miércoles, 2 de octubre de 2013

UNA CALDERETA DE CONEJO

Podría haber sido otra cosa, una paella, por ejemplo, como el año pasado. Es igual, este año a Tomás le dio por ahí y nos preparó una caldereta de conejo. ¿Que estaba buena?, buenísima. Con el sabor eterno de la cazuela de barro, que hace glu-glu sobre el fuego de leña. El sabor de siempre, el sabor del pueblo.
54 comensales. Así, sin más, como el que dice cualquier cifra. No, no éramos ni 2 ni 4 ni 10. Tampoco éramos los 5000 hombres del milagro de la multiplicación de los panes y los peces, pero éramos muchos los que compartimos y saboreamos a gusto aquella caldereta, sólo 54.
Ánimo, Tomás, porque esto habrá que repetirlo año a año. Ahí queda señalado en el calendario, señalado en rojo, como si fuera San Blas, por poner un ejemplo.

La comida había que ganársela o al menos habría que hacer ganas de comer, así que a primeras horas del día nos echamos al monte y respiramos el aire puro y limpio a pulmón lleno.


Punto de encuentro, a las 8 de la mañana, ¡¡PUNTUALIDAD!!
Primera parada, camino Peque, llegando a la Rodera el Carro. (Trago de agua y meada)
Están mirando a la cámara

Por La Calabaza
Los Cabezos de La Milla
Bajando por la Diferencia (Difrencia)
Habíamos salido por Traslugar - Los Chiqueros - Las Llamas de Peque - La Rodera el Carro - Las Peralejas - Los Pinos de La Milla - Los Cabezos - La Diferencia - Valdeladuerna - La Fuente de la Duerna - La Cañadica - Retaduña... (Media vuelta al término del pueblo. El año pasado la dimos entera)
¿Aburridos? No, impacientes porque el hambre acucia y la caldereta tardará un poquito.
Ahora es otra cosa.
Pues ahí queda dicho, ¡DOY NUNAÑO!

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