"Ajo crudo y vino puro pasan el puerto seguro..."
(refrán popular)
"Ajo, ¿por qué no fuiste bueno? Porque no me halló San Martino puesto." (refrán popular)
Esa era una de las razones de esta feria del ajo: era la época de la siembra y era recomendable sembrar los ajos comprados en el mercado, mejor que los que se habían recogido en la cosecha, en los días de San Pedro. La segunda razón no era menos importante: las matanzas se echaban encima y se necesitaba mucho ajo para adobar bien la carne para los chorizos.
Así que San Martino estaba justo ahí, en ese cruce de intenciones y de necesidades, que habría de satisfacer a todo aquel que se acercara humildemente, bien fuera andando, tirando de las riendas del borrico o a horcajadas sobre él.
Y si, a los efectos, cupiera la suerte de saborear una cazuelica de pulpo en ca La Rapina, (por un casual)...,¡hombre, por Dios, por todos los dioses! que habría merecido la pena la escapada.
Lucían las calles de Mombuey, repletas de expositores llegados de Los Valles, (Valle de Vidriales y Valle del Tera). La discusión o la porfía en el aire: ("que estos son de secano, sí señor. Compruébelos usté mismo: mire qué olor, el color..., hombre, dónde va a dar... ni punto de comparación con los de ahí enfrente...")
A 7 y a 8 € la riestra (ristra) de ajos, a 5 y a 8 € las de cebolla
El sol parapetado sobre la torre románica de la iglesia, construida por los Caballeros Templarios, allá por el siglo XIII
Una pareja de jóvenes amenizan con música de la tierra las calles, la fiesta.