miércoles, 13 de enero de 2016

LOS HIJOS DE LOS QUE SE FUERON

Ana María y Tito a su llegada
al aeropuerto de Barajas.


"Hoy hace un mes que volví de conocer y sentir el pueblo donde nació mi padre, Santos...."  Me lo escribe Ana María desde Buenos Aires el pasado día 14 de noviembre. 
Ana María y Tito, su marido, pasaron por Valleluengo. Fue en los primeros días del mes de octubre. Querían conocer el pueblo donde había nacido su padre.
Foto: Tito
 Encontraron el calor de los recuerdos: las viejas piedras deslavadas de lo que fue la casa de la abuela, aquella vieja silla con la inscripción de su nombre y el año de 1929, los viejos aperos con olor a las faenas de entonces, el río y la ribera, los prados...






Tito, Ana María, Haydé (su hermana)
y Carlos (marido de Haydé)

Muy pocos días para encauzar tantas emociones, pero el tiempo suficiente para cumplir con el sueño de poder abrazar y estrechar aun más los lazos que les unían con Valleluengo.
Foto: Tito




Tu padre emigró a Buenos Aires a comienzos de los años 30. Me dijiste que apenas contaba con 17 o, tal vez, 18 años en el momento en que se fue del pueblo. Háblanos de las circunstancias de ese viaje, ¿por qué tomó esa decisión en aquel momento? (el abuelo se oponía a que viajara...) ¿Viajó él solo? ¿Cómo fueron sus principios en su nueva vida como emigrante en una ciudad tan grande y un ambiente tan extraño y desconocido para él?

Santos, la abuela Obdulia y Celestino
(Puerto de Vigo,1956)

Mi padre, como otros muchos, vino a este lugar del mundo para luchar por una vida mejor. (¿?) económicamente..., para ayudar a su familia (según mi hermana, mensualmente, mandaba a mi madre al correo para girar dinero a la abuela, a España).

Seguramente no supo medir el dolor de la distancia y el desarraigo cuando partió. Era muy joven, apenas 16, 17 o 18 años, y eso le fue haciendo un callo en su corazón para no sentirse tan solo. Buscó gente que lo cobijara, vivió en un almacén de un paisano los primeros tiempos y luego, ya con más ánimo, buscó otros trabajos.



 




Plaza Mayor de Salamanca




Creo que su decisión estuvo marcada, por lo que muchos jóvenes, antes y ahora, anhelan buscar un futuro mejor, no sabiendo bien qué quiere decir mejor, si económico, laboral, familiar, de realización personal...

y aquí, después de mucho andar - más de 10 años - encontró a mi madre y formó una familia y eso lo ancló a esta tierra, que quiso como la propia y trabajó mucho y tuvo hijos, nietos y yernos, que lo amaron profundamente y entonces, aun más, sintió que éste era su lugar.


Y así siguió su vida: con un trozo de alma y sentimientos guardados fuertemente en su pueblo y su gente; y el resto para nosotros, a los que nos dio todo lo que pudo y supo, entre ello muchísimo amor!!!
 Era un hombre de pocas palabras, de mirar de acompañar, pero no de decir. Poco o casi nada sabemos de su infancia, de su vida en el pueblo, porque él se fue de su lugar natal. Tal vez, creo yo, fue el dolor, la pérdida del  contacto con su familia, lo que hizo que no pudiera contarnos de su pueblo, de sus padres, de sus hermanos...

Martino y Obdulia, padres 
de Santos.


Volvió una sola vez a su tierra y a ver a su familia, a su querida madre. La recordaba con tanto respeto! Yo siempre me la imaginé altísima, grande, seria, exigente...Es la imagen que me formé al escucharlo, cuando era pequeña.







Hace muchos años que nos dejó, más de 40, pero siempre, por algún motivo, mi hermana y yo lo nombramos, lo recordamos.

