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jueves, 9 de enero de 2014

LOS PUEBLOS DE LA CONTORNA. III.- PEQUE


Peque o Peica -que nos ha de dar lo mismo- es otro de los pueblos de buena vecindad con los que las gentes de Valleluengo nos hemos codeado y con los que, desde hace muchos años, hemos ido tejiendo la historia -las pequeñas historias- de nuestra patria chica.

 NOS SITUAMOS

Miras el mapa y a uno le da la impresión de que Peque queda a desmano, desviado del camino, como corrido hacia la sierra, tal vez escondido o acurrucado a la vera de los prados y las huertas que baña el río Ribera -también llamado Fontirín-.

Allá al fondo se adivinan enhiestas las nevadas crestas de la sierra de La Cabrera, una vez que pasas Donadillo, Donado o Muelas de los Caballeros. Y se notan los aires, que llegan frescos y espabilan la modorra.

Peque es un pueblo que conserva tradiciones y formas de vida, que han ido perdiendo vigor en otros lugares. En las tarde soleadas las mujeres siguen aprovechando hasta el último rayo de sol, al amparo de las solanas, sentadas en el taburete o la banqueta. El pañuelo negro -o ya, tal vez ya, sea un pañuelo más atrevido, de colores vivos- cubriéndoles la cabeza y anudado al cuello, por debajo la "mamola" (barbilla - mentón). Pasan la tarde hablando de sus cosas, desgranando las noticias del día a día, tejiendo o remendando y hasta no hace tanto tiempo, armadas aún de la rueca y del huso, hilando las madejas de lana. 

EL PASO DEL TIEMPO




Desde el alto de la Consolación se divisa un pueblo cambiado. Nada que ver con la imagen que uno aún retiene en la retina: aquellas calles llenicas de "tollo" (barro - lodo), que te hundías hasta la rodilla. Una imagen en blanco y negro, apenas en los años 70/80 -como si fueran tiempos medievales- (Lo mismico que pasaba en los demás pueblos. Entonces, a qué el escándalo...)

.                  



Hoy el pueblo ha cambiado. Da gusto recorrer las calles o respirar el aire limpio de sus parques












Es posible que Peque sea uno de los pueblos que más empeño ha puesto y es que se nota: calles - caminos - rutas - parque de la Consolación - laguna a la salida del pueblo hacia Muelas...   
                                         Laguna y parque  a la salida del pueblo hacia Muelas

Peque conserva aún vida y esperanza, 176 habitantes, según el censo de 2012, 98 mujeres y 78 hombres. Sin embargo, merma la esperanza al constatar que más del 70 por ciento de esa población es mayor de 60 años.

Tampoco han podido con el fantasma de la emigración, que se lo ha tragado todo. La gráfica de la evolución de la población desde el año 1900 lo dice todo. Cerca de 700 habitantes en el año 1950 y la caída en picado en los años 60. Después el goteo continuo. Peque, uno más, como los demás pueblos de la comarca.


EL RÍO FONTIRIN

La belleza del paisaje se refleja en el entorno de las aguas del río de la Ribera, también llamado Fontirín. Río de corto recorrido, 25 kms desde las sierras de Vega del Castillo hasta desembocar en el Negro, poco más abajo del pueblo de Peque. Río de vida corta, pero intensa, al que, con todo merecimiento, Mariano Estrada, un poeta de Muelas de los Caballeros, le dedica estos versos.


-          ¿A dónde vas, Fontirín,
por esa hondura tan fresca?

-           Voy a prestarle las aguas
al Negro, al Tera y al Esla.

-            ¿Y ese ropaje de luces,
Oscuro verde de humero?

-          Es mi vestido de gala
para soñar con el Duero.

        -          El Duero, agua inocente,
no es río para soñar.
No tiene ya enamorados
que quieran irlo a mirar.
Es haragán, está sucio
y no se quiere enmendar.

-          Mis aguas van a un destino
que yo no puedo burlar.
Si el Duero es mi purgatorio
es que mi cielo es el mar.



De “Trozos de Cazuela Compartida”

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios





PEQUE / VALLELUENGO



Desde Valleluengo pueden ser unos 14 kms, si vamos por la carretera, pero si lo hacemos a pie, "atrochando" (atajando) por los Chiqueros - Camino Peque - Las Llamas de Peque o, si quieres, también podremos ir por el camino más abierto y más limpio, por la Rodera el Carro (Camino los Carros para los de Peque), pues nos metemos allí en poco más de una hora y media, y habremos andado en torno a los 8 kms.

