jueves, 11 de octubre de 2018

PERMANECEN LOS RECUERDOS. (JOSÉ, UN BRINDIS DE AMOR)



"...y allá.
más allá del mar,
al final de mis lágrimas
está la isla que busca el navegante"
(León Felipe. "Navega")

Perdona, José. Perdona, si puede parecer que llego tarde. Ya ha pasado tiempo desde que te fuiste, tal vez demasiado para poder disponer de un rato de paz y de sosiego y charlar contigo.
Y he decidido que ahora puede ser ese momento, porque aquí y ahora se respira esa paz y ese sosiego. Aquí, en Valleluengo, una tarde gris de otoño. Arden los troncos de encina en la chimenea, en la radio suena un viejo tango ("San Juan y Boedo antigua y todo el cielo / Pompeya y más allá la inundación..."), fuera ruge el viento y apaciguo los recuerdos tomando un vaso de vino en tu honor.
Y es ahora el momento de charlar porque ha retornado la calma y, poco a poco, se ha ido acallando el caudal de las lágrimas, se han ido serenando las emociones y los recuerdos fluyen solos, como un torrente, como un río desbordado.


 Los recuerdos de aquellos días entrañables que disfrutamos de tu presencia, de tu sencillez y de tu cariño. Yo simplemente quiero traer aquí esos recuerdos y quiero contarles a la gente que eras una persona afable, un hombre bueno y que yo me siento orgulloso y agradecido por los ratos que pasamos contigo.
En casa de Angel
En el jardín de tu casa
Por el bosque de Palermo
Comida -creo que fue en Tigre- en un lugar cerca del río, donde partían las lanchas... (Recuerda las bromas que hacíamos con el vino, creo que cayeron 2 botellas..., Escoli no tomaba y Quique tomaba, pero menos...)
Viajamos en barco, cruzando el río de La Plata, y nos fuimos a pasar el día en Colonia del Sacramento, en Uruguay.
En la comida de despedida
Foto de despedida.

Para quienes no habéis tenido la suerte de conocer a José os diré que era hijo de Avelino y de Consolación y hermano de Aureliano, que emigraron de Valleluengo a Buenos Aires en los años 40. José y Martín (hijo de Agustín y de Constancia) estuvieron de visita en el pueblo en el verano de 1986. Al igual que el resto de su familia, los dos llevaban a Valleluengo en la sangre y bebían los vientos cada vez que les llegaba cualquier indicio o señal que tuviera que ver con la tierra que guardaba sus raíces. 
Martín hace ya unos años que falleció y José nos dejó el pasado 2 de agosto.


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