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martes, 16 de diciembre de 2014

- EL RÍO NEGRO IV.- EL CURSO BAJO, DESEMBOCADURA EN EL TERA





 "...nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar / que es el morir..."
 -("Coplas a la muerte de su padre". Jorge Manrique)-
Aguas abajo del puente de Santa Eulalia.
Ha ido el río tomando cuerpo, ha entrado en carnes, se ha ensanchado. Ya no es el arroyo que trotaba en torrenteras entre los picachos de los altos del Peñón o de Vizcodillo, en la sierra de la Cabrera. Ahora, nuestro río se ha domesticado, ha asentado la cabeza y ha entrado mansamente en la fase final del reposo, que es la antesala del morir en paz.
El puente Oterino en Peque

 






(REFUGIO DE PESCADORES EN SANTA EULALIA)


Se acerca el río a su desembocadura (aunque ya ha dejado
atrás su propio nombre. Ahora se habrá convertido -no
por propia voluntad- en uno de los brazos del
embalse de la Agavanzal).







Ya el río Negro ha hecho suficientes méritos para que el Tera lo reciba con los brazos abiertos un poco más abajo del pueblo de Rionegro, (unos dos - tres kms río abajo). Y en abrazo discurren las aguas, que no revueltas. En abrazo se unirán con el Esla y más tarde con el padre Duero, que las volcará, convertido en Douro (río do-ouro...de oro), en el océano de Oporto. 














                         DESEMBOCADURA EN EL TERA (...embalse de la Agavanzal...)










Ha hecho méritos suficientes el Negro porque ha recogido sin contrapartidas las aguas del río Sapo en Rioconejos y las del Fontirín o Ribera en Peque.  (Nace el Fontirín en Vega del Castillo y pasea la transparencia de sus aguas por las vegas (los linares) de Muelas de los Caballeros, Donado, Donadillo y, ya transmutado en Ribera, por Peque)

 







                                                (EL RÍO FONTIRÍN O RIBERA)

 









Antes hizo lo propio con los arroyos del Humero, en Escuredo; los arroyos de los Carballeses, Valdepegas y Trepaflor, en Doney; arroyo de las Llamas, en Santiago de la Requejada;  el de Roelos, en Rosinos; el Molinos, en Villarejo y el río Villar de Res, en Monterrubio y Anta de Rioconejos. Después le llegará el de Palazuelo, que irá recomendado por el santo Mamés y más tarde, allí por debajo del Pilo, recibe las aguas de Valdiguicia y, ya en tierras de Rionegro, el de Val de la Duerna (o Valdeladuerna...)
EN RIONEGRO

Agotado el recorrido, inicia el río el tramo final de su existencia. Rionegro es testigo, el puente también lo es y el santuario de la Carballeda, como una torre vigía y guardiana de la mansedumbre de sus aguas. Anochece, y el río se encamina, sumiso y resignado, hacia su punto final


Zona de baño, último servicio prestado por el Negro.

EL NEGRO A SU PASO POR VALLELUENGO

Las Pasaderas del Picón, en el camino hacia El Empalme.
Bálago o estrumo que arrastra el río en épocas de crecida. Se acarreaba con la carreta (...claro...si es acarrear...) y lo echaban en el corral para hacer abono.
En la foto, por debajo del Picón.

El caño, que se dirige al molino desde la Presa.
El molino (lo que quedó de él)
¿Os acordáis del vértigo que sentíamos  al pasar por encima de esta piedra?
El Pilo
Las Pasaderas

El Pozo El Rebollal (¡ay qué miedo...! Sí, sí. Este era el lugar en el que habían pasado las mil y una historias. Los que se habían ahogado porque en ese pozo había remolinos y el que se metía en ellos era engullido en el momento...Aquel hombre de Rionegro que iba a pescar a mano en los días más crudos del invierno...rompió el carámbano del río, se metió dentro...la mujer le esperaba fuera con el fuego encendido...pero el hombre no volvió a aparecer... Las carretas que pasaban por encima del carámbano camino del molino de Rionegro...Los mozos del pueblo que se bañaban en peletrín (en pelota picada) un domingo de agosto y las mozas de Rionegro les quitaron la ropa para que ellos corrieran tras ellas para recuperarlas (recuperar la ropa, sólo para eso...)