Las querencias entre ambos pueblos vienen de muy atrás porque las razones, por lo general, han sido de corte o de trato económico/comercial. Y es que una de las ocupaciones de muchos vecinos de Peque, desde hace muchos años, ha sido la venta ambulante. Madoz (mediados del s. XIX) destaca la cantidad de vecinos que se dedicaban al comercio y a la arriería (arrear..., referido a la venta ambulante a lomos de caballería).

Y en ese tipo de negocios los de Peque se llevan la palma. Vendían de todo. Llegaban con el carro, la mula o las mulas a rebosar. Claro que cada cual se dedicaba a lo suyo. No cito nombres porque me olvidaré de alguno y sería imperdonable. En cualquier caso están en la memoria de todos y se les recuerda con gratitud. 

Llegaban a Valleluengo por el camino de los Chiqueros y recorrían casa por casa. ¡Patrona! -"tuntuñaban" (llamaban golpeando) a la puerta y, si no abrías, entraban hasta la mitad del corral, -tal era la confianza que había-. Era un servicio a domicilio: prácticamente todo lo que se necesitaba en casa: la harina para amasar, el vino, la loza, ropa, las mantas... A veces admitían el trueque como forma de pago (os acordáis, ¿no? de lo de los "huevos" de la ti Petronila... Ella le daba la docena de huevos a Olibor a cambio de aceite o de naranjas..., los huevos cada vez valían menos y lo demás... - "¡Ay que ver con el hombre éste! Los huevos  pa bajo y lo demás siempre pa rriba..."

El trueque como forma de pago y la fianza, cuando las cantidades eran mayores y no había liquidez ni forma de conseguir las perras en el momento. Ahí estaba el caso de la harina. En las familias con muchas bocas no llegaba el trigo del año y había que "mercar" (comprar) la harina. (- ¡Ay qué coño, qué prisas tienes... ya me lo pagarás, no te preocupes..!). Quedaba la deuda pesando sobre la conciencia  de quien la quedaba a deber y, eso sí, en el momento en que podía, perdía el culo y pasaba a saldar cuentas. (Quedaba la deuda rendida y la conciencia remansada allí, en aquel garito que los de Peque -Julio y Evaristo- tenían en lo que ahora es albergue de Peregrinos en Rionegro (buen vino y mejor escabeche de tino...)

EN LAS FERIAS Y EN LAS FIESTAS


Valleluengo era lugar de paso para la gente de Peque, que iban a las ferias o a las fiestas de Rionegro (La Carballeda, el Martes de Pascua). Asomaban por la puerta de la ti Gregoria (casa de Victoriano) y escumbrían Camino Viejo arriba. Llegaban montados en los burros. Ellas, sentadas sobre las alforjas, recatadas, modositas, la saya entallada bajo las piernas, medias de lana, de negro riguroso, que sujetaban con sendas ligas por encima de la rodilla. Menudo escándalo, cuando fulanita, que por estar en Francia se atrevía a vestir pantalones ajustados y a estancarse como un hombre sobre la albarda (peor aún, si el burro fuera a pelo...). Otro tanto de lo mismo ocurría en los pueblos vecinos, que no se alarme nadie.

Si se trataba de las fiestas mencionadas, la novedad estaba en que sobre alguno de los burros se transportaba la cruz de plata y el pendón, que encabezarían la procesión del pueblo -en este caso de Peque- para entrar al santuario (desde el otro lado del puente).

A la vuelta casi siempre paraban para visitar a parientes o conocidos, porque eran muchas las amistades cultivadas y mantenidas a lo largo de muchos años y generaciones. Si la visita coincidía en las fiestas, entonces la jarra se acompañaba de las sobras del pollo que aún quedaba del medio día en la cazuela de "pirigüela" (pereruela).