¡¡¡...Cuando llegamos al pueblo y, cuando a la mañana siguiente me levanté y miré por la ventana de tu casa y pensé que ese paisaje lo vería mi papá todos los días de su vida hasta q se fue...!!!



Pablo, hijo de Ana María y Tito
Matías (Tamura), hijo de Ana María y Tito

Infinitamente agradecidos por vuestra visita. Aquí os espera el calor y el cariño de todos.

                                  Seguiremos brindando por                                     vosotros. Hasta pronto.  
                                                                                         PARA VOSOTROS EL                                        ABRAZO DEL
                             PUEBLO DE VALLELUENGO
                                    
                                 

GALERÍA DE FOTOS

En el bar del pueblo



En casa
Un cocidito completo
La silla que quedó grabada como recuerdo (Santos, 1929)
Recogiendo manzanas



Encantados por la magia del río


En Camarzana
Bodega

Salamanca


Zamora
Viriato, pastor y caudillo lusitano que derrotó a los romanos

Otra vez Viriato, transformado por el embrujo
 de la cámara de Tito.



Puente romano sobre el río Duero

Calle medieval en la vieja Zamora

En el coche fantástico (Quinn)
 San Sebastián




Oñate









martes, 5 de enero de 2016

A PEDIR EL AGUINALDO


Hoy es víspera de Reyes, 
primera fiesta del año.
 ¡Cuántas damas y doncellas
 al rey piden aguinaldo! 
Nosotros también pedimos
 licencia para cantarlo.
 No le pedimos el burro 
ni tampoco el buey ni el carro,
 que le pedimos el rey
 de lo que fuese gustado:
 naranjas, higos o nueces…
(Gracias a la memoria de Nieves)

Llegábamos conteniendo el aliento hasta la puerta de la casa del padrino o de la madrina. Era importante que no se dieran cuenta de nuestra llegada. Jugábamos con el factor sorpresa. Ya era noche cerrada, puede que hasta hubiéramos salido ya del rosario, con lo que sería mucho más fácil pasar desapercibidos.
 (Fuera de la iglesia era ya noche cerrada y las calles no contaban aún con alumbrado público. Nadie se atrevía y menos aún los muchachos a dirigirse solos a casa. Las mujeres caminaban tapadas hasta la cabeza con un mantón negro. Rosalía llevaba de la mano a Benitín y a Alfredo; alguna vez ocurrió que llevaba a uno al cuello, otro de la mano y un tercero madurando en el limbo del vientre. Al llegar a casa todos se refugiaban alrededor de la lumbre y ninguno se prestaba a salir al corral en busca de  leña o para realizar cualquier faena; permanecían apelotonados, medio agarrotados, allí, en la cocina. Cualquier movimiento extraño: el viento que entraba por la chimenea; alguna oveja que aprovechaba que se hubiera dejado abierta la puerta para que saliera el humo y se colaba en la cocina como Pedro por su casa; alguien que llamaba a la puerta de la calle para avisar, porque se le había olvidado hacerlo antes, de que mañana le tocaba a Rosalía ir con el ganado o con la vacada; los maullidos desesperados de la gata cuando tenía sus historias con el gato del vecino. Cualquier ruido no esperado ponía en tensión los nervios y desataba la imaginación de aquellos muchachos que verían fantasmas, condenados, ánimas en pena, por todos los rincones de la casa. Todo aquello alimentaba sus sueños y fue formando parte del tejido con el que se confeccionó su carácter.) (ENTRE LAS DOS ORILLAS, Cap. IX, Noche de Ánimas)

Cantábamos a voz en grito para darle más credibilidad a nuestros deseos. Además de esta de "Hoy es víspera de Reyes", me acuerdo del comienzo de otra, pero sólo del comienzo: "Dame el rey, padrino/ si me lo queréis dar..." (Pido que alguien la complete)
El padrino o la madrina se ablandaban y correspondían a las peticiones de sus ahijados: una sarta de chorizo, una naranja y puede que algún caramelo de los de perragorda.

