miércoles, 19 de septiembre de 2018

UN AGOSTO MÁS EN VALLELUENGO


I.- UNA DE PULPO

Había que hacerlo, a pesar de los pesares, de los avisos y de las advertencias en contra.
- Si es que está por las nubes. Parece que los chinos o los americanos... controlan los precios y este año es exagerao. Así que a ver qué vamos a hacer...
- ¡Coño!, pues qué le vamos a hacer ni qué puñetas, hay que seguir como lo hemos hecho hasta ahora y sanseacabó...
Y así fue el trato. ¡Sanseacabó! No se hable más. Y allí cumplieron los pulpeiros y los comensales, dispuestos a disfrutar del pulpo a feira o del pulpo a la gallega: cocido sin más y aliñado debidamente con sal gorda, el aceite de oliva, pimentón y ajo crudo, si se quiere. Ahora añádele unos cachelos (patatas cocidas cortadas en trozos grandes, que para que sepan a gloria bendita, habrás tenido que cocerlas acompañadas de un buen  pedazo de tocino de barbada, por ejemplo...¡oh, cielos!!!)


Y, servidos los manjares en la mesa, aclamaremos como lo haría el primer poeta castellano, Gonzalo de Berceo, en sus primeros versos: "...bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino..."



La prueba es la prueba... No quedó ni cinasco...



II.- PEREGRINOS POR UN DÍA

Desde Palacios de Sanabria hasta Puebla de Sanabria, una ruta marcada con flechas amarillas, las flechas que señalan los Caminos de Santiago. En este caso el Camino Sanabrés, un ramal del Camino de la Vía o Ruta de la Plata, que enlaza Sevilla con la ciudad del Apóstol.
Y que nadie nos rete... porque ¡buenos somos los de Valleluengo...! Nos pusimos en marcha a primera hora de la mañana y disfrutamos. Ya lo creo que sí. El aire puro, la naturaleza atenta y entregada. Sanabria pura, prados, castaños, explosión de vida y color... 
Y allí, a los pies del castaño milenario (- Oiga, le preguntó Javi al lugareño, por mor a tener unos datos más atinados que los que se discutían en la tertulia, ¿cuántos años puede tener el castaño? - Pues, yo no sé, pero dicen que pasa de los 900... -¡¡Coño!!, esa fue la expresión de estupor de los presentes...) Pues allí mismo hicimos parada y fonda para el bocata. Después de 2 horas largas de camino era hora de serenar ánimos y estómagos.
Y fueron quedando atrás veredas y caminos, algunos puentes y arroyos cantarines. Y algún pueblo fantasma... ¡ay los parecidos tan cercanos con Valleluengo...!
Pero también cabe un suspiro de esperanza porque de entre las ruinas y el abandono renacen iniciativas que ofrecen solaz y disfrute para quienes aman el silencio y la calma.
Cierta apariencia de cansancio (los años no perdonan, querido Angelito... (Menos mal que yo no aparezco en la foto...)). Un espejismo, un flash de un instante, porque hubo un trato exquisito por parte de de los "venteros" y hasta el mismo Sancho se hubiera extasiado de placer, ¡tales eran las viandas que sirvieron...!
Y al final, después de todo, nos quedará siempre el camino, que es el andar sin metas y sin ventas... El camino, siempre el CAMINO...


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