domingo, 24 de noviembre de 2013

SAN MARTINO


En San Martino
mata la vieja el cochino.

En San Martino
mata el pobre su cochino
(y mata el rico los dos).


Feria del ajo y de la cebolla en Mombuey. De toda la vida. Visita obligada. Hasta la villa acudían desde todos los pueblos de la comarca, unos a vender y otros -la mayoría- a comprar.



Ajos y cebollas, sobre todo. Los más nombrados, los del Valle de Vidriales y el Valle de Tera. Ajos para sembrar, unas riestras (ristras) hermosas, de 12 cabezas cada una... Continúa la tradición. 
 "- De secano, sí señor. Estos no han visto el agua en todo el año. Llévelos en confianza, verá qué buenos le salen...  - ¿Y a cómo me los vende? - Muy baratos. Mire, estos más gordos son a 5 € la riestra y estos otros los vendo a 4, pero depende de los que lleve, se los puedo poner todos a 4".

Y las cebollas, de las llamadas de matanza, 6 cebollas en cada ristra. A 9 € las más grandes y a 3 las más pequeñas (precio por ristra).





El 11 de noviembre, una fecha ociosa en el calendario. Estaba finalizada la tarea de la sementera y para ir a buscar una carga de nabos, tiempo habrá, una vez que hayamos llegado de la feria. Porque eso era todo lo que había que hacer. A no ser que te hubiera tocado el ganado o la vacada.
San Martino era los ajos para sembrar, era la ración de pulpo y era el encuentro con la gente de otros pueblos. Era la ocasión para hablar, enterarse de las noticias que corrían por la contorna, echar un trago juntos... (Este año yo me encontré con PFM, de Sta. Eulalia. "- ¿Qué tal, P? - le pregunté. - Mira, ya ves, cada vez más jodido. A mí ya me pasa igual que a las cabras de Peica, que cuando subían la cuesta La Consolación, la que se quedaba pa trás, porque no podía subir, la echaban pa casa y pa cecina...")

Sale el santo patrón acompañado de un puñado de devotos. La mayoría de la gente atiende más a los puestos de venta y a la charla con la gente conocida, que a la bendición del santo. Por eso, tal vez por eso, sale la procesión como en estampida, una vuelta al pueblo rápida y desaliñada.




San Martino, veranillo de San Martín. Cielo de luz otoñal, limpio y despejado. Aire puro, naturaleza viva.







Mientras tanto, el monte sigue ofreciendo sus frutos de temporada. Un manjar de dioses. Los deliciosos boletus.

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