viernes, 23 de noviembre de 2012

LAS ROMERÍAS DE SEPTIEMBRE


  

Ya en septiembre había finalizado toda la faena en la era. El grano, la paja, la cosecha entera estaba a buen recaudo, guardado en la panera o en el pajar. Las tareas que correspondían a ese mes eran menores: la siembra de los nabos, que se hacía en cuatro días, la vendimia, llevar el abono a las tierras para la sementera, que eso ya costaba un poco más.
  Quiero decir con esto que el mes de septiembre era ya más suave y quedaban más ratos libres que, bueno, muchos los aprovechaban para hacer cestos o talegas de mimbre (las varas de las salgueras), hacer adobes, etc. o mirar para el sol, que eso también se agradecía. A los rapaces nos tocaba, después de salir de la escuela, ir con las vacas, que se habían quedado descolgadas de la vacada, porque hubieran estado ocupadas en alguna tarea ese día, y nos íbamos con ellas al río - allí comían las carrizas (hierbas parecidas a los juncos) - Nos daban en casa un cacho pan (un catramuello) y una sandía de las pequeñas o puede que un racimico de uvas para la merienda y nos íbamos rezungando, porque posiblemente habías quedado con los amigos para ir al "rebusco" de las sandías. (El "rebusco" se hacía una vez que se habían recogido las sandías de la tierra. Esa era la teoría, porque si la pandilla de rapaces o rapazas - que también hacían de las suyas - pasaban por allí, no miraban si aquella tierra estaba ya recogida o estaba sin empezar. Claro, después el dueño le echaría la culpa al teijo (tejón), ¡pobre animal!).
  El caso es que, siendo septiembre así, pues no cabe duda que era un mes propicio para la celebración de fiestas y romerías al aire libre, porque también el tiempo lo permitía, me refiero al clima. Estas celebraciones religiosas, todas ellas dedicadas a las vírgenes, tienen entronque con las fiestas de acción de gracias por las cosechas que tenían lugar justo en este mes en las culturas anteriores al cristianismo. 
  En la contorna de Valleluengo estaban señalados todos los domingos del mes como festividad de alguna virgen, de la que, quien más quien menos, todos eran fieles devotos. Y, bien fuera por la devoción o porque alguien que te quería mucho te "ofreció" a esa virgen, si te curabas de aquellas fiebres o de yo qué sé qué enfermedad rara que te había entrado y "velo ahí, que te curaste, que ese es el caso" Y, como te curaste, en agradecimiento, pues estabas obligado a ir en romería a la fiesta de esa virgen.
  Primer domingo de septiembre: La Peregrina, en Donao. El sábado, después de comer, aparejado el burro con albarda y alforjas, salía la gente, todos juntos, por el camino de Peque hacia Donadillo y hasta Donao. Se comía la merienda en un robledal que hay entre Peque y Donadillo. En Donao se paraba generalmente en un pajar y allí se pasaba la noche del sábado al domingo.
  Segundo domingo: La virgen del Puente, en Molezuelas. Creo que esta es una virgen más local, es decir, sólo del pueblo. De hecho no se solía ir.
  Tercer domingo: La Carballeda, en Rionegro del Puente. Por cercanía al pueblo, ésta era la virgen más cotizada y la romería de mayor renombre. Empezaba la fiesta con el novenario o la novena. No quedaba ni un alma en casa. Viejos, mayores, jóvenes y críos desfilábamos camino del santuario, bien por el Rebollal o por los caminos de la Ribera (camino Rionegro o camino Viejo). Sabía a gloria aquel cuartillo o cuartillos de vino con algo de escabeche de tino en "El Gato" o "Los de Peque" o en "El Palacio". La fiesta se alargaba desde el viernes/noche hasta el lunes. No fallaba nadie. El lunes, a primera hora, estábamos todos en el santuario como clavos, haciendo cola en los confesionarios. Después oías la misa en uno de los altares laterales, comulgabas y salías escopetao al puesto de Serafín a desayunar (aguardiente o vino dulce y churros) o al puesto de "los de Villardeciervos" (aguardiente y mantecadas). 
  Cuarto domingo: La Consolación, en Peque. Vale lo dicho para Molezuelas.
 Primer domingo de octubre: Los Remedios, en Otero de Sanabria. Esta estaba considerada también como una de las romerías importantes y tenía muchos seguidores. Al igual que a Los Remedios o a La Peregrina la gente iba andando, por supuesto también a todas las demás.  Hay que decir que hasta Los Remedios son 34 kms y a La Peregrina rondan los 20, más o menos. Si estaban "ofrecidos", no sólo tenían que ir a pie, sino que cabía la posibilidad de que fueran también descalzos, caso de que quien les "ofreció" hubiera hecho esa promesa expresa. Los había que se habían "ofrecido" a ir "amortajados" (cubiertos con una túnica blanca o hábito, que les serviría de mortaja en el momento de su muerte...¡tiene tela la cosa...!). Aunque menos, aún siguen saliendo en las procesiones vestidos de esa forma.
  Pues muy bien, nosotros, como buenos romeros y, sin que nadie nos hubiera "ofrecido", pues nos  fuimos a celebrar la romería de Los Remedios, en Otero de Sanabria, como lo venimos haciendo prácticamente todos los últimos años. Marije (la señora, la mujer o la esposa de Jesús el de Emilio) tiró de cámara y ahí queda el recuerdo para la posteridad. 





Bajo la sombra de los robles compartimos mesa y mantel, alegría, fiesta y canciones de la tierra. ¡Faltaría más, que nos calláramos!


El pollo, de 10 (pollo de corral, se entiende)



La tapadera cubre la cazuela de barro con el pulpo (a mí se me hace la boca agua, después de haberlo comido)






Había sobrado de todo y a eso de las 9 de la noche ya el estómago cantaba. ¿Solución?, nos convertimos en okupas y ahí estamos, en la terraza del bar Central, de Rionegro. Un buen remate para la celebración de un día pleno de la alegría sana y saludable. Para otro año más, yo me "ofrezco" ya.









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