Pasaba lo mismo cuando los de Valleluengo iban a la Consolación (el domingo siguiente a la Carballeda) o a la Peregrina (en Donado).
Camino por el que íbamos a la Peregrina (salida de Peque

Y EL FÚTBOL

Y el fútbol, siempre el fútbol. Años 70 y siguientes. Primero creo que fue frente a la ermita de la Consolación. Campo irregular, canchal. Peor, bastante peor que el que ofrecíamos nosotros allá en la Veiga Redonda. Después fue en las Eras, a las afueras del pueblo hacia Muelas. Aquello era otra cosa. También la afición lo era. Entrega total, los jugadores lo daban todo y los que aplaudíamos a rabiar desde fuera del campo nos desgañitábamos y armábamos la bronca en más de una ocasión. Recuerdo que no siempre ganábamos en Peque. Ellos tenían buen equipo. Sin embargo, en la época dorada (la Quinta del Buitre) lo tenían crudo y la caja de cervezas o las cajas les tocaba pagarlas a ellos.






















viernes, 20 de diciembre de 2013

LOS PUEBLOS DE LA CONTORNA.- II.- SANTA EULALIA DEL RÍO NEGRO




Santa Eulalia del Río Negro es otro de los pueblos más cercanos -próximo en la distancia y cercano en el trato y en el afecto-. Comparte ayuntamiento con Valleluengo y ése es ya un motivo suficiente para llevarnos bien o, por lo menos, para tener una relación correcta y cordial. En general creo que siempre ha habido un buen rollo entre los dos pueblos, descontando, claro está, las pequeñas batallitas campales que se daban de vez en cuando, de las que daré cuenta aquí mismo.

NOS SITUAMOS


Santa Eulalia ocupa las tierras situadas al NO del municipio de Rionegro, que se extienden a uno y otro lado del río. Y es el río Negro el que le da prestancia, prestigio y color. Las aguas de cristal, remontando la ribera hacia las lindes de Peque, por arriba del refugio de pescadores, un lugar para perderse en las tardes soleadas de cualquier día de cualquier verano. Allí el silencio, el abandono al paso del tiempo, el contacto cara a cara con la naturaleza viva y exultante, sin máscaras ni apariencias. Es el río el que le presta las mejores estampas paisajísticas, aguas abajo del puente: el entorno de la Peñota, al lado de la Fragua, el pequeño puente peatonal que enlaza con el camino de San Mamés, la ribera de "humeros", de alisios, a ambas márgenes del río, que nos llevan hasta Las Salgueras, el límite con Valleluengo.


El pueblo se asienta escalonado subiendo la ladera por la margen derecha del río.


 Humean las chimeneas, atestiguando que aún queda vida por estos rincones. (Wikipedia nos da una cifra de 111 habitantes para el año 2012).

Al pie de la iglesia, a la sombra agradecida de las acacias o, tal vez, del moral -o de la moral-  se reúne puntual el corrillo mañanero y se repite la escena en la plaza de la entrada, en el otro extremo del pueblo. Esas también son muestras de vida.

 Los que componen los corrillos se muestran solícitos con el visitante y dan a entender en el acto el carácter hospitalario y acogedor de la gente que habita en el pueblo.

111 habitantes -más o menos- es mucha gente, si nos comparamos, por ejemplo, con Valleluengo. Sin embargo, Santa Eulalia no ha sido una excepción y ha sufrido también las dentelladas de la emigración. Sus gentes también han conocido y han recorrido todos los atajos en busca del cocido y tienen, por tanto, la piel y el alma curtidas por los aires de otras cumbres: de Francia o Suiza, el País Vasco o Cataluña o  Madrid. 

SANTA EULALIA / VALLELUENGO

 En apenas 45 minutos, te plantas en Santa Eulalia. Es un paseo. A mitad de camino pasamos La Raya, el valle de Palazuelo y la ermita de San Mamés - lugares de encuentro y de abrazos entre los dos pueblos, pero también lugares de desencuentro y de más de algún follón -. Es lo más normal, pasa en las mejores familias. Los conflictos más frecuentes se daban entre los propietarios de fincas colindantes: ("me has comido más de un suco... que me echas el agua pa la mi tierra..."). Pues aquí pasaba otro tanto de lo mismo. Aunque, en este caso, entre Valleluengo y Santa Eulalia había sus cosas que ya venían de muy atrás o eso es lo que dicen... (Cuentan que hubo una época en que Palazuelo era un pueblo, que estaba asentado posiblemente en el entorno de la ermita de San Mamés y que el tal pueblo desapareció por causa de la peste. Sólo sobrevivieron dos viejecitas, a las que les tiraban los tejos tanto los de Valleluengo como los de Santa Eulalia, que fueron los que consiguieron llevarse el gato al agua y, por tanto, heredar con todos los honores las propiedades de Palazuelo...)


