un escultor, uno de los artistas más renombrados y más apreciados de Palencia. En su recuerdo y como homenaje a su memoria hay una ruta por la montaña palentina, que parte del pueblo donde nació el escultor - en Villabellaco -, cerca de Barruelo y de Brañosera (norte de la provincia, por encima de Aguilar de Campoo). Es una ruta sencilla de recorrer, en torno a los 11 kms y es un recorrido que merece la pena, por la belleza del paisaje, por el tratamiento del trazado, con esculturas que jalonan el trayecto -donadas por artistas agradecidos con la obra y con la persona de Ursi-. Invito a todo el que quiera disfrutar de estos parajes, de estas maravillas que nos depara la naturaleza, a caminar con el ánimo sereno y en paz por esta ruta. Tiempo habrá, una vez realizado el esfuerzo, de satisfacer otras necesidades más terrenales, pero que van necesariamente incluidas en el mismo lote.



La ruta se encuentra dentro del Parque Natural de Fuentes Carrionas, hábitat natural del oso pardo, jabalíes, venados, alimoches...





Son más de 30 las esculturas que están colocadas a lo largo del camino. Es, por tanto, también un recorrido cultural.
Pequeña iglesia románica de Valle de Santullán






VALLE
DE
SANTULLÁN


















 El Mesón del Cholo, en Brañosera, (primer ayuntamento de España, año 824), nos esperaba al final de la ruta. Unos garbanzos con almejas y bruños de primero (no se te ocurra preguntar por los bruños, porque el Cholo -él es así- te contestará que son "cojones como puños" -la culpa es tuya por curiosear en la carta del menú...). El segundo ahí lo tienes a la vista: costilla de ternera entreasada, luego quesadas o arroz con leche caramelizado...chupitos de orujo...y que nieve o que caigan chuzos de punta.



LA CUEVA
EL
COBLE