viernes, 21 de diciembre de 2012

VI.- Y LA EMIGRACIÓN TUVO SUS CONSECUENCIAS



Castilla se nos muere

Foto José. "Jubo de las vacas" (yugo)
No sé cómo decirlo. Mirad
esos febles campos
famélicos de soledad y tristeza,
esas gentes huídas en desvandada
con el corazón ungido de destierros,
ese infinito abandono, donde agoniza
un silencio primitivo.
Castilla se nos muere. Da vergüenza
comprobarlo. Pero hay verdades
que aún tienen vuelta de hoja.
Apremiad, castellanos, dotad
de vida humana a este paisaje con grilletes,
que espera vuestra salvación.

                                                                                     Ignacio Sanz (1978)


ME REFIERO A VALLELUENGO

Los que emigraron entre los años 1960 y 1975 fueron, sobre todo, hombres y jóvenes de ambos sexos. Fue una emigración que se produjo de estampida, en un período relativamente corto. Parecería como si de golpe a todos les hubiera dado la ventolera.  Los datos cantan: (En 1960 había - según mis cálculos - 55 casas abiertas (habitadas) y el número de habitantes rondaba los 300. En el año 1975 las casas abiertas se quedaron en torno a 20 y con 58 habitantes. Ahora hay 4 casas habitadas y 11 personas viviendo en el pueblo). Naturalmente, un hecho de esa naturaleza no puede resultar indiferente, tiene sus consecuencias.
1º.- Faltan los hombres. ¿Quién se hará cargo de las tareas de la casa?
Foto José. "El pote" (la olla express de entonces)
Foto José. "Fuente de la iglesia y pozas de lavar"
-  LA MUJER. Sobre ella recaerá el peso de esa carga. Desde septiembre hasta la siega de la hierba allí estaba ella, como una campeona, dale que te dale a todo lo que hubiera menester. Y cuando digo todo, quiero decir que se ocupaba de todos y cada uno de los trabajos que en aquellos años se realizaban a lo largo de los meses. Había tareas que hoy en día nos es difícil entender cómo podrían ser capaces de sacarlas adelante (cortar la leña - arar - llevar el abono a las tierras - sembrar). Eran mujeres cargadas de hijos, a los que deben atender (lavar la ropa en las pozas - acarrear el agua de la fuente - echarles la reprimenda o algo más, si se terciaba, "...que me tenéis hasta las mismísimas narices y no aguanto más..."); está la hacienda (vacas - ovejas...), que algunos días les tocará ir de pastoras o de pregueras (pastoras de las vacas), además de procurarles el sustento debido cada día (despachar la hacienda). Las pobres mujeres no tenían ni un momento de respiro (yo las recuerdo haciendo varias cosas a la vez: rezaban el rosario con todos los rapacicos acurrucados alrededor de la lumbre y ella aprovechaba el tiempo para  remendar  la culera de algún pantalón, mientras atendía también al pote en el que hervían las patatas de la cena).
Eran mujeres fuertes. Creo que se merecen el reconocimiento y la admiración de todos. En su recuerdo se me ocurren estos versos:


Esas manos, mujer,
esas manos,
esas uñas y esos dedos
como varas de sarmientos.

Foto: "La vida rural en la España 
del siglo XX" José Sánchez Jiménez..
 1975
Hoy con las ovejas,
mañana las vacas,
agucé las rejas
y avié la casa.

Lavar en la poza,
despachar la hacienda,
remiendo la ropa,
¡Señor, qué paciencia!

He ido a por nabos,
y a cortar la leña.
Mírame estas manos,
llagadas de penas.

A vimar el trigo
y a ralbar barbecho.
Todo lo que digo,
todo, yo lo he hecho.

Esas manos, mujer,
esas manos,
esas uñas y esos dedos
como varas de sarmientos.

Manos que acarician,
y manos que besan,
manos como brisas,
mujer, ¡qué belleza!

