domingo, 25 de octubre de 2015

TIEMPO DE CASTAÑAS EN VALLELUENGO




A mí eso de apañar castañas me pareció siempre un trabajo penoso e ingrato. Debe ser porque lo asocio con aquella tarea que había que hacer todos los días antes de ir a la escuela: recoger las castañas que se habían soltado por la noche, soportar las madrugadas frías, ya con heladas, los picos de los pellizos que se clavaban entre las uñas, las manos agarrotadas... ¡Las manos, ay las manos!, enturonadas, coloradas por los sabañones, las heladas... igual que cuando íbamos a por los nabos... las manos dobladas bajo los sobacos (axilas) o metidas entre las patas del burro, buscando el calor...¡pobre burro, encogiéndosele... el aliento, pero aceptando sumiso aquel sacrificio supremo... 


Sin embargo, ahora ha sido distinto. Daba gusto desbagar (abrir) los pellizos y llenar la cesta con las castañas gordas y relucientes. El tiempo acompañaba, días de sol y temperaturas agradables.
El castaño de Pura, uno de los ejemplares mejor conservados

Un ejemplo de mantenimiento y cuidado. Castaño limpio  ¿podado?,
 el suelo despejado, barrido de un año para otro para poder
 recoger las castañas sin mayores dificultades.
También el abandono y la desidia y puede que la tiña o el chancro
 (enfermedades típicas de esta planta) nos presentan estos paisajes.
Cada año va aumentando el número de árboles con las puntas de las cañas secas y que, poco a poco va matando toda la planta. Es el chancro, una enfermedad causada por un hongo. Si no se interviene a tiempo corremos el riesgo de que nuestros castaños -otro de los patrimonios (además de los fresnos) de Valleluengo- tenga el tiempo contado.


Tiempo de setas.
Tiempo de setas, sin setas. Tiempo perfecto, con la excusa perfecta, para coger la cesta bajo el brazo y salir a trotar el monte. Lo peor ha de ser que cuando llegas al Huerto del Fornico, pongo por caso, con la lengua fuera y la cesta vacía, y ves que alguien, que también ha hecho lo propio, exhibe con gestos casi ofensivos su cesta a rebosar y te va pasando por los morros la colección de los boletus edulis de primera clase... pues, qué quieres que te diga... que se te queda esa cara de pánfilo...

Bueno, pues si no aparecen los tales boletus edulis, pues habrá que conformarse con las amanitas muscarias, que presentan colores más vivos y llamativos.


Nos queda la luz y el paisaje de otoño

Una luz líquida. Anochece mansamente / dulcemente sobre el silencio de los prados. Luz transmutada en luna, luna que mengua sobre las copas de los fresnos.


Y atrás quedaron Los Remedios
Día de lluvia.
Cayó toda la lluvia que quiso. Preparada la merienda y con todas las ganas de pasar un día de romería y de sana convivencia bajo los robledales de Otero de Sanabria, se nos chafó el encanto prometido y nos tuvimos que conformar con ver caer los chuzos de punta. Aún así, no nos resistimos y nos lanzamos a la aventura.




Si llueve que llueva


Que todos los males vengan por ahí, pues habrá REMEDIOS para todos.


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