domingo, 10 de septiembre de 2017

UNA DE PULPO...


¡Marchando una de pulpo!... 35 kgs de pulpo, el pulpo de roca, ahí es nada, unas cuantas raciones. 
Una tarde-noche de mediados de agosto allí estaban todos como clavos, a la hora señalada en el cartel que convocaba a la "Degustación de pulpo".
Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero

Se esmeraron los pulpeiros, expertos en la lid. Echaron sus horas organizando - cocinando - sirviendo - limpiando... Es de justicia reconocerles la labor, el desinterés y la destreza en el buen hacer. Así que "doy nun año" ¡Que dure, que dure...!
Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero
Listo ya, falta el aliño. Pulpo a feira o pulpo a la gallega o polbo a feira. Esta receta parece que nació en el monasterio cisterciense de Oseira, en los interiores de la provincia de Ourense. Recibían los monjes como tributo de sus posesiones en la Costa de Pontevedra grandes cantidades de pulpo seco, que era la manera de conservarlo antiguamente. Los arrieros maragatos (de la comarca de La Maragatería, en torno a Astorga) hacían posada en este monasterio y, entre otras mercancías, transportaban aceite y pimentón.
Foto: Javi Ferrero

Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero
Así que podremos asegurar, sin temor a equivocarnos, que el "Día del pulpo" también ha venido para quedarse, como el Día de la Excursión o de la Fiesta o de la Romería al Roble de Retaduña o la Caminata a donde sea... Poco a poco iremos llenando los días de agosto de la bulla alegre y divertida, reviviendo los años mozos, abriendo las puertas y ventanas a la vida y al abrazo.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

CAMINATA A OLLEROS 2017

Repetimos la odisea de otros años. Repetimos el camino, la experiencia sana y saludable de una caminata entre los maizales, aguas arriba del Canal del Tera. Repetimos el encuentro y la comida en el Restaurante La Trucha. Y repetimos el final feliz de un día pleno de entusiasmo y de  alegría.
Con toda la juventud a cuestas, la cabeza alta y el espíritu a prueba, nos adentramos por territorios de regadíos, a orillas del río Tera. Respiramos el aire fresco de la mañana y disfrutamos del paisaje.
Este año nos apuntamos 32, en la comida seríamos algunos más. Es un número suficiente como para afirmar que ésta es una de las actividades de verano consolidadas, como lo es también la excursión y la fiesta. Por lo tanto, nos tendremos que felicitar todos por ello.
Y nos encontramos un castillo... (un castillo de verdad, no un castillo en el aire, no un castillo de naipes..., no, no,  un castillo de los de verdad, con almenas y torres de homenaje... Y nosotros -caballeros andantes, con sus damas dulcineas- recorriendo los caminos...)
Y a la orilla de la fuente,
 a la vera del camino,
a voces pide esta gente
 un bocata y un respiro...
Y, por fin, entramos en desfile triunfal en el pueblo de Olleros. Llegamos a la meta. Sin novedad.
Las caras lo expresan todo, son muy elocuentes, no hará falta preguntar: Satisfechos del trato recibido. Satisfecho el paladar. Se respira ahora la paz y el sosiego merecidos. Faltan los chupitos, tiempo habrá para la siesta.

jueves, 31 de agosto de 2017

FIESTA, AGOSTO 2017

Destila el botijo el chorro de alegría de la fiesta. Descendido mansamente desde las alturas del campanario, llega como una bendición de los dioses, el muérdago sagrado que los druidas transformaban en pócimas con poderes mágicos. La magia contagiosa del vino. El trago del botijo como un gesto de amistad, de lealtad a la historia y a la tradición de Valleluengo, de convivencia y de unidad. ¡Que empiece la fiesta!



Y el poder mágico del tañido vigoroso de las campanas: don - din -dan... Nuestras campanas de siempre. Repican a fiesta. La magia y el embrujo del sonido desborda la ilusión de los más pequeños.

Un día nos tendremos que poner de acuerdo y deberíamos rendir homenaje y reconocimiento a la memoria de nuestras campanas. En su memoria permanecen los ritmos, las rutinas, los horarios del quehacer cotidiano del pueblo a lo largo de los años.
Foto Fernando Martínez Charro
La gente congregada en torno al campanario.
Cantamos y sentimos el himno de Valleluengo
("Valleluengo unido, las alas abiertas,
el pueblo despierta y se echa a volar.
Valleluengo unido, la frente muy alta,
un pueblo que lucha, jamás morirá"
(Himno de Valleluengo - estribillo -)
Efectivamente, Fernando, si se ríen lo hacen por algo...Claro que te cayó la pinga en la camiseta... y la acabas de estrenar...)
José Mari maneja la gaita y envuelve el aire en el hechizo de esos sones de muñeiras y de cantos de la tierra. Hay madera de tamborileiros, se les nota en el arte y en el manejo de los ritmos y en las ganas.
Ahora habrá motivos más poderosos para el cante, para el baile, para que la alegría se expanda por los prados, por las eras, por el caño de riego, si es preciso, y tuntuñe (llame) en las puertas de cada vecino y lleve el mensaje de este día: paz - convivencia - buen rollo y UNIDAD para todos.
Permitidme que introduzca justo aquí el recuerdo de una ausencia. El recuerdo emocionado y el abrazo para nuestro Antonio. Hacedle un hueco ahí mismo, al pie del gaitero, y cantad las alboradas o las viejas canciones de la tierra o, también las habaneras o "En el monte Gorbea"... No importa, vosotros cantad y cantad siempre, "que no se calle el cantor..."