2º.- Se van los jóvenes.- El 90 % de los que emigran de Castilla y León en el período indicado tenían menos de 40 años y el 50 % menos de 30 (Ramiro García Fernández. "Tres décadas de desarrollo desigual en la economía de Castilla y León".) Si se va la savia, el árbol se seca. Es la primera consecuencia: el envejecimiento de la población. A partir de ahí, estas tierras quedarán mermadas de iniciativas, de la sana y necesaria rebeldía de la gente joven. Una tierra hundida en la cuna de la sumisión y de la santa resignación.
Foto José. "Calzada, frente a la iglesia".
Valleluengo sin los mozos y las mozas ya no fue lo mismo. Se apagaron los bullicios de las fiestas, los bailes en la calzada, (al son del tamboril de Salvador y de Quico... "la Venta el Empalme - la Venta el Empalme..."), las jotas, los carnavales, la hoguera de los Santos, el ramo de guindas que el mozo enamorado colocaba en la reja de la ventana de su moza amada la noche de San Pedro... O sea, que las costumbres y las tradiciones del pueblo se fueron perdiendo por falta de cultivo.
Foto José. "Boda en Valleluengo". 20012.
Otra consecuencia la encontramos en los emparejamientos. En el año 1960 el número de matrimonios en los que uno de los cónyuges venía de fuera, (procedía de alguno de los pueblos de los alrededores), no llegaba al 15 % (y de los 9 matrimonios que he contado sólo en uno es la mujer la que viene de otro pueblo, en los demás las que arrastran a los hombres al pueblo son ellas - ¡qué fuerza de arrastre o de "convicción"!... bueno, ahora tampoco han cambiado tanto las cosas..¿o sí?). Ahora ese porcentaje ha aumentado hasta el 96 %, (o sea, que apenas hay un 4 % de parejas en las que los dos han nacido o son descendientes directos del pueblo) con el añadido de que, además de los pueblos de la contorna, tenemos representación de cada una de las regiones de España y parte del extranjero. Así que, por mor de la emigración, Valleluengo ha entrado con todos los honores en la lista de los "ciudadanos del mundo". Hemos roto las fronteras.
Foto José. "Barril de vino, forrado con mimbre"
3º.- Los veranos. De vacaciones.- Aquellos veranos largos y duros se suavizan porque llegan los hombres o porque llegan los hijos y se agradece la ayuda. Se agradece y se celebra también su presencia, después de tanto tiempo sin verles. Llegan igual que se fueron, todos juntos, en tropel. Con otras caras, más gordos, más blancos y más limpios y todo eso es señal de buena salud, ("...hombre, dónde va a dar, si este rapá cuando salió del pueblo era un cuitadico, esmirriadico del todo, y míralo ahora cómo ha espurrido el condenao, si parece otro..."). Llegaban por la noche, a las tantas, cuando llegaba la Vergaresa a Rionegro (algunas mujeres dirán la Burgalesa y habrá también algún listillo - tiene que haber de todo - que la llaman la Vergatiesa). Para algunos, llegar de noche, le pudo jugar una mala pasada, (le ocurrió a Horacio, el del ti Hilario. Subía cargado con la maleta por la Veiga arriba - por no pasar al lado del cementerio - En la trilla de Amador alguien estaba durmiendo al cuidado del muelo de grano. Horacio, por hacer una broma, se acercó y cogió por un pie a uno de los que velaban la era. En mala hora lo hizo, porque Antonio, que estaba con un ojo cerrado y con el otro alerta, se levantó como un torbellino, cogió lo primero que tuvo a mano, que fue la tornadera de dar la vuelta a la trilla y salió escopetado detrás de él, dispuesto a todo..."Antonio, Antonio, coño...que soy Horacio, pero no...").
Parece que no, pero se notaba el cambio. Los veranos empezaron a ser distintos. Los domingos tenían otro aire, incluso se notaba ya el mismo sábado por la noche ("sábado, sabadete..."... No, hombre, me refiero a lo de la corbata y la camisa blanca, sólo a eso...). Olía la iglesia a varón dandy a la hora de la misa y seguía la hora del vermut con un chorrín de ginebra en los bares de Rionegro. Las tardes con los partidos de fútbol en los campos improvisados de la Veiga Redonda o en el Camino Viejo o al amparo del roble de Retaduña, dentro ya de las liguillas o campeonatos interpueblos (entre los pueblos más cercanos, pero también nos atrevíamos con todos aquellos que tuvieran a bien retar al equipo de Valleluengo que - dicen - arrasa allá por donde va. El pueblo más lejano fue San Pedro de Ceque).

Después llegarán las fiestas, las movilizaciones o las movidas, las iniciativas puestas en marcha, los palos y las zanahorias, los éxitos y los fracasos. Iré, paso a paso, poniendo a remojo la memoria de lo que aconteció durante esos años.
 "Equipo de fútbol. Foto expuesta en la cocina del bar C.P.U."


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