Destila el botijo el chorro de alegría de la fiesta. Descendido mansamente desde las alturas del campanario, llega como una bendición de los dioses, el muérdago sagrado que los druidas transformaban en pócimas con poderes mágicos. La magia contagiosa del vino. El trago del botijo como un gesto de amistad, de lealtad a la historia y a la tradición de Valleluengo, de convivencia y de unidad. ¡Que empiece la fiesta!
Y el poder mágico del tañido vigoroso de las campanas: don - din -dan... Nuestras campanas de siempre. Repican a fiesta. La magia y el embrujo del sonido desborda la ilusión de los más pequeños.
Un día nos tendremos que poner de acuerdo y deberíamos rendir homenaje y reconocimiento a la memoria de nuestras campanas. En su memoria permanecen los ritmos, las rutinas, los horarios del quehacer cotidiano del pueblo a lo largo de los años.
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Foto Fernando Martínez Charro |
La gente congregada en torno al campanario.
Cantamos y sentimos el himno de Valleluengo
("Valleluengo unido, las alas abiertas,
el pueblo despierta y se echa a volar.
Valleluengo unido, la frente muy alta,
un pueblo que lucha, jamás morirá"
(Himno de Valleluengo - estribillo -)
Efectivamente, Fernando, si se ríen lo hacen por algo...Claro que te cayó la pinga en la camiseta... y la acabas de estrenar...)
José Mari maneja la gaita y envuelve el aire en el hechizo de esos sones de muñeiras y de cantos de la tierra. Hay madera de tamborileiros, se les nota en el arte y en el manejo de los ritmos y en las ganas.
Ahora habrá motivos más poderosos para el cante, para el baile, para que la alegría se expanda por los prados, por las eras, por el caño de riego, si es preciso, y tuntuñe (llame) en las puertas de cada vecino y lleve el mensaje de este día: paz - convivencia - buen rollo y UNIDAD para todos.
Permitidme que introduzca justo aquí el recuerdo de una ausencia. El recuerdo emocionado y el abrazo para nuestro Antonio. Hacedle un hueco ahí mismo, al pie del gaitero, y cantad las alboradas o las viejas canciones de la tierra o, también las habaneras o "En el monte Gorbea"... No importa, vosotros cantad y cantad siempre, "que no se calle el cantor..."