sábado, 7 de octubre de 2017

EL BAR (CPU) DE VALLELUENGO. TESTIGO DE LA HISTORIA DEL PUEBLO

Era el día de la fiesta del pueblo. Bernardino se sentó en uno de los bancos del bar. Le acompañábamos unos cuantos y le escuchábamos con atención. Susurraba las palabras al oído, midiendo y calculando cada una de ellas. El esfuerzo que hacía en la reflexión era un indicio de la importancia que para él tenía la idea que intentaba desgranar y que, posiblemente, había madurado desde hacía tiempo.
Estábamos en el bar del pueblo, en el local que, desde sus orígenes, nos empeñamos en llamar "Club Pueblo Unido (CPU)". Como siempre, también ese día  Bernardino dio en el clavo y definió exactamente una realidad que, quizás, por estar enfrascados en la rutina del paso trepidante de los años, no  nos hayamos parado en algún momento para valorarlo debidamente.
"Habría que hacer un documental sobre lo que ha significado todo esto desde que se dieron los primeros pasos hasta ahora. Tenemos la "OBLIGACIÓN MORAL" de hacerlo. Aquí, en este local, se encierra la historia viva del pueblo de Valleluengo, de los últimos 40 años"
Exacto, tienes toda la razón, querido Bernardino... ¡Si estas paredes hablaran..! La historia viva, la del día a día. Entre estas paredes se encierran todas aquellas ilusiones de juventud, las inquietudes y la rebeldía constructiva de la gente inconformista de Valleluengo.
Siguen escritas en la retina aquellas frases reivindicativas, latente el ánimo de la lucha por los derechos negados. Entre estas paredes se exhiben los logros, las victorias merecidas, de un "pueblo unido". Todos los derechos conquistados: servicios de aguas - alumbrado público - carretera de acceso... (¿os acordáis?) se gestaron y se pelearon entre estas cuatro paredes.



Y aquí se fue tejiendo poco a poco, casi sin pretenderlo, la malla irrompible de la convivencia: los encuentros entre amigos, la fiesta y la alegría, las reuniones, las asambleas, los debates y los acuerdos, rememorando los concejos de antaño, que se celebraban en torno a la calzada.


Evidentemente, toda esta historia que cada uno de nosotros llevamos en los registros de la memoria como oro en paño no surgió al albur de un día cualquiera. No, no, hay un antes, un prólogo que la precede y que es de justicia relatar y recordar. 

(Os emplazo para los próximos capítulos)


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