viernes, 14 de febrero de 2014

NIEVE EN VALLELUENGO

Unos días antes de San Blas amaneció el pueblo cubierto de nieve. Como en los viejos tiempos. Con menos nieve, pero la suficiente como para que a uno se le encendieran los recuerdos. Cuando éramos unos rapaces y amanecía nevando, espabilábamos y nos tirábamos de la cama, más contentos que unas castañuelas porque, entre otras cosas, puede que ese día nos libráramos de ir a la escuela. Calzábamos los zapatos de madera y armábamos las pajareras para cazar los pardales. Los más grandes -los que ya eran medio mozos- se calzaban también los legues y marchaban en busca de las liebres. No nos libraríamos del frío ni de los sabañones ni tampoco de los mocos, colgando como chupiteles, pero eso era lo de menos.




























FUE UN DÍA LLENO DE LUZ, UNA LUZ DE CRISTAL, 
DIÁFANA, PURA Y LIMPIA.
 TRANSPARENTE.
UNA MAÑANA LUMINOSA, CARGADA DE SOL,
UN SOL QUE LANZABA LOS RAYOS
COMO DARDOS SOBRE LOS CAMPOS NEVADOS.
UNA LUZ METÁLICA, CEGADORA.
 UNA LUZ VIVIFICANTE.

VALLELUENGO RESPIRANDO LA LUZ,
BEBIENDO LA LUZ,
BORRACHO DE LUZ,
NADANDO EN UN MAR DE LUZ.



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