Pontón a la salida del pueblo hacia Peque, por el que pasaba el camino antes
 de existir la carrettera actual.
Eso es lo que cuentan. El caso es que los de Santa Eulalia, celosos de esas propiedades, encargaban la vigilancia de los montes y praderas a la tutela de dos guardas y raro era el año que no le echaran el alto y la multa correspondiente a más de un ganado, que se adentraba en los pastos del valle o a más de algún cuitadico de Valleluengo, que se atrevía a entresacar entre los robles el mejor tirante para el trillo o para el arado. Las anécdotas al respecto son muchas y jugosas.
( Una, como ejemplo: Parece ser que ocurrió con el ti Josejito. Acababa de cortar dos de los robles más derechos y fornidos y en el momento en que se disponía a descañarlos aparecieron los dos guardas: - ¡Alto!... Lo sentimos, ti José, pero tenemos que multarlo, es un duro de multa. - Bueno, pues vos lo tendréi que pagar, espaeraime aquí que voy a buscar las perras.  Se dirigió en busca de la chaqueta que la tenía tirada sobre una carqueisa. Sacó la escopeta, escondida debajo de la chaqueta , encañonó a los guardas y los obligó a que cargaran con los palos y se los llevaran hasta casa. Eso sí, una vez en casa, sacó la jarra y los chorizos y no los dejó salir hasta que no se apiparon bien y se quedaron "convencidos" de que el duro de la multa era mejor olvidarlo... Porque el ti Josejito sería lo que fuere, pero a persona cumplidora y hospitalaria no le ganaba nadie).
Y, del mismo modo, por mor de la vecindad ocurría cada año que en el tiempo de las castañas siempre había alguna gresca. Casi siempre era cosa de rapaces, sobre todo los domingos por la tarde. Era una manera de gastar el tiempo. Nos escondíamos nosotros en el barranco, a la espera de los posibles furtivos. En el mismo momento en que asomaban ellos el morro por los primeros castaños de la Raya, el más espabilado del grupo saltaba "escopetao" y empezaba la lluvia de piedras de un lado para otro. La escena se repetía en los castaños de la carretera con los de Rionegro. No, en ninguno de los dos escenarios las cosas fueron nunca a mayores ni, desde luego, en ningún momento llegó la sangre al río, pero, bueno, el pique existía y permanecía de un año para otro. Y, además, era divertido... total, una pedrada más o menos, pues... 


SAN MAMÉS

Sanamede o Sanamés para los amigos. San Mamés significaba el encuentro, la reconcialición -por si hubiere habido alguna refriega anterior entre ambos pueblos-. No fallábamos. La tradición mandaba que había que "cumplir" con el santo: Valleluengo debía devoción a San Mamés, así como Santa Eulalia y otros pueblos deberían hacer lo propio con San Blas. Pactos no escritos, pero que estaban ahí y se cumplían a rajatabla.


En el momento en que asomaban los primeros burros cargados con las talegas de las primeras peras del año, del Valle del Tera -que atravesaban el pueblo y escumbrían por Traslugar- ya los rapaces nos poníamos nerviosos y exigíamos de malas maneras a nuestros mayores que se diesen prisa porque nos iban a quitar el "sitio". Y al "sitio" de todos los años nos dirigíamos, al lado de la fuente de los Curas, allí montábamos el tendal, la manta en el suelo, los capazos abiertos en canal, las tajadas de pollo estofado (el pollo del corral...¡ojito!), el vino puesto a refrescar en el agua de la fuente..., las risas, ¡que aproveche! - gracias...si gustas...la copita de terry -el de las mallas-..
Suenan las gaitas, empieza el baile, el baile agarrado (el bueno, el de verdad, el otro... el que inventaron años más tarde -saltar y brincar...- eran "mariconadas"...). El baile "agarrao", "robao o fiao". Al atardecer, mozos y mozas en sana y "santa" armonía nos dirigíamos en tropel, por entre los ramajos, las viñas y las huertas hasta el pueblo de Santa Eulalia. Ïbamos haciendo "precalentamiento" por el camino para luego entrar con buen pie en la verbena de la noche, allí a la orilla del río, en el lugar de la Fragua. Y hacíamos también "precalentamiento" para lo mismo -quedar libres de inhibiciones, complejos y cosas de esas raras- recorriendo las cantinas -las dos o tres que había (años 70). 
(Os cuento sólo una anécdota -una de tantas-: Sería el año 1972 ó 73. Los de Valleluengo siempre íbamos juntos, todo el grupo, 20 ó más. Yo creo que ese San Mamés habíamos cargado las "pilas" más que nunca y nos pasamos un pelín de rosca. El hecho fue que a las 3 de la noche ("...las 3 de la noche han dado, / corazón, y no dormís...") la orquesta terminó la actuación y se dispuso a recoger los bártulos. El público protestó y, al amparo de la protesta, nosotros -los mozos bizarros y aguerridos de Valleluengo- la armamos. Cruzamos unas vigas de unas obras en la calle para que el camión que había de trasladar los instrumentos no pudiera salir.