Presa del Pozo el Rebollal
Entrada del agua en la Guínsula
La Fraga, al lado del Retorno. (-¿Y quién ha puesto ahí esas peñas tan grandes?...- Dios, las puso Dios, nuestro Señor... Esa fue la respuesta que me dio mi abuela Obdulia un día que íbamos a la feria por el camino del caño de la Fraga)
Camino que va a Rionegro por el caño seco de la Fraga. (Lo recomiendo, está limpio y el paisaje es una pasada)












viernes, 12 de diciembre de 2014

EL INVIERNO ASOMA LA PATITA... (EN VALLELUENGO)

ROMPE EL ALBA ESCARCHADA
SOBRE LA BLANCURA HELADA DE LOS PRADOS,
LA TARJETA DE VISITA DEL INVIERNO.
HA LLEGADO, HA ENTRADO POR LA PUERTA GRANDE
EL INVIERNO EN VALLELUENGO.

.

Unos días en el pueblo. Paz y tranquilidad. Amaneceres bajo cero y mañanas empapadas en sol.



Hace frío y la primera tarea del día ha de ser encender una buena lumbrada, así que manos a la obra. Mientras se aviva el fuego afloran los recuerdos de aquellos fríos, con aquellas escarchas alumbradas con chupiteles en los aleros de los tejados. Entonces casi siempre era la madre la que se encargaba.  Ella era la primera en tirarse de la cama. Encendía el fuego para que la casa estuviese caliente para cuando se levantasen los hijos. Amor y entrega de madre. Desde los tiempos más remotos fue la mujer la encargada de mantener vivo el fuego, el calor del hogar, el fuego sagrado de los dioses. (Homenaje agradecido y cariñoso a esas mujeres abnegadas).
Empezamos el día. El pan torrado, puede que con un toque de mantequilla y mermelada (antes -en los tiempos de los chupiteles-, pudiera ser con manteca del cerdo o...¿por qué no?, empapado con unas gotas de aguardiente...¡ay, quién pudiera regresar a aquellos         placeres ahora                                                              prohibidos!)


Frío en las primeras horas del día, pero después la mañana queda diáfana, anegada en luz y en sol, un sol benigno, un sol bendito que anima a caminar, a solazar el alma, pisando los carámbanos de los caminos, respirando hondo el aire puro de los pinos, los robles o las encinas, la carqueisa y la urz... (que, aunque menos, conservan aún restos del aroma que desprendían en la primavera y el verano).












INHÓSPITAS LAS CALLES, HOSCAS Y FRÍAS.
DOBLEGADOS LOS FRESNOS, SOPLA EL VIENTO
QUE BARRE LAS ÚLTIMAS HOJAS DEL OTOÑO.
GOLPEA LAS ALDABAS DE LAS PUERTAS
YA CERRADAS A CAL Y CANTO.

NADIE ACUDE A LA LLAMADA










Languidece la tarde. Sangre roja sobre el cielo de la Chana. No hay alarma sino promesa cierta de sol radiante para mañana.










Cae el telón de la noche, una noche de luna -fase de luna llena- (luna lunera, cascabelera...), una noche luminosa.


Cae la noche sobre las calles desiertas, a la espera de nuevo del bullicio, del griterío de los rapacicos, que alegran y llenan con sus risas los días y las vidas de los que sentimos y amamos el pueblo. A la espera de las tertulias de los vecinos que toman el fresco cada noche a la puerta de sus casas.

Cae la noche, pero sobre el cielo granado en oro de la Chana se vislumbra un sol radiante y luminoso, que promete el resurgir de nuevo del bullicio y de los gritos, de las tertulias al fresco y de los paseos que mitigan y reposan las cenas más copiosas y pesadas de la cuenta. Mientras tanto, nos queda la paz, la tranquilidad y el silencio forzado.




LAS FOTOS FUERON HECHAS EL DÍA 5/12/2014