 Llegábamos de vuelta a casa más contentos que unas castañuelas. 




No se había inventado todavía la SOCIEDAD DE CONSUMO.

Y éste será mi aguinaldo particular, un racimo de nostalgias. Algunas fotos de ésas que aparecen rebuscando en los baúles. Claro que no tienen relación con aguinaldos ni con reyes... (bueno, ahora que me fijo en alguna en concreto sí que hay una relación directa...en una de ellas aparece mi padrino...). No han de tener relación, pero sí tienen que ver con aquellos tiempos en blanco y negro. (AHORA ES OBLIGATORIO QUE CADA UNO RECONOZCA A CADA CUAL EN LAS FOTOS. TODO UN RETO)

domingo, 3 de enero de 2016

EL BOTILLO, EL REY DE LA FIESTA

Botillo con berzas o con garbanzos. Plato único, pero contundente. Era la comida preferida para los días de Navidad - Año Nuevo y Reyes. No fallaba cada año. Era una tradición que venía heredada desde tiempos inmemoriales. Primero la cazuela de berzas o de garbanzos; cada cual, cuchara en ristre y... al que más podía. Allí, como si lo viera, la mesa en mitad del corro y un ejército de manos o de cucharas pugnando por cada bocado... Después el cacho de botillo -(con la piel incluida... - ¿echársela al gato...?, pero qué dices...), digo que el cacho de botillo encima del catramuello (trozo grande) de pan y aviado quedaba uno.

Dentro de la colección de chacina que colgaba de los palos de la cocina para su curación al humo, no podían faltar los botillos o pastores (que también se les llamaba de ese modo - pastores -).

En la parte más gruesa de la tripa el culo se embutían los ingredientes: huesos de la cabeza, puntas de las costillas, trozos de curachas (panceta), rabo, espinazo.


Un manjar de dioses. No es de extrañar que se reservasen precisamente para los días más señalados de las fiestas navideñas.


Los orígenes históricos del botillo son discutidos - (ver página de Bedri. www.bedri.es/). Puede que el origen proceda de los romanos y que de éstos pasara al mundo medieval, convirtiéndose en un manjar de abades, obispos y reyes. Hay quienes afirman que fueron los monjes de Carracedo los que lo inventaron.

En cualquier caso, al igual que en Valleluengo, el pastor era considerado "plato de fiesta". También la tradición de las tierras del Bierzo (la patria de adopción de este embutido) manda que "el primer botillo se comía el día de Nochebuena y que el resto se comían bien los domingos o en las fiestas de los patronos de cada pueblo, siendo el último del año el botillo que se comía en el "Entroido" o Carnaval. No podía faltar en las celebraciones religiosas o en las bodas." (www.bedri.es). (En Valleluengo la pieza que se dejaba para el Carnaval o "Antruejo" era el rabo del cerdo).





"Se o porco voara, non habería
ave có igualara" (Dicho gallego)





Julio Camba era un escritor gallego y cuenta la siguiente anécdota:
- ¿Qué ave te gusta más?, vamos a ver - le preguntaba una vez a un campesino gallego - ¿el pollo?, ¿la perdiz?, ¿el pichón?... Tú piénsalo bien y dilo sin miedo.
- ¿El pollo, dice usted? - preguntó.
- No. Yo no digo nada. Tú eres quien tienes que decir.
- El pollo no está mal - exclamó el campesino - pero la perdiz...
- ¿Qué?, ¿prefieres la perdiz?
- La perdiz tampoco está mal. Sin embargo...
- ¡Vamos!, te gusta más el pichón, ¿eh?
- Verá usted... verá usted. Un pichón tierno y gordito es cosa de chuparse los dedos, no cabe duda, pero...¡¡ SE O PORCO VOARA...!! (si el cerdo volara...)


BUENO, PUES QUE VOS APROVECHE.