Tocamos las campanas a arrebato y la liamos parda porque al lado de la iglesia dormían los feriantes en sus respectivas caravanas. Se cabrearon estos, salieron detrás de nosotros y nos untaron la piel a palos. Preguntadle a Nazario, que tiene buena memoria y eso no se le ha olvidado... Desde luego que no nos quedó "rincura"  de volver a las andadas...)
                     Ermita de San Roque

CON EL DEBIDO RESPETO

Hasta finales de los años 50, Santa Eulalia se llamaba Garrapatas. El cura del pueblo, D. Lorenzo, propuso el cambio del nombre por el de la santa patrona del pueblo y así se hizo. No hubo mayores complicaciones, salvo las reticencias y las resistencias de los pueblos de al lado, que no terminaban de acostumbrarse al cambio. Así que hubo sus más y sus menos. Sus más y sus menos, de un lado y del otro, a la greña (sin tampoco exagerar ni cargar las tintas, que siempre era en plan de chufla y de medio en broma): que si ¡¡portugueses!! y tú ¡¡garrapatudo!! (también los ¡¡peicudos!! Había para todos). Sin embargo, vamos a estar de acuerdo en que los nombres son siempre inocentes y no tienen tinte ni color, ni son ofensivos ni nada por el estilo, que la ofensa -si la hay- estará siempre en la intención de quien los pronuncia o en la aprensión y desconfianza del que los recibe, ¿o no?, pues, claro.
 En el caso del cambio del nombre de Santa Eulalia las opiniones son diversas. Acabo de leer dos en internet y las traigo aquí como muestra:: 1º.- (Ver en: ocio.laopiniondezamora.es. Senderos de San Mamés en Santa Eulalia del Río Negro. "...esta hermosa localidad fue conocida con el "aspero" nombre de Garrapatas. Debido a ello, se producían fuertes contrastes entre tan "adusto" calificativo con la intensa belleza del propio pueblo..."). 2º.- (Ver en Hoy.es. Badajoz. Garrapatas de Santa Eulalia. "Hoy hace 33 años que me fuí con los amigos de camping a Garrapatas de Santa Eulalia. Instalamos la tienda a orillas de un río llamado Negro... A mí me gusta más lo de Garrapatas, pero los pueblos se avergüenzan de su nombre, si no son líricos y, entonces los edulcoran y pierden su encanto...")













sábado, 7 de diciembre de 2013

LOS PUEBLOS DE LA CONTORNA. I.- RIONEGRO DEL PUENTE


Con este título me estoy refiriendo lógicamente a los pueblos que se sitúan en el entorno de Valleluengo, en los alrededores. A los pueblos vecinos, que lindan con nuestras tierras: Rionegro - Santa Eulalia - Peque - Molezuelas - La Milla. A otros pueblos, que por razones varias, han estado presentes en la historia cotidiana de Valleluengo y que están marcados en el recuerdo. Es el caso de Uña (el médico - los chorizos - el aguardiente); Junquera ("rugió en Junquera..." quería decir que una barrila o algún cacharro de barro se había roto... por algo sería...); Mombuey (las ferias de los lunes - la farmacia o la botica - el veterinario - San Martino...); Puebla ("¡te meto en Puebla!", así de amenazante sonaba la frase... , y uno se acojonaba porque allí te esperaba el Juzgado, los pleitos, la cárcel...; Otero de Sanabria y Donado (Los Remedios y La Peregrina). 
Bueno, pues algo tenían todos esos pueblos, algún gancho afectivo había, para que sigan imborrables en el disco duro de la memoria de la gente. Y porque son historia viva, porque forman parte de nuestro propio álbum del pasado, pues quiero traerles aquí -uno por semana, por ejemplo- y contar o comentar el tipo de unión, de relación, de amores y de fobias, que existieron entre Valleluengo y cada uno de esos pueblos.
Vamos con el primero de la lista: Rionegro.

