Y otro año más llegó San Blas. Otro año más rendimos honores a nuestro santo patrón. Otro año que emergió la fiesta de la nada y se llenaron las calles del bullicio de la vida. De la noche a la mañana se despertó el pueblo y se rompió el silencio. Se llenó el aire de la algarabía de las voces cantoras. La magia seductora de la gaita y del tamboril. El estruendo jubiloso de los cohetes, como una explosión de sana alegría. El asomo de una chispa de esperanza en el nebuloso horizonte de este pueblo que, a pesar de los pesares, permanece con la lámpara encendida.
Preparativos de víspera
Como manda la tradición, la víspera hay que preparar al santo (acicalarlo, amarrarlo a las andas, revestirlo...Antes decíamos que había que afeitarlo...). Este año se ha dispuesto también una mesa con los dulces típicos de San Blas y los bollos marimones, que habrían de ser bendecidos y consumidos debidamente por los fieles devotos, (y también los de-bota...), a los postres de la comida. (Aunque esto no rezara en la historia de la fiesta del pueblo).
En procesión
Invitamos a nuestros visitantes
Estuvo deslucido el día, desapacible, ventoso y amenazando lluvia. Eso condicionó la asistencia de más gente. Sin embargo, los incondicionales de todos los años allí estuvieron. Se lo agradecemos.
El pueblo cumplió y agasajó a los presentes de la mejor manera que supo y pudo. Lo mejor: la convivencia y ese rato compartido con los pueblos vecinos.
Armonía y buen rollo en la comida.
El bar como una novia: techo nuevo, ventanas, paredes recién pintadas...
Video: Javier Ferrero