jueves, 28 de septiembre de 2017

CARBALLEDA 2017



"...bajo la paz azul de la mañana..." 
Azul de cielo
 y azul el manto;
                       azul el viento...

Navegan por el cielo azul 
los sentimientos.

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Una multitud enfervorizada se agolpa en avalancha en torno a la imagen idolatrada de la cara bella o de la cara-bellada (etimología descabellada de la que algunos quieren deducir el significado del término de Carballeda). 
Procesionan alrededor del santuario. Las caras serias, algún hipido, alguna lágrima furtiva, los brazos colgados de los palos de las andas (nada que ver con aquellas costumbres del pasado -no tan lejano- Aquellas escenas no exentas de histeria: los pies descalzos, las rodillas arrastradas tras el rastro polvoriento de la procesión,  las mortajas de túnicas blancas, aquellas penitencias cargadas de masoquismo, ¡tanto flagelarse el cuerpo y el alma, tanto sentimiento de culpa...!)

"...Azul que del azul cielo emana..." 
(Cruz Salmerón Acosta, 1929)
Pusieron la nota de color el grupo de gaiteros "As Portelas" de Lubíán


Sones de gaita de la tierra chica. Se encoge el alma, suspira el viento. ¡Tantos recuerdos agolpados!
          


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Hay cosas que no cambian. Han pasado los años y se conservan como en las primeras Carballedas.

   
 Las mismas almendras garrapiñadas.
Y el pulpo, aunque cambien las "pulpeiras".

Pinchos morunos o sardinas asadas
O los churros (¡qué buenos los de Serafín, con la copita de aguardiente o mismo de anís...!)
Permanecen los puestos de venta de los cestos de mimbre (Un recuerdo para Emilio, que allí estaba siempre como un clavo, sacándole provecho al arte de su buen hacer: cestos y talegas y puede que talegones para la vendimia...)

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Eran otras Carballedas, eran otros años y éramos más niños. Complicado ser objetivo, los recuerdos mandan y son los recuerdos los que, sin quererlo, nos dibujan con más color, con más brío, con más salsa aquellas fiestas que duraban unos cuantos días.
Cantina de los de Peque (Evaristo y Julio). Ahora Albergue de Peregrinos.

Cantina del Gato
Cantina/zapateria de Manuel Gallego
Cuarto adosado al Santuario
Cantina del Panadero
La Carballeda eran las vísperas de novena, sobre todo el viernes y sábado. Eran las cantinas de vino y tapa.


Y era la feria o el mercado en todo su auge. El ganado de vacas, el de los burros, el de cerdos, el de la madera, cada cual en su espacio, en su plaza correspondiente. Comprar o vender la vaca o el burro. Comprar el cochino -uno o dos- para cebarlos. Comprar las vigas que hubiera menester para construir la casa o el pajar.


Plaza de los burros
Plaza de las vacas y también de los cerdos.

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Y era también el miedo. Yo lo recuerdo y lo siento de ese modo: el miedo metido en el cuerpo. El Lunes de Carballeda se celebraban en el santuario oficios de difuntos. Era el Día propicio para mostrar, después de la opípara fiesta, que somos mortales y que he ahí lo que nos espera.

El "Tumbo" se exponía dentro del santuario. Allí estaba, según entras, a mano izquierda: amenazante, tenebroso. Mide 5 m de altura por casi 2 de ancho. Fue mandado hacer por la Cofradía de los Falifos, en el año 1722.

Muy didáctico. Ibamos de pequeñajos, unos chicuelos mocosos,
y allí nos plantaba la abuela o los padres, delante de esas imágenes..."Si eres malo..." ¡Coño, cualquiera se atrevía a ser "malo"!

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Y ahora ya no hay burros, ni vacas ni cerdos. Ya no hay miedo, aunque el "Tumbo" continúe en el mismo lugar.

Carballeda convertida en "mercadillo"

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Que viva la fiesta

domingo, 10 de septiembre de 2017

UNA DE PULPO...


¡Marchando una de pulpo!... 35 kgs de pulpo, el pulpo de roca, ahí es nada, unas cuantas raciones. 
Una tarde-noche de mediados de agosto allí estaban todos como clavos, a la hora señalada en el cartel que convocaba a la "Degustación de pulpo".
Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero

Se esmeraron los pulpeiros, expertos en la lid. Echaron sus horas organizando - cocinando - sirviendo - limpiando... Es de justicia reconocerles la labor, el desinterés y la destreza en el buen hacer. Así que "doy nun año" ¡Que dure, que dure...!
Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero
Listo ya, falta el aliño. Pulpo a feira o pulpo a la gallega o polbo a feira. Esta receta parece que nació en el monasterio cisterciense de Oseira, en los interiores de la provincia de Ourense. Recibían los monjes como tributo de sus posesiones en la Costa de Pontevedra grandes cantidades de pulpo seco, que era la manera de conservarlo antiguamente. Los arrieros maragatos (de la comarca de La Maragatería, en torno a Astorga) hacían posada en este monasterio y, entre otras mercancías, transportaban aceite y pimentón.
Foto: Javi Ferrero

Foto: Javi Ferrero
Foto: Javi Ferrero
Así que podremos asegurar, sin temor a equivocarnos, que el "Día del pulpo" también ha venido para quedarse, como el Día de la Excursión o de la Fiesta o de la Romería al Roble de Retaduña o la Caminata a donde sea... Poco a poco iremos llenando los días de agosto de la bulla alegre y divertida, reviviendo los años mozos, abriendo las puertas y ventanas a la vida y al abrazo.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

CAMINATA A OLLEROS 2017

Repetimos la odisea de otros años. Repetimos el camino, la experiencia sana y saludable de una caminata entre los maizales, aguas arriba del Canal del Tera. Repetimos el encuentro y la comida en el Restaurante La Trucha. Y repetimos el final feliz de un día pleno de entusiasmo y de  alegría.
Con toda la juventud a cuestas, la cabeza alta y el espíritu a prueba, nos adentramos por territorios de regadíos, a orillas del río Tera. Respiramos el aire fresco de la mañana y disfrutamos del paisaje.
Este año nos apuntamos 32, en la comida seríamos algunos más. Es un número suficiente como para afirmar que ésta es una de las actividades de verano consolidadas, como lo es también la excursión y la fiesta. Por lo tanto, nos tendremos que felicitar todos por ello.
Y nos encontramos un castillo... (un castillo de verdad, no un castillo en el aire, no un castillo de naipes..., no, no,  un castillo de los de verdad, con almenas y torres de homenaje... Y nosotros -caballeros andantes, con sus damas dulcineas- recorriendo los caminos...)
Y a la orilla de la fuente,
 a la vera del camino,
a voces pide esta gente
 un bocata y un respiro...
Y, por fin, entramos en desfile triunfal en el pueblo de Olleros. Llegamos a la meta. Sin novedad.
Las caras lo expresan todo, son muy elocuentes, no hará falta preguntar: Satisfechos del trato recibido. Satisfecho el paladar. Se respira ahora la paz y el sosiego merecidos. Faltan los chupitos, tiempo habrá para la siesta.