I.- RIONEGRO DEL PUENTE

Como es obvio, Rionegro ha sido el pueblo con el que Valleluengo ha compartido un mayor número de cosas. Desde siempre ha existido una relación más íntima y estrecha, un vínculo cuasi conyugal, sin que eso suponga necesariamente mantenimiento de carantoñas ni de roces amorosos, sino más bien de conveniencias y de intereses mutuos, (...por el interés te quiero, Andrés...). Porque, a fuer de ser sinceros, hemos de convenir en que no siempre hemos procurado el afecto y el acercamiento, no siempre han sido tiempos de bonanzas, ni mucho menos. En nuestra historia común ha habido de todo: días buenos y días menos buenos, alguna borrasca y más de una y de dos broncas. De todo, como en cualquier pareja...


CONTABA LA CERCANÍA, la proximidad, apenas 3 kms, y si era por el río, menos aún. En poco más de media hora te presentabas allí (andando, claro está). Por el camino Rionegro o por el camino Viejo, que convergían los dos al pasar  Rota los Espinos y se continuaba hacia los Carrasquitos o por la Huerta Emilio, a salir al puente.
Teníamos la posibilidad de ir por el río, eso en el verano. Valdiguicia abajo hasta las Pasaderas. Al otro lado del río había dos atajos: río abajo, pegados al caño de riego que llevaba el agua hasta las huertas de Rionegro o se podía cruzar el caño y subir a pezuña el monte del Rebollar.
Por el lado de acá del río, sin necesidad de pasar las Pasaderas, podías bajar hasta el Retorno y continuar por el caño de riego de La Fraga.

CONTABAN LAS FERIAS: 3 ferias al mes, los días 1, 10 y 22. La verdad es que las necesidades de compra no eran demasiadas y menos, si cabe, las de poder vender alguna cosilla. 
Ya está dicho, que en el pueblo quedaban satisfechas suficientemente las necesidades, por mor de la economía de autoconsumo o doméstica, que se practicaba en aquellos años. Pero una cosa era eso y otra diferente era aparejar el burrico e inventarse cualquier excusa para acercarse a la feria y refrescar el gaznate con algún cuartillo del vino del Gato o de quien fuere, con el pez de escabeche o el rabico de pulpo, ¿si o no?
CONTABAN  LOS 
COMERCIOS. Rionegro ejercía de centro comercial y mercantil de la comarca, no exactamente como cabecera de comarca, pero sí que tenía un gran peso económico en el entorno inmediato, sobre todo entre los pueblos que formaban parte del ayuntamiento. Tenía comercios de ultramarinos (auténticos bazares en los que podías encontrar de todo) y algunas pequeñas industrias artesanales: panadería (éramos unos mocosos -con apenas 8 ó 10 años y ya nos mandaban  que fuéramos en una escapada a buscar la levadura...¡qué miedo! - Si nos atrevíamos a ir por la Ribera o por el río, nos ajagaban los lobos y si arreábamos por la carretera, nos salían los sacaúntos...), carpinterías, zapaterías, molino de trigo, autógena, fábrica de gaseosas, parada de burros y caballos, el toro, sastrería... (me olvidaré de alguno...)

CONTABA LA CARBALLEDA. Contaba y mucho. El santuario, la imagen de la virgen, la cofradía de los Falifos, todo eso son palabras mayores. Las celebraciones en torno a La Carballeda formaban parte del patrimonio propio del pueblo. La tenían clara los de Rionegro, si pretendían arrogarse el privilegio de ser los "preferidos" de la Virgen. (En 
el himno estaba la clave: los de Rionegro cantaban: "Tú de Rionegro eres la estrella..." Los de Valleluengo y otros pueblos: "Tú de estas tierras eres la estrella..." En cualquier caso, La Carballeda, el Martes de Pascua (que también va ligado a La Carballeda) eran y siguen siendo fechas marcadas en rojo en el calendario de Valleluengo.


CONTABA EL AYUNTAMIENTO. Cualquier papel o cualquier engorrio (engorro) administrativo había que solventarlo acercándote necesariamente hasta la Casa Consistorial y eso, quieras que no, pues ha sido causa de una mayor dependencia por parte de los vecinos de Valleluengo. (El ayuntamiento y la Hermandad de Agricultores y Ganaderos: los cupones, la Seguridad Social, el subsidio...). Y ahí estaban parte de los tira y afloja, de las afrentas, de los malestares... Porque... "pa qué vamos a negarlo o a esconderlo..." si es que ahí aflora aún la herida de siempre..., ese reconcomio, de morderte los codos y no 
quedarte a gusto si no lo sueltas. Pues eso, que Rionegro siempre fue muy suyo y el ayuntamiento lo han tenido como si sólo fuera de ellos y para ellos, de manera que, cuando nos llegaba algo a Valleluengo, los había que se echaban mano a la cartera en la desconfianza de que les hubiéramos robado algo de sus pertenencias. No lo vamos a negar ahora, que los encontronazos mayores han venido por esas causas.

CONTABAN LOS PARTIDOS DE FÚTBOL. No eran ellos la Quinta del Buitre ni nada que se les asemejase, pero eran temi-
Años 70 (1979???)
bles y temidos allá donde posaban sus tacos (me refiero a los que aparecen en la foto). Rionegro sabía bien a quiénes se enfrentaba. Daba igual que fuera en los campos de la Veiga, en Retaduña o en las Eras de Rionegro o, en tiempos más recientes, las liguillas de futbito en la plaza frente al ayuntamiento.
Pero, habrá que decirlo en beneficio de unos y de otros, que esos "enfrentamientos" en la cancha de juego dieron también y, sobre todo, mucho"juego" para el alterne sano y jugoso entre los mozos y mozas de ambas localidades. Ahí estaban las fiestas y los bailes de San Blas (al lado el pilo y las pozas de la fuente de la iglesia, por si alguno se pasaba). Ahí, la Carballeda, las orillas del río, ("debajo del puente llora una morena, / debajo del puente de la carretera...") Y parece que no, pero, a pesar de los pesares, más allá de fronteras o de pleitos entre vecinos, fluían las amistades y la vida transcurría en armonía y convivencia. El río, nuestro río Negro compartido, unía y reforzaba los lazos de afecto entre las dos orillas de ambos pueblos. Así fue y así será.

RIONEGRO DEL PUENTE, situado al otro lado del puente, que cruza el río, el pueblo está enraizado entre las peñas, a buen recaudo de los desvaríos de las aguas, que en más de una ocasión se han puesto bravas y ariscas.
Rionegro, siguió los pasos torcidos del resto de los pueblos. Tampoco se libró de los aires huracanados de la emigración o de las emigraciones. Los mismos pasos, los mismos ritmos y los mismos derroteros que Valleluengo -vidas paralelas-. Sin embargo, sí han conseguido en los últimos años paliar -frenar en parte- el chorro de gente que se iba y hay al menos una generación que han sabido quedarse y construir el futuro en el pueblo. Eso tiene mérito y hay que felicitarles.
Hay, sin embargo, una verdad incuestionable y tozuda. Lo dicen las estadísticas malditas de estas malditas gráficas: (la pirámide de población invertida, con el pico hacia abajo (en las edades jóvenes, 0-4 años, 5-9, etc, donde menos población hay y aumenta a partir de los 35 o a partir de los 70...)
Y la gráfica más sangrante, la que marca la evolución de la población desde el año 1900. Rondaba los 1100 habitantes en los años 40, baja en picado en los años 60 hasta rozar los 500 y se va desplomando hasta los poco más de 300 en el año 2012 (Estamos hablando de la población total de los cuatro pueblos que forman el ayuntamiento)

Y lo último de lo último: ¿Qué va a pasar, si a partir del 31 de diciembre del 2013 Rionegro desaparece como ayuntamiento? Ese es un golpe muy bajo, una puñalada trapera, que nos va a doler a todos. Claro, no es lo mismo tener que desplazarte hasta Mombuey que llegar hasta Rionegro, que está ahí, al lado. No será lo mismo tener que "pelearnos" con los de Mombuey -llegado el caso- que tener que hacerlo con Rionegro o Santa Eulalia, que ya los teníamos amansados y domesticados... ¿o no?